09 ¡Bienvenido Marcusito!

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Clara

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Clara

Dos meses.

Han pasado dos meses desde que salí de casa a voluntad propia, mi vida cada día es una montaña rusa de emociones, algunos días me siento bien y otros días debo tomar pastillas para poder conciliar un sueño profundo, pero con ellas y las terapias he mejorado un poco.

Amanecí con suerte ya que me siento bien hoy.

Dos meses faltan para mi decimonoveno cumpleaños y creo que comienzo a sentirme emocionada por eso. Esa fecha no es importante y tampoco para mí, es como un día realmente común.

Pero sin duda este próximo cumpleaños es el más importante en mi vida, ya que finalmente, podré vivir en paz.

Levantándome de mi cama camino hasta la ventana solo para saber si mi tormento ha llegado o no. Mis ojos se pierden en la mala suerte del día al ver el auto de mi tía... ¿Rojo? El auto estaba pintado de color rojo.

Fruncí el ceño.

¿Qué sucedió? ¿Quién hizo eso?

Yo no soy chismosa, pero necesito saber quién hizo eso.

Para darle un premio, por supuesto.

De repente aparece un hombre con una manguera comenzando a limpiar el auto o, mejor dicho, tratando de quitar la pintura roja. Cierro las cortinas de golpe cuando recuerdo que vigilan mis movimientos y con ello la cantidad de veces que miro por la ventana.

Camino hasta mi estantería de libros para tomar uno nuevo y empezar a leerlo para distraerme de todo. Sin duda es la única manera de mantenerme cuerda, que bueno que existen los libros.

Por más que intento concentrarme en el libro, es imposible no pensar en otras cosas, es incluso frustrante de alguna manera.

Antes de comer Rose me dijo que hoy llegaría el supuesto guardaespaldas para mí, me menciono que se llama Marcus, tiene diecinueve años y que viene desde México.

Para mí no es un problema el español, de hecho, hablo tres idiomas desde mi lengua materna que es el alemán, luego viene el italiano y finalmente el español.

La curiosidad me vence, me levanto dejando el libro en mis estantería para caminar al baño, ducharme y ponerme presentable, no quiero que mi guardaespaldas me vea por primera vez con ropa de dormir, así nadie me va a tomar en serio.

Ya lista tomo una bocanada de aire y la suelto tres segundos después sintiendo como me da valor para bajar a la sala.

Comienzo a sentir miedo de repente, abandonar mi habitación por decisión propia me está costando, me repito que si puedo varias veces y aguantando la respiración que es la que me da valor abro la puerta saliendo de mi cueva.

Camino con precaución y tomo asiento en uno de los sofás para empezar a ver mi teléfono descuidadamente y con confianza, cosa que anteriormente no tenía debido a todos los chismes y rumores que inundaban.

Uno de esos rumores que me hacían llorar toda la noche era; La pequeña, Clara Clark estaba en la cocina esa noche, ella es una de las sospechosas del incendio.

Y les daré un spoiler, soy inocente.

Jamás pensaría ni por un momento hacerle daño a alguien. La noche del incendio también había un niño junto a mí, pero ya no me acuerdo de él, Violet me confeso que era su sobrino que aquel día se quedó en casa con nosotros.

El sonido de la puerta al abrirse me saca de mis pensamientos, sobresaltándome. Mi mirada queda fija en la puerta mirando a las dos personas que ingresaron a la casa.

Es Rose junto a un chico.

Mis ojos se clavan en él, en su altura demandante, ojos color esmeralda adornados con pestañas largas y espesas, nariz recta, labios rojizos y cabello color café.

¿Sera este el tal Marcus?

Me pongo de pie cuando mi tía se para frente a mí.

—Querida sobrina, él es Marcus— saluda para proseguir y presentar al chico, se acerca más de la cuenta y me susurra—. Por favor, te pido que no seas grosera.

Lo último me lo ordenó en alemán.

¿Grosera?

—Bueno, Marcus, estas en tu casa, espero y te sientas cómodo. Tu habitación es la que está junto a la de Clara— cambia el alemán para comenzar a hablar en español.

Creo que Marcus no habla alemán.

Y lo más desesperante es que de ahora en adelante lo tendré pegado a mi espalda como un chicle.

—Gracias, señora Clark— le sonríe—. Confíe en mi trabajo, no la voy a defraudar.

Blanqueo los ojos al escucharlo.

Me pierdo en esa encantadora sonrisa que tiene y Rose se acara la garganta.

—Bueno, los dejo porque tengo que ir a la empresa— dice para luego desaparecer por la puerta principal.

Eso era algo que no me afectaba en lo absoluto, de hecho, ya estaba acostumbrada a estar sola.

Me giro para observar a Marcus con disimulo. Lleva un suéter negro a juego con unos pantalones blancos.

—Un placer, soy Marcus— me saluda en español extendiendo la mano—. ¿Cómo estás?

Al parecer, no habla ni un ápice de alemán.

Me quedo mirando su mano estirada y al ver que no la tomo y solo arqueo una ceja la retira nervioso.

—¿No hablas español?— me quedo en silencio frunciendo el ceño, Marcus vuelve a hablar—. Con que tú eres Clara. Eres mucho más hermosa de lo que pensé...—se rasca el cuello nervioso—. Mi tipo sin duda.

¿Su tipo?

¿Quién se cree?

Ya veremos si de verdad soy tu tipo o no, Marcus.

—Hablo español perfectamente— confieso y el abre los ojos impresionado—. También hablo italiano y sin evitar mencionar que obviamente hablo alemán.

Su sonrisa evacua su cara convirtiéndola en todo un poema. Incluso su palidez es notoria.

Para no quedarme con las ganas de decir todo lo que pensaba y al menos soltar algo tranquilo y no tan dramático, decidí dejarle en claro la posición que tenía en casa.

—Otra cosa, Marcusito— doy un paso hacia él solo para darme un festín con ese precioso color esmeralda de sus ojos—. Tú no eres mi tipo de chico en lo absoluto.

 Tú no eres mi tipo de chico en lo absoluto

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El Misterio de Clara Clark [1] YA EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora