Capítulo 16

4 0 0
                                    

Familia Denkō
Un encuentro incómodo

Rokuro se sacó su ropa húmeda y la dejó para lavar, entro al baño y llenó la bañera de agua caliente. Estaba de mal humor, su padre era el motivo…
Se metió despacio al agua y dejó que su cuerpo se relajara a la vez que los moretones y pequeños cortes desaparecían lentamente. No tuvo necesidad de acelerar su regeneración —(¿Por qué?)— se cuestionó a sí mismo…

La lluvia seguía cayendo pero ésto solo le dió a Rokuro más ganas para salir e ir a la gran ciudad. Es algo que el ama, el salir cuando llueve.
Buscó a Yukie por toda la casa y la encontró recostada en la cama, le sonrió y se le tiró encima, frenando casi que en su totalidad su caída con elemento viento y quedando recostado con suavidad en el pecho de su compañera.
Yukie, que a todo ésto estaba leyendo, bajó un poco su libro y encontró un par de ojos juguetones, de color rojo intenso y pupila rasgada. Los ojos que le agradaba ver de forma constante a decir verdad. Le revolvió un poco el pelo y siguió leyendo un poco. Le resultó extraño que Rokuro no sacará su mirada de encima de ella y luego de unos minutos bajo su libro y vió esa mirada juguetona otra vez —¿Denkō?— preguntó ella intrigada por las intenciones de su compañero. El lanzó su mirada a la ventana de la habitación, un gesto que ella tradujo fácilmente pues más de una vez le había hecho ese mismo gesto —¿Vamos a la ciudad?— inquirió, recordando como en el bosque, con los días grises o de tormenta de nieve, el siempre le invitaba a salir por ahí.

Rokuro asintió y una sonrisa amenazó con partir su rostro…
Ambos se vistieron con sus ropas de día a día, Rokuro con su pantalón cargo, botas y remera gris manga larga, usando de abrigo un camperón negro que Zach le regaló hace unos días, puesto sobre los hombros. Yukie por su lado, llevaba un pantalón cargo gris y botas de combate negras, remera manga larga negra y una bufanda gris.
Rokuro sostuvo el paraguas y al salir lo abrió…

La lluvia caía con suavidad, no era una llovizna, tampoco un diluvio. Era una lluvia agradable en las calles de ciudad capital.
Las calles de la gran ciudad estaban muy tranquilas, nadie quería mojarse o sentir frío más de lo necesario, pero ellos dos disfrutaban de su paseo bajo la lluvia.
Rokuro, guiado por sus recuerdos de cuando tenía cuatro o cinco años tal vez, la edad se le hizo difusa, llegó hasta el café donde su madre lo llevaba a merendar junto a sus otros dos hermanos. Un lugar simple y modesto, ubicado en la zona céntrica, los dos se acercaron a la barra y tomaron asiento en los taburetes.
El dueño del lugar, un hombre de sesenta y tantos al parecer, se acercó a ambos —¿Desean algo, niños?— dijo mirando su libreta para anotar el pedido de sus dos clientes.

Un batido de manzana con canela roja— pidió el pelirrojo con su voz tan suave como la propia lluvia que caía.

El hombre rápidamente anotó el pedido y luego miro a la chica. —Un té— pidió con simpleza.

—Muy bien, en seguida se los traigo, ¿algo para comer mientras tanto?— inquirió el hombre mirando con detenimiento a Rokuro.

—¿Pueden ser tostadas con mermelada de frutilla?— preguntó Yukie ya sabiendo los gustos de Rokuro…

La puerta del café se abrió y los dos voltearon a ver de quién se trataba. Izack con una sonrisa de oreja a oreja entró al lugar, seguido de el entro Zack, con una mirada reflexiva y el seño fruncido. Para consternación de Rokuro y preocupación de Yukie, entraron otras dos personas.
Su pelo castaño anaranjado, corto hasta debajo de la nuca y pomposo. Vestido celeste y sombrero ancho blanco, su presencia Demoníaca era su sello personal —No sean tan abruptos niños— llamó la mujer con tranquilidad.
Acompañada de un hombre de larga melena escarlata recogida en una trenza que le llegaba hasta debajo de la cadera, su flequillo se dividió en un corte de libro, enmarcando su rostro y un parche cubría su ojo derecho. Iba vestido con un chaleco de gala rojo, camisa blanca y corbata azul, pantalón negro y botas de combate negras.

Rokuro simplemente se dió la vuelta y recibió su pedido fingiendo que ellos no existían. Era simple el trato que tenía con sus hermanos, quienes medianamente deseaban estar con sus padres. Ellos lo ignorarían y el seguiría por su rumbo.

—Hola Roku— saludo Yuchijiro con tranquilidad a su hijo —Sargento Kurokaze— añadió al percatarse de la presencia de Yukie.

—Usted debe ser el padre de Denkō… mucho gusto— saludo Yukie con una pequeña sonrisa —Hola amargado, sonrisitas— saludo amigablemente a los hermanos de su compañero.

—Hola Yukie/¡Yuki!— los dos hermanos saludaron en conjunto.

Oye, Denkō, ¿Quieres volver a Central?— le susurró Yukie a Rokuro.
Ella notó como el aura oscura de Rokuro aparecía nuevamente. La última vez que vió ese aura fue en el campo de batalla.

— respondió a secas, terminando de tomar rápidamente su batido junto con sus dos tostadas. Silenciosamente pidió la cuenta, pago por ambos y los dos salieron con evidente tranquilidad para disimular.

—¿Creés que nos está evitando, Yuchi?— preguntó ella mirando a Yuchijiro, el cual tenía una ceja en alto.

—Fue un encuentro un tanto… incómodo para el, puedo suponer— supuso Yuchijiro.

Zack suspiró y se frotó el puente de la nariz —El los odia, vayan a saber por qué pero… les guarda un profundo rencor— explicó el castaño mientras miraba el menú y luego al camarero que les vino a atender —Una taza de café con leche y tostados de queso— pidió con sencillez —Para Izack un chocolate caliente con una porción de torta de vainilla— pidió por su hermano, ya sabiendo los gustos de éste. Izack se hallaba dormido en el regazo de su madre a todo ésto.

—Yo quiero un batido de manzana con canela roja— pidió ella con tranquilidad.

—Un café amargo por favor— pidió Yuchijiro —Kikio, tienes los mismos gustos que Roku… ¿Son hereditarios?— preguntó genuinamente intrigado.

—La manzana y la canela de éste mundo me resultan exquisitas… las del abismo eran un asco y ni canela se podía conseguir… pero las del Inframundo superior eran… agrias y la canela era negra, un asco total— afirmó Kikio con disgusto…

Crimson Death: El Niño EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora