Lujuria

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Crowley y Aziraphale parecían un par de adolescentes riendo borrachos caminando por las calles de Paris, era una escena de lo más romántica, el caído tomaba de vez en vez la mano del ángel para guiarlo, los ojos tímidos y ansiosos de Aziraphale encontraban los de la serpiente y lo obligaban a desviar la mirada con una sonrisa tímida, decían estupideces y la pasaban muy bien.

-Crowley, ¿A dónde vamos, querido?- su mano acarició la espalda del demonio, quien no pudo ni quiso evitar estremecerse al sentir la fría mano de su amante rozar su piel.

-Ya estamos cerca, ángel- Le contestó sonriendo y mirándolo directo a los ojos.

El cementerio, Crowley había encontrado una cripta hermosa y vacía, previamente la había adecuado para que el piso fuera suave y cómodo, ya tenía preparada la mesa con las crepas favoritas de Aziraphale, sus pequeños milagros infernales hacían que no perdieran la temperatura y sabor ideales para su ángel, además de rescatarlo, a Crowley le fascinaba sorprender a su amado con pequeños detalles inesperados.

-¡Oh Crowley! Querido, es precioso, la verdad me había sorprendido un poco llegar a este lugar pero aquí adentro es como una nube celestial...- ya tenía abrazado por la cintura a su demonio, besó su perfecto y afilado pómulo en agradecimiento.

El Delgado Duque lo tomó de la barbilla, lamió la punta de su nariz y beso su frente.
-Y también es caliente, cómo el infierno, ángel- los ojos del caído estaban clavados en las pupilas estrelladas del celestial, Aziraphale sintió su corazón acelerarse y soltó un leve gemido para sacar su deseo- ¿Quieres probar tus crepas?

Ambos se sentaron en los cojines gigantes, Crowley desabrochó su saco y acercó el plato a su ángel, con el dedo medio de su extremadamente delgada y larga mano embarró un poco de relleno en los labios de Aziraphale, quien no pudo sino cerrar los ojos y disfrutar de esos segundos.

-Hazlo, prueba- dejó el plato a un lado, se quitó el saco y se sentó con las piernas abiertas detrás del ángel, quien ya tenía la lengua en su boca lamiendo lo que su demonio puso en sus labios.

-¿Te gustaron, ángel?- tomo el plato de nuevo, rodeándolo con sus brazos, volvió a tomar un poco de relleno, su dedo ahora entró completamente en la boca del etéreo, quien gimió y chupó el dedo de Crowley, soltó un gruñidito al sentir la boca cálida y húmeda de Aziraphale-Contéstame.

Jadeando y con todo y el dedo del demonio aún en su boca, contestó

-Sí, Crowley, me gustan- El demonio desabrochó el saco de su amante con una sola mano y lamió su cuello, el celestial jadeaba más rápido, el caído dejó el plato a un lado y se hincó frente al ángel.

-Quítamela- mandó y sin titubeos Aziraphale casi la arranca del cuerpo esbelto de su demonio.
Crowley se sorprendió en un excelente sentido, ese arranque de lujuria por parte de su ángel lo excitó, así que solo chasqueó los dedos para deshacerse de la ropa que estorbaba entre su pecho y el de Aziraphale.

Tomó el plato de nuevo, cortó un trozo de crepa, se acostó boca arriba cerca del ángel y lo colocó en su pecho.
-Cómelo, ángel.

Aziraphale tuvo un arranque de pasión en contra de su delgado amante, lamió la orilla del ombligo del demonio, subió por el recto abdominal y lamió los pezones de Crowley haciéndolo jadear y gruñir.

-Ángel, no sabía que podías hacer estás cosas- acarició el cabello blanquecino del celestial y apretó cuando sintió la mordida que dió no solo a la crepa sino también a su pectoral- ¡Ángel!

El etéreo paró en seco, su expresión cambió, era de miedo o preocupación.

-¿Estás bien, ángel?- preguntó el caído genuinamente preocupado.

-Crowley, esto es lujuria, es un pecado- contestó Aziraphale aún jadeando y con dolor de deseo en la entrepierna.

El caído se incorporó, tomo suavemente la cara de su ángel.

-Podemos parar si quieres, ángel- besó su frente para después colocar la suya en la de Aziraphale y lo miró a los ojos- No tenemos por qué hacer nada que te cree conflicto, esto es por nosotros, Asmodeous está muy ocupado con los humanos, no se va a enterar y Gabriel tampoco, pero yo voy a hacer lo que tú quieras- también jadeaba.

El ángel miró los ojos amarillos y dilatados de Crowley, separó su rostro del cuerpo del caído, miró sus hombros, clavícula marcada, sus pezones erectos y no pudo más, no quiso contenerse, tomó el cabello rojo de su demonio, jaló hacia atrás y plantó su boca contra los labios rosados de su infernal novio.


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