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Tener que dejar Snezhnaya no fue fácil ya que era mucho lo que dejaba atrás

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Tener que dejar Snezhnaya no fue fácil ya que era mucho lo que dejaba atrás. En realidad, sus hermanos lo eran todo para él, y había tenido que despedirse de ellos sin poder consolarlos prometiendo que volvería pronto a casa porque sospechaba que no sería así y no quería mentirles más de lo que ya lo hacía.

A pesar de todo, Liyue le gustó desde el principio. Childe, que poseía el espíritu aventurero de su padre, ansiaba recorrer el mundo (¡conquistar el mundo!) y allí estaba ahora, listo para llevar a cabo su importante misión y dispuesto a sacarle todo el jugo a Liyue mientras tanto. ¡La vida era buena! Liyue, sin embargo, no lo veía con tan buenos ojos a él. Las gentes de Snezhnaya eran más o menos bienvenidas en las otras seis naciones, pero los emisarios Fatui despertaban recelos allá donde aparecieran y Childe no fue la excepción. No es que pudiera culpar a sus nuevos vecinos por ser precavidos con alguien que, de hecho, no era de fiar. Childe tuvo que emplearse a fondo, pero logró vencer la resistencia gracias a su carácter alegre, a su encanto natural y a una sonrisa que él sabía que era irresistible. Era un experto en el manejo de todas las armas y esas no eran las menos peligrosas de su arsenal. Se ganó simpatías, se abrió las puertas necesarias e hizo aliados, pero en todo aquel tiempo solo hubo una persona a la podía llamar amigo.

Su único amigo en Liyue era un verdadero misterio, un personaje tan contradictorio y desconcertante que Childe solo podía encontrarlo fascinante. Y no era el único. En Liyue no eran pocos los que se preguntaban qué hacía un caballero tan distinguido y culto como él, de modales exquisitos y gustos refinados, que hablaba, se comportaba y hasta se vestía con la sobria elegancia de un miembro de la nobleza (de la realeza, si Liyue tuviera rey), trabajando como asesor de la funeraria Wangsheng. Y eso cuando trabajaba. Porque el apuesto caballero estaba ocioso la mayor parte del tiempo y se dedicaba a pasear por la ciudad en actitud contemplativa, entablando conversación aquí y allá con todo tipo de personas y sobre todo tipo de cuestiones y resultando ser un experto en todas ellas. Childe no podría haber encontrado mejor fuente de información. Zhongli era, tal y como lo había descrito Tian Lengua de Acero, todo un erudito versado en historia y mitología. Y en literatura, música, mecánica, arquitectura, finanzas... En todas las artes, todas las ciencias y todos los oficios. Cada vez que a Childe se le presentaba una duda, Zhongli tenía la respuesta. Más que respuestas, lo que daba eran clases magistrales absurdamente detalladas y largas, así que Childe lo llamaba "maestro" medio en broma, pero no le resultaba pesado escucharle porque tenía una voz verdaderamente hipnótica.

De paso, tenía buen paladar, aguante para el alcohol y hasta sentido del humor. Y tenía una Visión, lo que de por sí solo ya lo hacía interesante para Childe, que siempre estaba buscando un rival con el que medirse de igual a igual. Lo único que no tenía era dinero encima. Nunca. ¿Qué demonios? ¿Era acaso tan rico que no le daba la menor importancia al dinero o realmente estaba sin blanca? Ninguna de las dos opciones era descabellada. Las bancarrotas ocurrían, las grandes fortunas se dilapidaban o se iban a pique por un mal negocio y los aristócratas excéntricos a veces huían de sus responsabilidades para experimentar los placeres mundanos.

La flor se convierte en ceniza | Genshin Impact - ZhongChiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora