Nosotros

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Crowley se incorporó, acarició las piernas de Aziraphale pasando por su abdomen, pecho y cuello, a su vez, el ángel lo acarició exactamente en el orden opuesto, cuello, pecho, abdomen y piernas, todo viéndose a los ojos.

—Crowley...—

—Oh no, Ángel, esto aún no termina— chasqueó y Aziraphale estaba totalmente desnudo con un arnés dorado adornando  su precioso cuerpo robusto.

El étereo se sorprendió, sin embargo le agradó lo que veía, su demonio no le quitaba los ojos de encima con deseo contenido, sabía que lo que estaba a punto de suceder sería intenso, ¿Estaba listo? Nunca ¿Lo deseaba tanto como Crowley a él? Siempre.

— Querido— dijo en ese tono de preocupación fingido cuando quiere que Crowley lo rescate o ayude en situaciones perfectamente simples para el celestial— ¿No debo preocuparme, o sí?

Crowley sonrió, su mirada retó al ángel, lo giró quedando ésta de espaldas y su delgada mano golpeó uno de los glúteos del ángel, quien soltó un gritito de sorpresa, pero también de placer, de manera instintiva tomo uno de los muslos del demonio, recorrió su mano hasta la entrepierna de su infernal novio, quien gimió, sintió su sexo crecer y endurecerse. El demonio movía la cadera acompañando la mano del ángel.

—No, no debo preocuparme— soltó una risita.

Aziraphale se giró para ver de frente a su    caído, hábilmente regresó su mano al sexo erecto de Crowley, quien jadeaba sin quitar la mirada reptil del ángel.

—Ángel...— acercó su cadera hacia su amante, quien la recibió gustoso, las manos de Aziraphale no podían despegarse del torso delgado del demonio, las manos del demonio rodeaban el cuello del ángel, se miraban a los ojos, compartieron una sonrisa y el caído jaló a su ángel hacia el desde el cuello.

Se besaban apasionadamente, mordisqueaban sus labios tiernamente, sus lenguas chocaban y se rodeaban, las manos del ángel ahora tomaron a Crowley por los glúteos y acompañaban el vaivén de sus caderas, jadeaban, gemian. Estaban seguros que de no ser porque su miedo era tan grande como su amor por el otro repetirían constantemente un "te amo", nunca sucedió, seguramente lo pensaban y sus ojos lo gritaban por ellos.

—Tus pupilas tienen forma de estrellas—  dijo jadeando

—Creí que sería un lindo detalle, querido, que bueno que lo notaste—

Crowley no habló, sus ojos se abrieron por la sorpresa, una lágrima de emoción y amor corrió por su mejilla.

—¡Oh, Ángel!— utilizó el arnés para acercarse al celestial y besar su cuello, la debilidad del etéreo, quien gimió de placer y apretó los glúteos de su amante.

El demonio no podía más de deseo, tomo al ángel por los hombros y lo arrojó cuidadosamente al suelo, Aziraphale tenía las manos en el piso y Crowley se dejó caer sobre él, mordió su espalda y rasguñó sus muslos, el sexo del demonio iba y venía entre los glúteos del ángel, quien estaba sorprendido pues no tenía idea de que ese tipo de cosas le gustaban. Quería más.

—Crowley, quiero que entres en mi— gimió, deseaba a su caído tanto como él al ángel.

El caído mordía y rasguñaba al ángel, gruñía de placer pues su sexo estaba entre los cálidos y grandes glúteos de Aziraphale.
Crowley le dió una fuerte nalgada a su ángel, éste gimió, la mano del demonio acarició el cuerpo de su amante, apretó un poco su cuello y el vaivén de sus caderas esa más fuerte, extendió dos de sus largos dedos y acarició los labios del ángel.

—Chupa— demandó el caído jadeando, el ángel abrió la boca y sacó la lengua jugueteando y succionando, el demonio introdujo los dedos hasta la garganta del celestial quien gemía y su cuerpo se movía hacia el del demonio demandando más y más fuerte de lo que sea que Crowley tuviera en mente—Hmm, ángel ¿Por qué no se me había ocurrido esto antes? Contéstame— Aziraphale aún con los dedos de su amante en la boca balbuceó algo que podría traducirse como "¡Ya cállate y cogeme!"

El delgado duque de la obscuridad rió, saco los dedos de la boca de su etéreo, hizo a un lado su cadera para acariciar el ano del ángel, el calor de sus cuerpos y la pasión entre ellos era única, el ángel tomó el sexo de su demonio y ambos podían disfrutar de los gemidos del otro, las mordidas de Crowley en la espalda de Aziraphale. Las caricias de Aziraphale en el sexo de Crowley. Todo en ese momento era perfecto.

—Ángel— gimió el demonio— voy a cogerte tan duro que no podrás leer sentado por semanas, respira profundo.

Con la exhalación, los dedos de Crowley entraron en el ángel y si había un cielo, si había una gloria eterna, más valía que se sintiera así. Aziraphale apretó el sexo del caído soltando un grito de placer, el demonio gruñó demaciado fuerte, mordió el hombro del ángel, pudo sentir su sudor en el torso recargado en la espalda del celestial mientras sus dedos estimulaban el recto del ángel para que se dilatara y no lastimarlo porque podrían ser apasionados, salvajes incluso sadomasoquistas, pero jamás serian capaces de lastimarse.

—Crowley...Querido...Más te vale que así sea—.

El demonio sonrió, sus dientes seguían hundidos en la perfecta piel de su amante.

—¿Estás listo, ángel?— preguntó el caído con genuino cuidado.

—Para tí, siempre, amor—El caído soltó la piel del ángel, tenia la mordida marcada, desaparecería en unas horas, besó ese mismo punto y se incorporó.

—Mirame, ángel— mandó — no quiero dejar de ver tus ojos cuando haga esto.

El ángel le sonrió y giró su cuerpo hasta colocar su espalda sobre las almohadas, el caído sonrió, una de sus delgadas manos en su sexo y la otra en una de las nalgas del ángel.
Se inclinó hacia el, el celestial inhaló profundamente, el demonio abrió el glúteo de Aziraphale y colocó su entrepierna en el recto del ángel.
Empujó, el ángel exhaló gimiendo el nombre del caído, éste también gimió el nombre del ángel. Sus cuerpos y almas estaban conectados.







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