"En dónde Masaru se embarcó en una aventura para cumplir sus sueños, pero pronto se encontró con problemas inesperados que lo llevaron a conocer a su futuro novio."
- Male oc x Zoro
- One piece fanfiction
- Basado en el live action
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Masaru se detiene frente a una serie de pinturas que adornan un puesto. Entre todas las obras expuestas, una en particular capta su atención de manera especial, aunque es la más sencilla de todas. En ella, un barco navega en las aguas del océano bajo un sol radiante y cálido. Pero lo que hace verdaderamente especial a ese cuadro de entre todas las demás pinturas es la profunda emoción que despierta en su corazón, principalmente la esperanza de un nuevo comienzo. Es como si un rayo de luz brille en medio de la penumbra, llamándolo con una promesa de emociones que ha contenido durante tantos años.
Una punzada de dolor aprieta su corazón, y, como ha hecho innumerables veces, entierra sus emociones en lo más profundo de su ser, pues sabe con certeza que sus sueños murieron junto a su padre. Aunque ha llegado a aceptar ese hecho, no puede evitar sentir que su mundo se ha derrumbado por completo.
Su principal prioridad actualmente es cuidar a su madre; es lo que lo mantiene cuerdo cada día, ya que no está dispuesto a perder a alguien más. Sin embargo, el observar aquella pintura solo hizo que se despertara el niño ilusionado que alguna vez fue, quien ahora se encuentra sepultado bajo las responsabilidades.
Sacudiendo la cabeza con fuerza, Masaru se esfuerza por descartar todo pensamiento no deseado y emprende su camino de regreso a casa. Cada paso que da parece ser un intento desesperado por apartar los recuerdos y las emociones que amenazan con inundar su mente, pero su determinación es más fuerte que sus deseos.
Al llegar a casa, lo primero que nota es a su madre sentada frente a la mesa con su antigua maleta y un montón de berries. Masaru frunce el ceño, completamente desconcertado por la situación que se presenta. Los ojos de su madre reflejan una mezcla de determinación y tristeza que no puede pasar por alto.
— ¿Qué está sucediendo, mamá? — pregunta con voz temblorosa, sintiendo un nudo en el estómago por la incertidumbre que se cierne en el aire.
Hana exhala profundamente antes de responder. — Hijo, escucha... — comienza, pero su voz se corta por la tos. Masaru inmediatamente trata de ir a su lado, preocupado, pero ella lo impide, levantando su mano para detenerlo.
— No, Masaru, déjame terminar — pide, con una mirada llena de determinación. — Estoy profundamente agradecida por todos los sacrificios que has hecho por mí. He tratado de ser fuerte para que no te preocupes más por mí y puedas cumplir tus sueños, pero mi salud está empeorando más rápido de lo que pensaba. Los médicos dicen que no hay mucho que puedan hacer. Ya no quiero ser una carga para ti. Lo único que deseo ahora es saber que, cuando llegue el momento, estarás cumpliendo tus sueños.
Las lágrimas amenazan con desbordarse en los ojos de Masaru mientras escucha con atención las palabras de su madre. Esas palabras se posan como un peso inmenso en su corazón, y una mezcla abrumadora de tristeza y gratitud lo inunda, aplastando su pecho con una fuerza incontrolable.
— No puedo aceptar esto. No puedo continuar con mis sueños si te pierdo — susurra, luchando por mantener la voz firme mientras un nudo se forma en su garganta—. No importa cuánto tiempo te quede, quiero estar a tu lado, cuidarte y hacerte feliz. Eres lo más importante en mi vida, y no puedo simplemente... dejarte.
Hana, a pesar de su debilidad, sonríe con dulzura y posa su mano sobre la de Masaru, transmitiendo un amor infinito con ese gesto simple pero lleno de significado.
— Cariño, siempre serás mi orgullo, y quiero que tengas una vida repleta de alegría y logros. Posees el talento y la pasión necesarios para cumplir tus sueños, y no quiero que te detengas por mí. Prométeme que seguirás adelante, que explorarás el mundo y plasmarás esos hermosos lugares que tanto anhelas en tu arte. Eso será suficiente para mí, es lo que más deseo en esta vida.
Masaru siente un nudo en la garganta mientras asiente con pesar, las lágrimas se deslizan por sus mejillas, entrelazándose con las de su madre y, sin esperar más, se lanza a sus brazos, cómo lo hacía de pequeño.
El abrazo que comparten está lleno de un inmenso amor y promesas. Y aunque el futuro esté lleno de incertidumbres, su vínculo madre e hijo permanecerá inquebrantable, pase lo que pase.
(...)
A pesar de la pesadez en su corazón, Masaru se aventura con determinación en este nuevo desafío con un positivismo que no sabía que pudiera tener. Su deseo de cumplir su sueño y honrar la promesa hecha a su madre lo impulsa a seguir adelante.
Avanza hacia el puerto, con la vista fija en esos barcos majestuosos que están expuestos. Sabe que sus berries no son suficientes para uno de ellos, pero tampoco es como si deseara uno así. Su principal objetivo es encontrar uno cómodo para dibujar o, mejor dicho, uno que se adapte a su presupuesto.
Con nerviosismo se acerca a unos vendedores, pero se detiene por completo al escuchar una conversación bastante inusual que capta por completo su atención.
— Entonces, ¿Qué vamos a hacer, Nami? — pregunta con calma el peliverde a su compañera, quien suspira con visible frustración mientras examina los barcos cercanos.
— Encontrar un barco y ver qué tal es su seguridad, Zoro. — responde la peli naranja con simpleza, su tono de voz denota que esta no es una simple conversación. Al escuchar aquello, Masaru abre la boca sorprendido, la preocupación y la confusión se mezclan en su mente mientras intenta procesar lo que está escuchando. ¿Estos dos están planeando robar un barco? Esa idea le parece completamente descabellada y peligrosa.
— Entendido... — las palabras que iba a decir el peliverde quedan suspendidas en el aire al notar que Masaru había escuchado la conversación. Zoro, a pesar de la seriedad de la situación y su irritación por haber descubierto su plan, no puede evitar sentir una mezcla de sorpresa y diversión al ver a Masaru en medio de esta situación inusual, y no puede evitar encontrarlo hermoso en medio de este lío.
De igual forma, la ira destella en los ojos de Zoro y Nami, sus cejas se fruncen y sus miradas se clavan en él con una intensidad que hace que Masaru sienta que está sentenciado a morir. Sabe que ha cometido un error al escuchar su conversación. Se siente como el gato curioso del dichoso dicho, y la preocupación comienza a apoderarse de él al acordarse del destino del animal.
Masaru se queda congelado, sin saber qué hacer, pues no sabe nada de pelea, no tiene experiencia en situaciones como esta y se siente completamente inútil. La resignación lo envuelve, aceptando que su destino podría estar sellado. Las palabras que planeaba decir quedan atrapadas en su garganta mientras observa a ambos chicos, avanzando hacia él con determinación.
Pero antes de que ellos puedan atraparlo, la llegada repentina de otro individuo lo salva. Es un joven de cabello negro, vestido de manera llamativa con un sombrero de paja y una sonrisa en el rostro, que lo hace querer sonreír. La presencia de este extraño distrae a sus asesinos, quienes se volvieron para enfrentar al nuevo intruso. Masaru aprovecha esta oportunidad y, sin pensarlo dos veces, da media vuelta y corre tan rápido como sus piernas pueden llevarlo.
Espera y reza a todos los dioses que sus caminos nunca se vuelvan a topar.
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