Capítulo 15

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Yuchijiro Denkō

—¡Bartra!— bramó el castaño ya enojándose.

—Dan, cálmate— Yuchijiro habló con total calma. Miró con su único ojo a Bartra, le sonrió de manera amigable —Ven y toma mi cabeza, si tanto lo ansias— a claras luces resultó una burla.

Fue el colmo para Bartra. Invocó su lanza y se abalanzó a una velocidad inimaginable contra Yuchijiro —¡Eso haré!— afirmó a la vez que la lanza se acercaba al cuello del pelirrojo.

Nadie pudo reaccionar, ya cuando se dieron cuenta, el príncipe más temido y el nombrado Rey más fuerte habían finalizó su breve encontronazo. Las garras de Yuchijiro, filosas como dagas, apuntaban a la garganta de Bartra. La consternación escrita de su rostro se amplificó en gran medida al ver la burlesca calma del pelirrojo, no entendía, se suponía que ni siquiera los más rápidos del continente podían reaccionar a ese ataque sorpresa pero aquí estaba ese hombre… no… ese monstruo, mirándolo indiferente y hasta con pena en su único ojo —Ni tu padre hubiera realizado un acto tan rastrero como lo que acabas de hacer— la mano que no apuntaba a su garganta sostenía la lanza —Pero no es lugar para manchar sangre, ¡Damas y caballeros, la guerra entre la Nación del oro y la Nación del hierro sigue en pie, pero son libres de no intervenir!— afirmó con sencillez mientras el Rey de la Nación del agua y el Rey de la Nación viento se levantaban.

—Ya escucharon, no hay nada más que hablar— afirmó el Rey de la Nación del agua.

—Quién sea que intervenga, se enfrentará no a mi nación, si no que a mí directamente— sentenció con fiereza el Rey de la Nación del viento.

Casi todos estaban liberando intención asesina, todos menos Yuchijiro quién aún le sonreía a Bartra —No seré yo quien te mate… mi hijo te humillara y hará lo mismo que hice con tu padre… declaró que ésta es una guerra de exterminio— su sonrisa desapareció y su mirada se afiló. Liberó de golpe toda su intención asesina, la cual opaco en gran medida a todos juntos —¡Muchas gracias por su hospitalidad, nos vemos!— regresó a su sonrisa amigable y mirada tranquila…

El relámpago cayó cerca del campo de entrenamiento de la zona recidencial de los Denkō, tenía que sacarse un poco el enojo que le provocó esa pequeña reunión. La lluvia caía con fuerza y algo raro era que hacía mucho frío. No le dió importancia y caminó sin más rumbo a los campos de entrenamiento. Fue por un mal cálculo que aterrizó en los bosques circundantes, nada del otro mundo para el.
Se detuvo al ver que el campo ya estaba siendo utilizado…

El dragón de hielo chocó contra la intensa corriente de fuego. Bajo la lluvia se lanzaban técnicas de sus respectivos elementos. En cuanto llegaban a un claro empate se lanzaban a un combate mano a mano donde mantenían una constante carrera por ver quien superaba al otro. Nuevamente llegando a un punto muerto se distanciaban y continuaban lanzando técnicas.
Las llamas con ligeros tonos azules se mantenían fervientes pese a la desventaja que implicaba la lluvia, en cambio el hielo, amplificado por el clima, se veía igualado en poder al fuego.

Embobado por la secuencia, se acercó al borde del campo de entrenamiento, a los pies de un solitario árbol con el fin de tomar asiento y continuar apreciando la vista de estos dos guerreros que no distinguía con claridad.
Pasaron otros quince minutos y el combate finalizó con el choque de dos puñetazos elementales con una carga igual y en cantidades monstruosas. Fue hermoso a su parecer, los estilos de combate, cada técnica, cada golpe bloqueado, esquivado y acertado, todo, todo fue hermoso —Una obra de arte— dijo en voz baja mientras se levantaba y se acercaba a ambos luchadores sentados en el suelo. De su sello de runas sacó un paraguas y dos raciones de alimento preparadas por el mismo.
Miró con más detenimiento y sonrió ligeramente, no pensaba verle tan rápido pero… al fin y al cabo. ¿Por qué no alegrarse de ver a su hijo?.
Usando su vago control sobre la oscuridad, hizo que un par de tentáculos sostuvieran firmemente la sombrilla en medio de los dos niños confundidos —Considera ésto un premio por tu pequeña demostración, sigue así— les dejó las raciones de alimento en el regazo a cada uno y desapareció en un destello…

Crimson Death: El Niño EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora