Capitulo 23

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Jungkook

—Jungkook despierta.

Di un manotazo a la mano que me sacudía para despertarme, mi resaca se hacía notar incluso antes de que abriera los ojos.

—Vete a la mierda.

Una luz brillante entró en la habitación, haciéndome gemir ruidosamente.

—Jesús Kai. Me estás matando.

—No, te lo estás haciendo tú solito. —Le oí rebuscar en algo—. Por el amor de Dios, Jungkook, ¿has bebido durante tres días seguidos?

Me pellizqué la frente, rogando que la habitación dejara de dar vueltas.

—Puede ser.

—Idiota.

Me incorporé y me estremecí al ver el estado de la habitación. Aunque no la había destrozado, tampoco la había limpiado. Tenía que dejar una buena propina a la asistenta.

—Toma. —Kai me puso una taza en la mano. Sus cálidos ojos marrones estaban llenos de compasión y comprensión—. Bébete esto.

—Gracias —murmuré. La cafeína me golpeó la lengua y me hizo retroceder unos centímetros la resaca—. ¿Qué día es hoy?

—Viernes. Tenemos un espectáculo esta noche. —Su mirada se desvió hacia mi teléfono, enchufado en mi mesilla de noche—. ¿Sabes algo de él?

Negué con la cabeza bruscamente. Hacía una semana que no lo veía. Hacía una semana que no oía su voz. Le había tocado la cara. Besado sus labios. El orgullo me había impedido contactar con él, pero no me arriesgaría a perderme un mensaje o una llamada de Jin. Incluso con todo lo que Kevin me había contado, no podía evitar desear oír su voz. Sólo una vez más.

Le echaba de menos... aunque sabía que no debía. Pero el desamor no funcionaba así.

—¿Qué ha pasado?

Suspiré. No les había contado a los demás lo que había pasado, pero no podía posponerlo para siempre. En realidad, agradecía que me hubieran dado tanto espacio. No habría sido tan generoso si hubiera sido al revés.

—Lo que predijiste. Sólo quería una aventura. Buscaba una excusa para dejarlo.

—Menudo puto cabrón.

Hice una mueca de dolor ante las duras palabras de Kai.

—No lo llames así.

Kai levantó una ceja, cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Por qué no? Se ha portado fatal contigo, así que ¿por qué no iba a hablar mal de él?

—¿Te gustaría que dijera lo mismo de Silas?

—Eso es diferente. No me ha hecho daño. —Se burló Kai. Ahora me tocaba a mí enarcar una ceja.

—¿No lo ha hecho?

A Kai se le contrajo un músculo de la mandíbula antes de resoplar.

—Está bien. Me guardaré mis pensamientos. ¿Qué dijo Jin antes de irse?

—Nada. —Tomé otro sorbo de café, con la esperanza de que aplastara las náuseas que se arremolinaban—. Al menos, nada a mí.

Le conté lo que había dicho Kevin, Kai se ponía rígido con cada palabra.

—Así que eso es todo. Se reducía a mí o su trabajo, y no fue a mí a quien eligió. Tenías razón. Jin no siente lo mismo que yo. Creía que sólo le costaba abrirse, pero...

★Él lo vale todo★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora