Capitulo 18: Aumentando sus fuerzas

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En lo más profundo del desolado Knossos, un grupo de monstruos se había congregado, sus aspectos marcados por el sufrimiento, retorcidos en el suelo y gimiendo por un dolor inimaginable. El número reducido de aquellos que mantenían la calma intentaba contener la desesperación. "No se resistan, solo aumentará el dolor", pronunció Lyd en un intento de ayudar, aunque sus palabras parecían perderse en el gemido angustioso de sus compañeros. Incluso él carecía de la fuerza suficiente para persistir en su persuasión.

Como uno de los tres líderes Xenos, ansiaba hacer todo lo posible por sus camaradas, pero se veía rebasado por la situación. Por un momento, anheló la ignorancia que caracterizaba a sus hermanos, nacidos sin el don de un anhelo.

Un pulso de energía oscura había invadido la mazmorra, alterando a la Madre y provocando cambios profundos en sus hijos. Para muchos monstruos, esta transformación era una bendición: sus fuerzas crecían, y sus cuerpos se convertían en versiones superiores de sus especies. Sin embargo, para los Xenos, esta manifestación era una maldición disfrazada. El poder invadía sus mentes, influenciando sus corduras. Requiriendo una voluntad inmensa, debían apartar los susurros insidiosos mientras asimilaban esa energía.

A pesar de la agonía que sufrían, los Xenos resistían con todas sus fuerzas la tentación de ceder ante el poder oscuro que se infiltraba en sus seres. Para ellos, la resistencia no solo significaba soportar el dolor físico, sino también luchar contra la posibilidad de perder sus identidades y ser transformados en algo que ya no reconocerían como ellos mismos. Era una batalla no solo contra el veneno que alteraba sus cuerpos, sino también contra los susurros insidiosos que buscaban corromper sus mentes y voluntades.

El miedo a perder su individualidad y convertirse en simples extensiones de la voluntad de la mazmorra se interponía en su camino, alimentando su determinación para no ceder ante el oscuro influjo que amenazaba con consumirlos por completo.

"Déjalos, no te escuchan. Están demasiado perdidos en sí mismos para oírte", expresó Gros, su mirada impotente reflejando la escena. Su cuerpo parecía estar descascarándose, y crujidos dolorosos le recorrían, dejando heridas profundas en la piedra que fungía como su piel.

"Nosotros no estamos mucho mejor. Nos vemos terribles", suspiró Lyd al notar cómo muchas de sus escamas rojas se habían desprendido, siendo reemplazadas por un nuevo conjunto oscuro.

"Me falta poco para consumir toda la energía. Para cuando termine, alcanzaré el límite del nivel 5, a un solo paso de poder enfrentar a aventureros de nivel 6", declaró Gros mientras se levantaba con dificultad. "Si vuelvo a la mazmorra, debería poder lograrlo", se dijo a sí mismo.

Para un Xeno, elevar su nivel era una tarea ardua. Carecían de falnas que registraran sus logros y recolectaran la excelia; su única manera de lograrlo era cazar y devorar las piedras mágicas que encontraran. Además, no podían aprovecharse de recolectar piedras mágicas de bajo rango, ya que estas no surtían efecto en los Xenos de alto nivel.

Xenos como Gros y Lyd, comparables a aventureros de nivel 5 como mínimo, debían consumir piedras mágicas de monstruos que hubieran alcanzado el cuarto nivel para apenas notar algún cambio.

"¿Quieres volver? ¡Casi morimos para llegar con la mayoría de nosotros a salvo a Knosos! La Gran Madre está furiosa; el solo hecho de acercarse causa que mi cuerpo se erice de miedo. Además, la energía oscura es demasiado invasiva, y se está volviendo más densa a cada minuto", exclamó Lyd, exaltado por la situación.

"Por eso ahora es el mejor momento para volver. La energía que bombea en nuestros cuerpos es como comer varios cientos de piedras mágicas, y mi núcleo aún puede soportarlo", argumentó Gros mientras comenzaba a caminar en dirección al pasillo que conectaba con la entrada a la mazmorra más cercana.

La última gran misiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora