8. La cafetería.

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— Tienes que disculpar a Lorenzo, el aun no puede aceptarlo. — Arthur siguió hablando. — Supongo que es mas difícil para él que para mi, después de todo, el fue quien se encargó de cuidar de Charles mucho antes que yo.

— Lo entiendo, entiendo que me odie. — asintió. — Le arrebaté a quien más quería.

— No te odia, no puede odiar a la persona que Charlie amó mas que a nadie. — negó. — Solo que verte, le recuerda que el no está, creo que en su mente crea la idea de que no lo vemos porque está contigo y cuando te ve, la idea simplemente se derrumba.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, observando como sus bebidas eran dejadas en la mesa, junto a dos panes.

Carlos sonrió, dejando que su mente le trajera mas recuerdos de su amor.

— Amo esta cafetería. — Charles sonrió. — Hacen el mejor capuchino de la ciudad y tienes que probar croissant de aquí, saben casi tan exquisitos como en Francia.

Charles comentaba emocionado, tomando fuertemente su mano, guiándolo por todo el lugar, hasta llegar a su mesa favorita.

Carlos lo dejó ordenar por ambos, contagiandose de su genuina emoción, dejándose envolver por su sonrisa.

— Te va a encantar. — sonrió hacia él, viendo a la camarera llegar con sus órdenes.

— Me encanta todo lo que te guste a ti. — sonrió también, mientras Charles lo miraba expectante. — ¿Te mueres de ganas por hacerlo no?

Asintió, soltando una suave risa, antes de acercar lentamente su mano y picar el pan con su dedo.

— Eso es muy antihigiénico mi amor. — Carlos negó.

— Apuesto que lo extrañaras cuando no lo haga.

Charles era sabio, demasiado a su parecer, pues en eso también tenía razón, por mucho que lo molestara en su pasado, ahora ansiaba poder tenerlo frente a él y que hiciera esa cosa tan fastidiosa, como picar su comida.

Observó con nostalgia ese pedazo de pan, sin poder creer que un año atrás ahí habían estado, juntos.

— Charles tenía esa costumbre molesta de probar todo y simplemente picarlo, ¿sabes por qué? — preguntó Arthur, sonriendo con tristeza. — Era para molestar a Lorenzo, el de verdad odiaba que alguien tocara su comida y se enfadaba tanto cuando alguien más lo hacía, pero jamás con Charlie, no podía enfadarse con él jamás.

— Cada día despierto pensando en todo lo que vivimos, desde que lo vi en aquel parque y te juro que fueron los mejores días de mi vida, pero... — Carlos tomó aire, sentía que en cualquier momento se ahogaría. — Si pudiera regresar el tiempo, si pudiese hacer algo diferente, no me habría acercado a él, lo habría admirado de lejos, lo habría amado a la distancia, yo me habría mantenido muy lejos de él.

— Charlie creía que había almas destinadas a estar juntas, a compartir al menos dos segundos de su vida y a amarme con la intensidad de un ardiente fuego. — suspiró. — Te habría encontrado de cualquier modo, lo se, era su destino, estaban destinados.

— El destino es una mierda entonces, ni siquiera una vida habría sido suficiente para amarlo como merecía. — por fin una delicada lágrima cruzó su mejilla.

— Lo se. — se levantó, dejando suficiente dinero en la mesa. — ¿Quieres acompañarme?

— ¿A donde?

— Al lugar de Charles. — ladeó su cabeza, invitándolo a seguirlo.

Ambos caminaron por 20 minutos, hasta que llegaron a un gran edificio, Arthur sacó una llave y entraron.

Carlos observó todo con cautela, deteniéndose a admirar cada pintura colocada en las paredes, entendiendo que era.

La galería de Charles, el sueño de su amor.

— ¿Cuando?

— Una semana antes del accidente, iba a traerte esa noche, quería inaugurarlo y que fuera una sorpresa para ti. — le dio otra tarjeta. — Te pertenece, lo compró para ti, es en el edificio Moonlight, piso 22, la clave es 1402.

— ¿Que es? — preguntó dudoso.

— Deberías descubrirlo por ti mismo, cuando estes listo. — le sonrió, dándole la tarjeta de la galería. — Y también deberías ir a la última sección, solo hasta que sientas que es el momento.

— ¿Cual momento?

— El momento de dejarlo ir. — se encogió de hombros.

— No podré hacerlo nunca. — negó.

— Lo harás, porque el no habría querido que pasaras el resto de tu vida solo, llorando por el. — lo miró a los ojos. — Charles salvó tu vida, lo hizo para que tuvieras una oportunidad, no la desperdicies, no hagas que todo esto no hubiese válido la pena.

— Lo extraño como un loco. — admitió. — Ni siquiera puedo respirar sin sentir como mi cuerpo se quema por su ausencia, no puedo dormir, ni mirarme en el espejo, no puedo vivir si el no está.

Por fin se derrumbó, dejando las lágrimas fluir, permitiéndose quebrar la dura coraza que había construido para aparentar estar bien.

— Lo se Carlos, lo se.






¡Gracias por leer!♥

Los amo, besos ✨🏎





100 Días Con Él ||• Charlos •||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora