Capítulo 5

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Al día siguiente, en clase, se sentó al lado de Sarah. Había llegado un poco tarde, así que la saludó con un movimiento de cabeza y escuchó al profesor. Este estaba hablando de la literatura actual. Pronto dejó de escucharlo, en parte porque se aburría, en parte porque Sarah le había dado un golpecito en el brazo. Estaban al fondo de la clase, así que no había mucho peligro en hablar.

—¿Qué te pasó ayer?

—Nada. No me apetecía venir mucho a clase. Estuve en la biblioteca. ¿Me perdí algo interesante? —era una pregunta meramente formal, sabía que lo interesante de ese pueblo no se encontraba en ese instituto, más bien en la casa de su compañera.

—No, la verdad es que no —Sarah confirmó sus sospechas.

—Oye, ¿te importaría no mencionárselo a Ángel o a Damon? Es que no lo saben —no quería tener que dar explicaciones a Damon ni tener que iniciar una nueva discusión sobre no ir a clase.

—Ningún problema —sonrió con complicidad.

Pasaron el resto de la clase en silencio. Cuando el timbre sonó, Sarah se puso a hablar alegremente. Parecía muy contenta de tener alguien con quien hacerlo.

—¿No tienes ganas de que llegue el miércoles? Va a ser divertido.

—No lo dudo —eso era cierto. Sarah no se imaginaba las ganas que tenía Kneisha de que llegase el miércoles. Y sí, iba a ser divertido.

El resto de la semana pasó sin incidentes. El viernes había una fiesta de inauguración del curso en el instituto. Por la mañana cantaron el himno del colegio —Kneisha no podía creerse que tuviesen de eso, era bastante absurdo—, la tarde la tenían libre, y por la noche había que asistir a un pequeño banquete y baile en el gran patio del edificio escolar. A Kneisha no le hacía demasiada gracia nada de aquello, así que optó por ponerse un sencillo vestido negro con unos bordados alrededor del cuello para asistir al acto. Las pocas esperanzas que tenía de que por algún extraño motivo Ángel acudiese al baile, se desvanecieron cuando vio a Sarah acercarse a ella, sola, con un bonito vestido rosa. Tampoco ella parecía demasiado entusiasmada con todo el asunto del baile. Pero, al menos, para ella la noche cambió un poco. Michael, enfundado en un bonito traje negro que no hacía más que resaltar lo musculoso que era, se acercó a Sarah. Cogiéndola de la mano, dijo:

—¿Me concederás, al menos, un baile? —sonrió, lo que era algo nuevo y que le sentaba muy bien en contraste con su habitual aspecto enfurruñado. Antes de irse con Sarah, le dirigió a Kneisha una mirada de advertencia, que ella no entendió.

El resto del fin de semana pasó volando entre los deberes acumulados. Los primeros días de la semana también pasaron rápido, de manera que el miércoles llegó sin hacerse esperar demasiado. En todo ese tiempo, no había sabido nada de Ángel. Tampoco había preguntado nada a Sarah ni a Damon sobre lo que había averiguado en la biblioteca, ni sobre lo que había sucedido después. No quería poner en peligro su amistad con Sarah, la valoraba demasiado para arriesgarla, y no pensaba que Damon le fuese a contar mucho.

Kneisha se estaba arreglando frente al espejo para la cena. Últimamente notaba algo extraño en ella, aunque no sabría decir el qué. Estaba pensando cómo podía averiguar algo sobre los hermanos y el incidente del bosque. No podía revelar su mañana en la biblioteca sin delatar que se había saltado las clases, y tampoco quería que supiesen que había estado investigando sobre ellos. Tenía que ir con pies de acero, no iba a ser nada fácil. Cuando terminó de vestirse con una elegante camiseta negra que se anudaba al cuello y unos vaqueros informales, sonó el timbre de la puerta.

Bajó las escaleras justo a tiempo de ver cómo Damon abría la puerta y aparecían los hermanos. Tan atractivos como siempre, cuando estaban juntos su belleza se realzaba. Ángel había cambiado su habitual cazadora por una beige sobre una camiseta blanca abotonada hasta la mitad y unos sencillos vaqueros. Sarah llevaba unos vaqueros rotos por todas partes y una camiseta demasiado ancha con un mensaje escrito en ella.

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