Como reflejo al tono de su voz, Félix se sintió lleno de energía de repente, energía que le era necesaria si deseaba salir de ahí con vida, rápido.
Con Marco a unos pasos de él, se levantó - A diferencia de ti, yo vivo por esas vidas, por cada una de las gotas de sangre que hice derramar, porque cada una de ellas me baña en remordimiento
-Eres un asesino, Lee Félix, ningún perdón te quita eso - limpió con su muñeca la sangre de su brazo que empapaba el arma, dificultando su agarre - Nada lo hará - Todo fue rápido, tanto que para Félix pareció no suceder.
Lombardi se abalanzó encima de sí disparando en el proceso, pero pudo esquivarlo, tiró su cuerpo encima de él aprisionándolo contra la pared, debía acabar con él. Luego de eso no creyó que fue él quien clavó esa navaja en su abdomen, mucho menos que fue quien aprovechó la sorpresa del hombre para arrebatarle el arma y usarla, el sonido ensordecedor inundó sus oídos haciendo que bajase la mirada por unos segundos y que, cuando volvió a subirla, encontrase frente a si el expresivo rostro lleno de dolor del hombre.
-Tienes razón, nada lo hará, pero con la tuya no cargaré - Dejó de aprisionar el cuerpo de Marco y vio como este cayó al suelo tratando de retener el poco aire que retenía en sus pulmones
Félix se agachó hasta él - No eres sino un parásito en la vida de todos, una bestia que no duda dos segundos en accionar el gatillo, y esa, Marco, es la gran diferencia entre tu y yo -
-¿Y es que el perdonar un par de vidas te hará un santo?, lo quieras o no, tu manos ya están llenas de sangre - tosió
Lee no creyó que valdría la pena seguir escuchando sus palabras, claro que no, por eso decidió levantarse y acabar con el trabajo, pero antes que pudiera hacerlo el frío e indiscutible liso del metal lo atravesó
-Existe una delgada línea que cruzar para ser una bestia, Lee, y tu muy bien lo sabes - el puñal cayó al suelo retumbando en toda la habitación
Félix no sabía cómo reaccionar; estaba en shock. El suéter se impregnó más de lo que ya estaba del espeso y metálico líquido, corrientes de electricidad atravesaron todo su cuerpo alertando de que algo estaba mal, muy mal. Su mano como reflejo innato se apoyó en la herida buscando aprisionar y evitar así una hemorragia, pero parecía que debía salir de ahí más rápido de lo que pensó.
Como un punzón vivo en fuego atravesando su cuerpo se sintió levantarse, las piernas le temblaron y sus pulmones demandaban más aire, pero lo logró.
Con su otra mano empuñó más fuerte el arma entre sus dedos, el rostro de Marco de a poco se permitía expresar más el dolor físico que sentía, yaciendo en el suelo inmóvil Félix decidió de una vez por todas acabar con todo.
-Tal vez nos veamos en el infierno - y un disparo se escuchó
Pena, Remordimiento, Tristeza; Algo, deseó sentir algo luego de eso, pero no pudo sino sentir la nada misma.
Había acabado con el hombre causante de tanto dolor en su familia, aquel que le torturó por casi tres días seguidos y creyó terminaría con su vida, el que quiso acabar con su madre y amenazó de hacer lo mismo con su hijo, pero no sintió nada aparte de paz, una extraña pero reconfortante paz que le regocijaba todo su ser, y le asustó.
¿Acaso sí era el monstruo que Marco dijo que era?, le aterraba pensarlo, no, él no quería ser un ser despiadado. Su mente le pasó malos recuerdos en esos momentos tan rápidos que le dio miedo, tembló mientras caía sobre sus rodillas a un lado del cuerpo inerte, el olor de sangre bajo él se coló por su nariz, le picaba.
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Amor a muerte | Changlix
Hayran KurguLee Félix siempre tuvo entre sus creencias, sin importar qué, los más débiles debían estar fuera del cruel juego de la muerte a toda costa, fiel a sus principios aún dentro del retorcido mundo en el que nació, pero ¿Qué pasa cuando un día toda su re...