Capítulo 8

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Avanzada en terreno hostil
La caída de central 11

Una violenta explosión de rayos rojos sacudió la mitad derecha de las instalaciones. Pero duro poco.

Rokuro asimiló con rapidez el poder del elemento rayo y sintió como una vez más sus reservas de energía habían incrementado. Sentía un hormigueo eléctrico por todo su cuerpo, su sed de sangre incrementó y la necesidad de matar lo comenzó a enloquecer lentamente, un segundo maestro elemental, lanzó un potente disparo de fuego que Rokuro esquivó con facilidad para que en un abrir y cerrar de ojos estuviera subido encima de él, con sus piernas sujetándolo a la espalda del hombre y sus manos clavadas en el cuello del mismo. Soltó una potente descarga eléctrica y lo calcinó —Este poder...— murmuró.
Los rayos lo rodearon y luego esferas de fuego danzaron a su alrededor —¡ME SIENTO INVENCIBLE!— bramó con una feroz sonrisa maníaca en su rostro. La sed de sangre lo llevo a perder el juicio, liberó una poderosa honda de elemento viento y comenzó a reír como desquiciado.
El poder elemental se apagó y la calma que precede a la tempestad apareció.
Comenzó a caminar lentamente por los pasillos, como la Parca acechando a un enfermo terminal.
Sus sentidos se agudizaron y su pelo se encrespó. Más rápido que el sonido se movió a través del aluvión de balas que le llovió e incrustó sus garras en el pecho de un teniente, quién rápidamente le clavó un cuchillo de combate y le desgarro la yugular pero...
Esa enorme sonrisa no se le borro del rostro. Los relámpagos carmesí surgieron de todo su cuerpo y electrocutaron al teniente hasta que los ojos se le reventaron de manera horrorosa.
Su herida se cerró dejando una grotesca cicatriz sobre la yugular.
Los soldados a sus flancos estaban paralizados por el miedo —Mueran— dijo con una alegría e inocencia que no concordaban con la escena...

Yukie había limpiado por completo su zona, caminó tranquilamente a través de los helados pasillos con suma tranquilidad, pero repentinamente un cadáver atravesó la pared de forma abrupta y ella lo tuvo que esquivar si no quería ser víctima del potente fuego con ligeros tintes azules que emergió desde el hueco en el muro.
—¿Denkō?— preguntó ella.
El verde chocó con el intenso rojo carmesí. Ella revisó centímetro a centímetro la apariencia del pelirrojo y se encontró la horrorosa cicatriz de su yugular.
La preocupación en los ojos de Yukie le hizo recobrar la cordura. Sentía ahora el poder desbordando de su cuerpo pero... de alguna forma, Yukie lograba calmar esa intensa sed de sangre que tenía —¿qué te pasó... en el cuello?— preguntó ella acercándose y tomándolo suavemente del rostro. Respondió con señas, cosa que ella a medida que iba traduciendo se iba consternando más y más —¿Eres idiota? ¡Pudiste haber muerto!— recriminó ella sacudiéndolo bruscamente.

Pero te hubiera despejado suficiente el camino para que huyas su voz fue un suave susurro que se llevó el viento. Pero que bien ella pudo oír.

Bufó y desvío la mirada —¿Y desde cuándo mi vida está por encima de la tuya... Denkō?— una pregunta muy amarga de hacer para ella. No era un secreto que los dos habían pasado malos momentos y ambos conocían la carga del otro, por eso es que se arriesgaban tanto en combate, no solo por saciar sed de sangre o para cubrir la espalda del otro. Lo que realmente querían era morir, de la forma que sea pero eso realmente buscaban ambos —Zankuro fue despiadado hasta incluso con su descendencia, pero tú eres...— ya realmente no podía comparar a Rokuro con aquel ser abominable que aniquiló a toda su familia.

Una sonrisa ligeramente burlona remplazo la neutralidad de su semblante —¿y desde cuándo la gran Yukie Kurokaze se preocupa por un simple y débil Denkō como yo? un susurro lleno de sarcasmo fue, pero que bien les causó gracia a ambos.

—Bueno, al parecer dimos un buen show, Denkō... ¿Vamos a descansar?— preguntó ella con tranquilidad, tomándole la mano.
El asintió con una pequeña sonrisa...

En cuanto Ranmaru llegó, se encontró con la base en ruinas, hielo, fuego y hasta incluso percibía una leve sensación eléctrica. Suspiró y se lamentó por llegar tarde. Intento percibir la energía de sus compañeros y siguió el rastro tan característico que estos dejaban, muerte y hielo en otras palabras...

Llegó a la zona de entrenamiento y se percató que debajo de un árbol solitario, al pie del mismo, Rokuro estaba sentado con Yukie recostada en su regazo. El sonrió alegremente al ver que estaban vivos, acto seguido se acercó a ellos solo para ver más con detalle a Rokuro, la enorme cicatriz en la yugular lo dejo helado —No me jodas... ¡Rokuro!— se alarmó y más rápido que el rayo apareció junto a Rokuro —¿Qué te sucedió?— cuestionó.
Rokuro le miró e hizo un par de señas que dejaban en claro los hechos que deseaba relatar.
Ranmaru —Oh... ¡ERES UNA VERDADERA LOCURA!— se fascinó luego de interpretar lo que Rokuro le contó.

—Dejenme dormir— farfulló Yukie malhumorado, al instante Rokuro comenzó a acariciarle suavemente el pelo para ayudar a que se durmiese.

—Ay lo siento, me dejé llevar— se disculpó entre risas.
Rokuro no pudo evitar reír de forma audible —¿eh?— se extraño al escuchar su risa, jamás lo había oído tan siquiera suspirar por lo que le resultó extraño —Yo pensando que eras mudo— comentó —¿por qué no hablas?— inquirió.
Tuvo que traducir las señas. Le resultaba engorroso pero obtuvo una respuesta sorprendentemente clara y concisa...

Crimson Death: El Niño EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora