ℂ𝕒𝕞𝕓𝕚𝕒𝕣 |𝕊𝕖𝕧𝕖𝕣𝕦𝕤 𝕊𝕟𝕒𝕡𝕖 𝕪 𝕃𝕚𝕝𝕪 𝔼𝕧𝕒𝕟𝕤

29.- Disputas

L.E

Durante las siguientes semanas, Lily continuó reuniéndose con Severus para estudiar. Nadie había sospechado nada y con la ayuda de Macmillian su ausencia logró pasar desapercibida en la casa de Gryffindor. O al menos con la mayoría de los Gryffindor. Lily podría haber jurado que vio a Lupin lanzarle miradas de complicidad, pero tal como habían resultado las cosas la última vez, tenía derecho a sospechar. Si Lupin lo sabía, no le diría nada a nadie y por eso estaba agradecida. Otra disputa con James, Sirius o toda la casa Gryffindor en general no era un pensamiento agradable.

El libro, los secretos del arte más oscuro se había desvanecido en el fondo de su mente. Sin embargo, durante las clases y a altas horas de la noche, la idea de los horrocruxes aparecía en su cabeza. La curiosidad que tenía por el libro casi la consumía, pero cada vez que entraba a la sala de estudio nunca tenía el descaro de abrirlo. La información que contenía el libro era algo peligroso y algo secreto. La información era peligrosa, y al igual que Snape -aunque ella no lo sabía- fue lo que hizo que su curiosidad se hiciera más fuerte. Sorprendentemente, estar cerca de Snape mantenía su curiosidad a raya. Él se había acercado significativamente a ella con cada minuto que pasaban juntos.

En cualquier clase que compartieran, solo se mostraron corteses el uno con el otro y en los pasillos intercambiaban saludos con la cabeza. Ambos tuvieron el mismo pensamiento; no podían ser atrapados el uno con el otro. Las dos casas estarían alborotadas y las burlas de James y Sirius hacia Snape solo empeoraría. Lily quería ser abiertamente su amiga, pero odiaba la idea de las reacciones que recibiría. La idea de que alguien más que ella controlara con quién salía la enojaba mucho, pero sabía que Snape también lo consideraba imprudente, ya que siempre había preferido pasar desapercibido.

Lily gimió mientras rodaba hacia el lado opuesto de su cama con dosel. Con Doris y Macmillian dormidos, la habitación estaba en silencio, excepto ella, y sus pensamientos estaban llenos de Severus. La leve sonrisa que mostraba cuando encontraba algo divertido o cuando bromeaba, a su manera franca y aburrida. El cabello negro como la tinta que caía sobre sus ojos color carbón lo hacía parecer misterioso. Cada vez que entraba a la sala de pociones abandonada para estudiar con Lily parecía relajarse visiblemente. Toda la rigidez abandonó sus hombros y la expresión fría y pétrea que normalmente llevaba se desvanecía en algo parecido a la diversión y la calma.

Los sentimientos que contenía hacia Snape eran un desastre confuso. Rabia, porque no permitiría que su amistad pasara del aula de pociones. Felicidad, ante la idea de que él podría actuar de manera algo normal y acogedora con ella. Nerviosa, porque bueno no sabía por qué. El pálido chico de Slytherin había tenido un nuevo sentimiento dentro de ella que nunca había experimentado. Algo de calidez, comodidad y felicidad general. Cada vez que veía al desgarbado Slytherin en los pasillos, su estado de ánimo mejoraba cada vez más.

El cambio dramático es lo que los demás notaron en ella y sólo Macmillian sonreía con complicidad, sabiendo exactamente por qué y quién había causado el cambio en su humor. 

Pero los sentimientos que estaba desarrollando eran algo diferente, la ponía nerviosa y aturdida. Si él la miraba fijamente o de manera divertida durante demasiado tiempo, sus mejillas comenzaban a arder y sabía que se volvían escarlata. Estos sentimientos querían sentir sus dedos fríos sobre los cálidos de ella y hablar de todo con él. Estos son los sentimientos que ella reprimió cada vez que pensaba en él.

El calor se extendió por sus mejillas cuando Lily comenzó a pensar en Snape otra vez. El Slytherin nubló sus pensamientos de una manera inexplicable. Y de todos modos no estaba exactamente segura de querer que se lo explicaran. Con un gemido en la almohada, Lily salió del calor de su cama y salió al aire fresco del dormitorio que compartía con Macmillian y Doris.