Capitulo 7: La información es importante

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Su brazo esquelético desapareció en aquella fractura en el espacio que él llamaba su inventario. Fue un momento extraño, como si un listado completo de cada cosa allí se escribiera en su mente. Incluso aquellos objetos que él mismo había olvidado y que habían acumulado polvo durante años eran descritos por este sexto sentido que había adquirido.

Después de leerlo detenidamente, notó que no había mucho de utilidad. Los inventarios de los jugadores no eran como las tesorerías de los gremios; estaban muy limitados. Raramente los jugadores guardarían muchos objetos valiosos en ellos por temor a ser emboscados y perderlos en un combate jugador contra jugador.

Aunque Momonga tenía un inventario lleno hasta casi rebosar de objetos, la mayoría de estos eran inútiles para él, y no supondría una gran pérdida si llegaran a caer de forma aleatoria.

¿Para qué un no muerto del máximo nivel necesitaría cuernos para convocar goblins de bajo nivel?

La única razón por la que estos objetos se acumularon en su inventario fue porque los había obtenido de la tienda de efectivo después de girar la rueda de la fortuna en busca de un verdadero premio gordo. Había perdido la cuenta de cuántas veces había apostado su dinero solo para recibir basura.

Con el dolor en su corazón, tomó dos pergaminos y los contempló, debatiéndose internamente sobre si era realmente necesario gastarlos en esta ocasión. Incluso si estuviera junto con Nazarick y tuviera acceso a su tesorería, aún sufriría al gastarlos de manera imprudente.

"Solo tengo una copia de cada uno en mi inventario... espero que no me decepcionen", pensó Momonga mientras sostenía los dos pergaminos en sus manos, consciente de la singularidad de los objetos que estaba a punto de usar.

Aplicando un poco de su maná, ambos pergaminos comenzaron a brillar con llamas blancas, consumiéndose en cuestión de segundos. Uno de ellos se convirtió en partículas de luz que rodearon a Momonga, dándole un halo que, poco después, se desvaneció hasta desaparecer.

El otro pergamino, en cambio, dejó tras de sí cenizas residuales que se aglutinaron, formando un ojo que flotó imperturbable frente a su taumaturgo, esperando una orden.

El inexistente corazón de Momonga estaba apretado por la angustia y el dolor. Realmente no quería usar esos pergaminos, pero sabía que lo hecho, hecho estaba.

Los pergaminos de "[Ojo de Dios]" y "[Antiadivinación V]" eran extremadamente raros y costosos, no solo porque contenían hechizos de décimo nivel, sino por la dificultad de su producción. La única forma de crearlos era teniendo clases ultra especializadas en adivinación, y debido a su utilidad innegable, los grandes gremios los compraban en cuanto aparecían en las subastas.

Siendo los máximos exponentes de la adivinación y las protecciones contra ella, eran como seguros de vida para los jugadores y sus gremios. En un conflicto a gran escala, el lado que no se atreviera a usarlos quedaba automáticamente en desventaja, especialmente si el conflicto tenía como objetivo algo de valor incalculable.

Momonga siempre se había sentido culpable de no haberlos utilizado cuando ocultaban la mina de cristales. Con la protección de "[Antiadivinación V]", nunca habrían descubierto la ubicación de la mina, y Nazarick habría estado enriquecida. No quería cometer el mismo error nuevamente.

Así que, con determinación, Momonga miró al ojo flotante originado por el pergaminio de "[Ojo de Dios]". Este sería su ojo en el cielo, su garantía de seguridad y su ventaja en este mundo.

Sintiéndose un poco más seguro, Momonga procedió a retirar el Anillo Ouroboros de su dedo y reemplazarlo por un Anillo de Vigía. Estos anillos eran relativamente comunes y su único propósito era advertirle en caso de ser espiado, desencadenando una magia previamente cargada.

La última gran misiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora