La taberna discreta

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— ¿Qué quieres hacer ahora, ángel?— Preguntó el demonio con su sonrisa sarcástica acercándose quizá de más a la cara de Aziraphale, quien se apartó, pero el cosquilleo en su entrepierna le demandaba otra cosa.

Caminaban por La Bastilla querían salir de ahí ya que el ángel había demandado crepas.

—Pues, quedamos en ir por crepas ¿No Crowley?— señaló Aziraphale con la voz entrecortada y nerviosa, su caminar era a pasos cortos y rápidos, estaba nervioso, Crowley se sentía especialmente tentador para el ángel y éste ultimo luchaba demasiado contra él mismo para no sentirlo.

—Te propongo algo, ángel. Vayamos a beber algo primero a esa privada tabernita a las afueras de la ciudad y luego vamos por tus crepas—

—Bueno, supongo que mientras tengan algún tentempié...—

—ohh lo tienen, ángel.—

El lugar verdaderamente era privado, estaba algo solo, obscuro y muy cómodo. Crowley guió a Aziraphale al lugar más alejado y silencioso, acompañó a su ángel mientras se sentaba y después fue por unas bebidas.

Cuando regresó, entregó a Aziraphale su vino rozando sus dedos suavemente mientras buscaba la mirada del ángel y mordía su labio inferior.

Aziraphale sintió los dedos del demonio, vio de reojo sus ojos amarillos y su boca, su labio mordido y la sensación que llevaba en su sexo se intensificó.

—Oh, gracias, querido.— sintió su cara y su entrepierna calentarse, deseaba a ese demonio, veía su boca y la deseaba, quería poseerla, lamerla y morderla.

—¿Por qué brindamos, ángel?— Crowley acercó su cara al perfil de Aziraphale.

El ángel se sobresaltó, miró al demonio quien ya no tenía gafas y sus ojos estaban clavados en él.

—No lo sé, querido, ¿Qué sugieres?— Aziraphale estaba a punto de perder el control.

—¿Qué te parece por el francés?— las manos largas y delgadas del Duque Obscuro acariciaban su cabello casi blanco, el ángel ya no tenía control sobre su cuerpo, abrió las piernas un poco.

—¿Francés, Crowley?— la vos temblorosa de Aziraphale no concordaba con la respiración acelerada, dolor en la entrepierna y su casi involuntario acercamiento hacia la cara del caído.— Pero si ya viste que no lo hablo bien.

Crowley dejó su copa en la mesita y tomó la cara del ángel, quien ya no pudo escapar pues estaba literalmente entre las garras del demonio, este último acercó sus rosados labios a los del ángel solo lo suficiente para poder hablar sintiendo la boca de Aziraphale.

—¿Y si te enseño lo que sé? —  El ángel sintió la suavidad de los labios de Crowley en los suyos, rozando lo suficiente para juguetear y tentarlo, gimió, acercó su boca a la del demonio pero Crowley no lo permitió, sonrió aún con sus manos en la cara de Aziraphale, podía sentir su respiración acelerada y sus exhalaciones en su boca— No tan rápido, ángel, nos estamos divirtiendo.

—Crowley...— gimió de nuevo el ángel abriendo las piernas y no intentó para nada esconder su erección.

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