Epílogo

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Era una tarde de mediados de septiembre, y el sol decoraba de nuevo con destellos dorados el mar del puerto de lo que un día había sido Littlemagic, aunque poco quedaba ya de aquel pueblo. Y poco quedaba de lo que había sido ella entonces: todo había cambiado, pensó Kneisha, mientras observaba el movimiento del agua. Habían pasado cinco años desde aquel día en que miraba al mar tratando de hallar consuelo por la desaparición de sus padres. En aquel mismo sitio, en aquel mismo lugar; pero no exactamente igual.

El Nuevo Mundo no se parecía a nada que nadie hubiese visto antes. Los cuatro mundos habían encontrado la manera de convivir en uno solo. Los altos edificios y la tecnología se mezclaban con los enormes bosques y vastos desiertos de una manera inimaginable. Por ejemplo, el edificio que había sido de sus padres, cuya empresa de tecnología ahora dirigía Lucas, se alzaba en medio del bosque donde vivía la familia de Damon y su madre, muy cerca de la Iglesia, dando un aspecto muy curioso al paisaje. Ojalá Damon estuviese para verlo. Aunque su sacrificio había sido necesario, no dejaba de doler horrores.

Su hermano Lucas había conseguido superar su error o, al menos, eso quería aparentar. Pero Kneisha había aprendido a leer sus emociones, escondidas tras sus llamativas gafas de sol o sus modernos peinados, y sabía que no lo había conseguido. Ahora lo conocía muy bien, estaban muy unidos. Sobre todo desde que, juntos, habían hallado los cuerpos sin vida de sus padres y habían buscado consuelo el uno en el otro.

 Reinar no estaba resultando nada fácil. Lógicamente, las disputas surgían por todas partes, las rebeliones y las diferencias de opiniones. Mucha gente se resistía al cambio, lo que era lo más lógico del mundo. Ya nada era igual y la gente era demasiado diferente entre sí. La magia corría por el mundo, pero solo aquellos procedentes del mundo de Damon eran capaces de usarla con soltura, lo que causaba la envidia de todos aquellos que, frustrados, no conseguían dominar la energía a pesar de las clases y entrenamientos que tomaban.

Para la gente de su mundo y el de Sarah era difícil adaptarse a los monstruos que ahora existían: tanto los Guerreros como las criaturas mágicas. Por otro lado, los originarios del mundo de Sarah tenían la capacidad de vencer la fuerza de la gravedad, la cual había disminuido y podían sobrevolar el suelo. En el fondo, con el tiempo, todo el mundo debería ser capaz, pero eso asustaba mucho a la gente de los otros lugares. Y los habitantes del mundo de Damon y el de Michael no acababan de acostumbrarse a las grandes ciudades y la tecnología.

Y entre todo estaban ellos cuatro. Todos tenían puestas sus esperanzas en ellos, y acudían queriendo que les resolviesen muchos problemas. Era un auténtico caos. A veces, deseaba poder recibir el consejo de Damon: él seguro que sabría qué hacer.

Sintió una patada en la tripa y sonrió. Sí, le dejaría un mundo mejor a su hijo o hija, Ángel y ella habían preferido no saber qué era. Se habían casado tres años atrás, justo uno más tarde que Michael y Sarah. Estos últimos estaban muy emocionados de que su hija Kate tuviese un primo con quien jugar.

Entonces, la vio. Lo que estaba buscando: la botella que Ángel había lanzado con un mensaje dentro hacía cinco años. La había buscado usando su conexión con el agua y, por fin, la había encontrado. Estaba flotando a la intemperie de las suaves olas. No tardó mucho en hacerse con ella. Deslizó sus dedos por el vidrio mojado, y con cuidado quitó el tapón de corcho. Sacó el papel desmejorado y arrugado por la humedad. Procurando no romperlo, lo desdobló.

Agua y fuego. Siempre

No pudo evitar sonreír.

Kneisha sacudió su cabeza, tal y como había hecho cinco años atrás, mientras iba a la vieja casa de Ángel y Sarah. Ángel la estaría esperando, estaban pasando unos días juntos alejados del mundo. No se equivocaba: la recibió con los brazos abiertos. Palpando su barriga, le dijo:

—Tenemos visita.

Asomados a la puerta estaban Sarah y Michael. Este último tenía sentada sobre sus hombros a Kate, que reía mientras saludaba a Kneisha.

—Pensamos que os gustaría un poco de compañía —dijo Sarah, con una sonrisa.

—Es que Sarah se aburría —puntualizó Michael. Sarah le fulminó con la mirada, mientras Kate se reía.

—Venga, vamos dentro —dijo Kneisha.

Y así, los cuatro amigos, los cuatro reyes, los cuatro héroes, entraron en la casa. La puerta se cerró detrás de ellos y, recuperando las viejas costumbres, no echaron el cerrojo.

 La puerta se cerró detrás de ellos y, recuperando las viejas costumbres, no echaron el cerrojo

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Nota de la autora:

El final de Nuevo Mundo ha llegado, aunque en realidad es el comienzo de una nueva aventura para nuestros personajes, que siguen habitando esa nueva realidad de fantasía.

Estoy nerviosa mientras escribo esto, porque, después de tanto tiempo con esta historia escrita, me emociona haber terminado de publicarla en Wattpad. Ya lo dije en el capítulo anterior, pero quiero repetirme: muchísimas gracias a todos los que habéis leído, votado y comentado. Leer vuestras teorías (que han sido muchas!) y opiniones ha sido la mejor experiencia que he tenido como escritora hasta ahora. 

No sé si en algún momento retomaré la historia de este libro, ya sea haciendo una continuación o escribiendo algo sobre el pasado de Damon, Adrianna y los padres de Kneisha. Esto último algo que tengo en mente desde siempre, aunque ahora mismo tengo otros proyectos en curso, como Hielo violeta (que espero que os guste mucho también). Pero me interesa saber qué opináis... ¿os gustaría una nueva historia relacionada con Nuevo Mundo? ¿Una precuela? ¿Una historia ambientada en ese Nuevo Mundo final?

Y lo dicho... muchas gracias por leer y por llegar hasta el final de este libro!!!

Crispy World

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