Capítulo 16

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El día siguiente transcurrió entre los preparativos. Parecía que debían vestir de gala, así que los chicos se fueron con los primos de Damon a prepararse, mientras ellas se quedaron con Alecia y las primas.

Parecía un auténtico ritual: debían encontrar el vestido perfecto, el color perfecto y el maquillaje perfecto. Kneisha estaba aburrida y miró a Sarah, pero claro, ella estaba disfrutando como un niño el día de Navidad con todo aquello. De hecho, ya estaba dando consejos sobre cómo resaltar los ojos o los labios, sacando un set de maquillaje que había traído del mundo de Kneisha.

Al final, ambas terminaron con unos bonitos vestidos. A ambas les llegaban por encima de la rodilla. El de Sarah era morado y se anudaba al cuello, mientras que el de Kneisha era rojo de tirantes.

—Este está siendo mi día favorito desde que hemos llegado aquí —sentenció Sarah.

Después, se reunieron con los chicos y fueron a la plaza principal del pueblo. Habían encendido una hoguera y parecía que todos estaban reunidos allí.

Uno de los primos de Damon, llamado Nathan, dio un paso adelante.

—Cuando los mundos se fusionen, estaremos a vuestro lado para luchar. No podéis hacerlo solos, solo sois cinco. Seremos vuestro ejército. Seremos vuestros puños. Derramaremos nuestra sangre para que vosotros podáis cumplir con vuestro destino. Para que vosotros lideréis el Nuevo Mundo. Para que sembréis la paz dentro del caos.

—¡SEREMOS VUESTRO EJÉRCITO! – gritó.

—¡SEREMOS VUESTRO EJÉRCITO! – corearon los demás presentes en un grito que rompió el tranquilo atardecer.

—¡SEREMOS VUESTROS PUÑOS!

—¡SEREMOS VUESTROS PUÑOS!

— ¡DERRAMAREMOS NUESTRA SANGRE!

—¡DERRAMAREMOS NUESTRA SANGRE!

Después de esa muestra de fidelidad hacia ellos, comenzó la celebración en ese mismo lugar. Sacaron bebida y comida, y la música empezó a sonar de fondo.

Saber que no estaban solos en la lucha era algo reconfortante para todos. Era una locura pensar que ellos cinco podían hacerlo solos. Damon les dijo que probablemente habría más gente dispuesta a luchar de su parte cuando llegara el momento, y que no debían preocuparse por eso.

La gente comenzó a bailar alrededor del fuego. Kneisha nunca pensó que vería algo así. Saltaban y corrían en una extraña danza. Michael se levantó y tiró de la mano de Sarah hasta llevarla a la zona de baile. Y a pesar de que no conocían la danza, lo hicieron y bailaron muy bien. Pronto cogieron el ritmo de la canción y parecía que aprendían los pasos sobre la marcha.

Kneisha sintió que una mano intentaba levantarla del suelo. Miró hacia arriba y vio los ojos desafiantes de Ángel.

—Vamos a bailar —dijo, a la vez que intentaba levantarla del suelo.

—Ángel, sinceramente, no creo que sea la mejor idea del mundo —Y no lo era. Nunca se le había dado bien eso de bailar—. Soy un desastre bailando, soy incapaz de coordinarme. En serio, no quieres ver eso.

—Oh, vamos... yo bailo bien —dijo, con una sonrisa—. Todo depende de quién te lleve. Ya verás, conmigo lo harás bien —dijo, con autosuficiencia.

—En serio, Ángel, déjalo.

—Me estoy empezando a sentir rechazado, no hieras mi ego, Knei —ella sabía que lo decía de broma, pero comenzaba a hacerla dudar.

—Además, no me sé el baile —era su último argumento, ya no sabía qué más decir, la estaba mirando tan fijamente que la estaba dejando sin palabras.

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