Capítulo VII: Decisiones - Evidencias

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–⚔️–

–¿Qué harás con él?– preguntó Jiwoo desde el sofá. 

Desde que llegaron a la propiedad decidió no mencionar más el tema sobre Marco, sabía lo suficiente por ese día y se dijo que solo necesitaba de la ayuda de la mujer quien no hizo sino quedarse junto a él y el bebé que ahora ella cargaba, aún seguía furioso, pero por alguna extraña razón estar ahí le hacían relajarse un poco. 

–No lo sé, no.... no sé si pueda quedarme con él–

–Félix, sabes que no es tu obligación–

–Nadie de su familia está vivo, mamá– le recordó– Solo..., necesito pensar.  

Su mirada demostraba preocupación, más no le afligió. 

Lombardi sí había atacado, pero no en la ubicación que les proporcionó. Los Laurentis no se encontraban en el país y solo se encontraban de regreso esa noche, el bebé que ahora cargaba su madre era el hijo de Karla Laurentis y nieto de Don Mario, lo habían dejado con su niñera a quién también asesinaron pues no quisieron sacarlo del país y, solo por esa decisión, ahora estaba ahí con ellos y no corrió con la suerte de toda su familia quienes murieron baleados a pocos kilómetros del aeropuerto de Messina, dejándolo huérfano. 

–Será mejor que descanses, nada de esto es fácil– miró a su madre quién se levantó con intenciones de irse. 

–Se quedará conmigo - dijo refiriéndose al bebé.

–¿Estás seguro?– respondió con un asentimiento de cabeza a su duda– Si necesitas algo no dudes en llamarme. 

–Ropa, él necesita ropa–

–Claro– se despidió de ella con un beso en el cachete. 

¿Si sabía algo de bebés?, bastante diría él. 

Para cuando llegó a su pieza notó la carita sucia del niño, obligándolo a darle un baño rápido y de paso limpiarse él también. 

Cuando el agua de la tina estuvo lo suficientemente tibia los desnudó, flexionando sus piernas hacia su pecho para dejarlo en ellas, estaba tan dormido que no sintió sus caricias limpiándolo y en ese momento se sintió el hombre más feliz de la tierra; pequeños balbuceos y suspiros salían de su boquita a medida que mojaba su cuerpecito mientras que con su manita agarraba su dedo como si temiera que él se fuese. Terminó luego de bañarse y decidir que ya era suficiente, lo que menos quería era provocarle un resfriado. 

Ya cambiado se dedicó a él, no tenía cosas para bebé, claramente, simplemente tomó un poco de su crema corporal y con ella dio masajitos por todo su cuerpo, al terminar notó cómo abría sus ojitos viéndole fijamente como si analizara quién era, más no lloró ni hizo nada. 

–Así que Jake, ¿No?– le habló bajito– Bueno Jake, yo soy Fefi– tomó su ropa y lo cambió aún con su mirada fija, conociendo su llanto.  

De repente había comenzado a llorar que creía transmitía pánico en el rompiéndole el corazón, con ansias lo tomó en brazos y se recostó en la cama con su espalda en la cabecera de la misma, acurrucándolo y susurrándole para calmarlo. 

–Tranquilo bebé, nada pasó, ¿Sí?, yo estoy aquí– susurró sobando su espaldita tratando de calmarlo– Shh, nada te pasará Jakie, no si estoy contigo, Fefi te cuidará.  

Entre sus brazos los pequeños espasmos por su llanto parecieron calmarse, su manita se aferraba en un puñito en su camisa diciéndole solamente que él trataba de buscar calor corporal, decidido se deshizo de la camisa, cuando lo hizo él se pegó aún más a su pecho, calmándose al escuchar sus latidos, haciéndole sentir más que un cúmulo de emociones, principalmente alegría. 

Amor a muerte  | ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora