Discordia

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Hola me llamo Aleix, tal vez creas que vas a leer una historia de terror, amor, o incluso una de ciencia ficción, pero la realidad no va mucho más allá de la necesidad de un joven, que necesita desahogarse porque la ha cagado tantas veces que ya no sabe qué rumbo debe tomar, cuando empieza a tener algo de luz en su camino.

Estaba conduciendo mi precioso Audi TT negro por la C-35, de fondo sonaba Wanted dead or alive de Bon Jovi, la cual canción siempre me ha hecho conectar con mi yo más reflexivo, y en ese momento no iba a ser menos.

Hacía un par de meses que había cortado con mi última relación, digamos que, no se me da bien ser el niño bueno que todas quieren encontrar en mi, ese príncipe azul de brillante armadura, así que corté antes de agobiarme más y que la relación fuera más tóxica de lo esperado por el hecho de que me idealizara como algo que no soy.

A raíz de esa ruptura, tuve muchos males de cabeza, porque pensamientos intrusivos asaltaban mi mente todos los días, "nunca encontrarás a alguien como ella", "pudiste ser feliz y lo desaprovechaste", "¿otra te llama la atención? Saldrá mal", "Todo lo que tocas se jode", "El mundo estaría mejor sin gente como tú, el típico badboy inestable emocionalmente, que cree que sabe lo que quiere pero luego resulta que no", "tus padres sienten una profunda decepción contigo", "ni siquiera puedes fiarte de tus amistades".

Frené en seco, sobre la carretera mojada por una intensa lluvia que llevaba 28 minutos transcurriendo, obligando al coche a resbalar hasta quedarse frenado a milímetros de chocar contra el quitamiedos de mi lado derecho, me desabroche el cinturón y, velozmente, abrí la puerta y salté del coche usando una mano para presionar mi torax y la otra para evitar caer de cara contra el suelo.

Mi respiración era rápida y entrecortada, estaba mareado y mi temperatura corporal se había elevado.

- Joder, joder, joder... ¡Me cago en la puta!

Dije mientras unas lágrimas impactaban contra el suelo tras resbalar por mis mejillas húmedas por la lluvia, la cual empezaba a despeinar mi pelo, y a mojar mi camiseta negra y mis tejanos de pitillo azul marino.

- ¡Siempre es lo mismo coño!

Tras unos minutos fuera del coche, bajo la lluvia, mi teléfono empezó a sonar. Alguien me llamaba.

- ¿María? ¿Qué quieres?

Maria era una chica genuinamente única, no solo por su gran corazón o sus ojos claros, si no por su inteligencia y capacidad deductiva, a la cual años atrás también rompí el corazón, pero siempre pareció mantenerse a mi lado, y por la cual nuevamente había empezado a desarrollar sentimientos, porque pese a poder hacerlo todo yo solo, ella parecía esforzarse en querer acompañarme.

- ¿Cómo que estás mal? ¿Y qué quieres que haga yo?

- María, estoy en un mal momento ahora mismo...

- Joder, últimamente estás rara de cojones conmigo, o estás muy cariñosa o más borde que un perro con la rabia, no hay quien te entienda.

De mientras decía esas frases, trataba de echarme el pelo para atrás con una mano, y limpiar mi cara y ojos, de las lágrimas mezcladas con el agua de la lluvia.

- Eh yo no he hecho ningún comentario sobre... ¿Hola?, ¿Hola?, será... ¡me ha colgado!

Guarde mi teléfono, cogí una toalla del maletero y me metí dentro del coche con tal de secarme rápidamente, para después emprender marcha hacia su casa.

Una vez llegué la llamé, pero me salía que lo tenía apagado o fuera de cobertura, así que empecé a picar el claxon, esperando que alguien saliera.

Desde su ventana, susurró en voz alta:

- ¡¿Quieres parar idiota?!

A lo que yo le respondí:

- O bajas o despierto a todo el vecindario, tu misma.

Después de decirle eso, la escuché suspirar con fuerza, cerró la ventana y desapareció un rato, para luego salir por la puerta de su casa, vestida con unos leggins negros gruesos, y una chaqueta blanca con una capucha recubierta por los bordes por unas plumas muy finas de color marrón.

- Vaya al final has bajado...

- Claro que sí capullo, si mi padre se despierta y te ve aquí, te mata...

- ¿Por qué me has llamado antes?

- Nada, era una estupidez como tu has dicho.

- En ningún momento te he dicho eso eh...

- Bueno, te ha importado una mierda que para el caso es lo mismo.

Empecé a elevar mi voz dado a que la conversación se iba calentando.

- ¿Disculpa? ¿Y no has pensado que yo también estaba en un mal momento?

- ¡Ese es el problema, que eres un egoísta, nunca te abres, no sé cuando estás bien y cuando no, pero además me pides que yo me abra!

- ¡Dios! ¡Es que tú no lo entiendes!

- ¡Házmelo entender!

- No puedo, porque no lo entiendo ni yo, todo en mi vida está mal, excepto tú, la ansiedad, el dolor, la tristeza, se me van cuando hablo contigo, cuando estoy cerca de ti, eres como un faro que me da luz en una noche de oscuridad interminable joder...

Y ahí simplemente me abrazó tan fuerte que unas lágrimas tímidas salieron de mis ojos mientras le devolvía el abrazo, gracias al cual entendí que a ella le pasaba lo mismo, porque su respiración empezó a tranquilizarse en ese largo abrazo bajo una lluvia que también había empezado a relajarse.

- María... Te quiero.
- Aleix, yo también te quiero.

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⏰ Última actualización: Sep 20, 2023 ⏰

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