Capítulo 12 Confianza floreciente en medio de la tormenta

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Los ojos de Issei se encontraron con los de la yokai zorro, sus llamativos orbes dorados. Se sostuvieron la mirada durante un momento, mientras la lluvia golpeaba su casa como si el propio cielo llorase. La habitación permanecía serena, y los tres mantenían una respetuosa distancia con él. La mente de Issei seguía dándole vueltas a los acontecimientos del día, pero en presencia de la yokai zorro y sus cachorros, sintió un atisbo de solaz que no había experimentado en mucho tiempo.

A medida que los minutos se prolongaban en un silencio casi meditativo, la respiración de Issei se fue estabilizando. Su agotamiento no se había disipado del todo, pero había disminuido hasta un nivel soportable. Con un movimiento cauteloso, Issei se sentó en el futón y se apoyó en los brazos. No pudo evitar observar a los tres enigmáticos seres que compartían su habitación. Aunque tenía innumerables preguntas, también reconocía la necesidad de ser paciente y precavido.

Los kits permanecían cerca de ella, uno receloso, el otro, preocupado. Issei los había rescatado de la tormenta, pero su conexión aún estaba en pañales. Comprendía que era necesaria la confianza entre ellos, sobre todo cuando uno era un yokai que ni siquiera debería existir.

Issei se aclaró la garganta, su voz tropezó con sus palabras al romper el profundo silencio que había envuelto la habitación. "Eh, hola".

Los ojos dorados del yokai zorro permanecieron clavados en los de Issei mientras éste los saludaba con cautela. Sus nueve colas se agitaban y se movían, una intrincada danza de movimiento y emoción que lo decía todo. Su expresión, aunque ilegible, pareció suavizarse, y hubo un sutil asentimiento de reconocimiento. La habitación conservaba su aire de tranquilidad, inalterada por la tormenta que había estallado fuera no hacía mucho.

"Hola", respondió ella en un susurro melódico, con las colas enroscadas a su alrededor en un gesto protector.

Issei percibió su vacilación, una cualidad cautelosa en su respuesta. La yokai zorro era cautelosa, y él lo respetaba. Su corazón le decía que la confianza tardaría en construirse, y no podía evitar sentirse un poco incómodo en su presencia.

Con suave curiosidad, Issei preguntó, con palabras aún a trompicones: "¿P-Puedo preguntarte tu nombre?".

La yokai zorro vaciló, con sus ojos dorados parpadeando de incertidumbre. Sus colas rozaban el suelo, una sutil muestra de sus emociones. Se dio cuenta de que revelar su verdadero nombre era un acto de vulnerabilidad, algo para lo que aún no estaba preparada. "Puedes llamarme Kohana", respondió, con voz de susurro. Era el nombre que había elegido en aquel momento, uno que ocultaba su verdadera identidad.

Issei asintió en señal de comprensión, con su propio nerviosismo patente en su comportamiento. "Kohana", repitió, memorizando el nombre. Comprendía que la confianza era algo frágil, y estaba dispuesto a ser paciente, aunque se le notaba la torpeza.

La sala permaneció en silencio, con el entendimiento tácito flotando en el aire. Las colas de Kohana seguían balanceándose suavemente, en una compleja danza de emociones. Kohana y sus cachorros observaban a Issei con cautela, con sus pequeñas orejas de zorro agitadas por la curiosidad. Era un comienzo, un paso tentativo hacia una conexión que, con suerte, se fortalecería con el tiempo.

El silencio se rompió cuando ella le preguntó si se encontraba mejor, y sus colas se enroscaron a su alrededor mientras esperaba su respuesta.

El cansancio de Issei pareció disiparse momentáneamente cuando la amable preocupación de Kohana se apoderó de él. Agradeció su pregunta, aunque no comprendía del todo las circunstancias que le habían llevado a vomitar sangre y desmayarse.

Asintió con la cabeza y esbozó una leve sonrisa. "Ya me encuentro un poco mejor, gracias. Ha sido un día largo e... inusual". Intentó encontrar las palabras adecuadas para explicar lo sucedido, pero decidió reservarse algunos detalles por el momento. No quería cargar a Kohana con lo extraño de su situación.

El dragón guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora