Me encontraba tumbado, en una sala levemente iluminada, del mismo modo que mi cuello y tobillos, mis muñecas se resistían a las ataduras de un material similar al cuero. Lágrimas ácidas recorrían mi rostro en el momento en que vi una figura oscura entrar en la sala, cuyo único punto de luz se encontraba en su mano, parecía ser un objeto alargado, aunque únicamente notaba su resplandor, puesto que en mi posición solamente alcanzaba a ver un techo algo carcomido por la moho, a esa escalofriante figura oscura con su destello de luz lúgubre respectivo, y un reloj que marcaba las 22:47 algo resquebrajado quizás por el paso de un tiempo que yo no poseía.
Una voz tosca que erizó mi piel procedió a comentar lo mucho que ansiaba una oportunidad así, que alguien con mi don era difícil de encontrar, después de todo, ¿Qué humano normal se regenera como si nada ante todo? pero lo que este sujeto no sabía, o quizás sí, es que ciertamente puedo regenerarme, pero, de igual modo que alguien normal, el dolor lo siento.
Apoyó ese cuchillo sobre mi pecho, un frío glacial estimuló mi cuerpo en forma de escalofrío cuando de repente la hoja se adentró en mi tórax. Noté agónicamente como el cuchillo, de manera firme y muy despacio, subía hasta el punto intermedio de mis pectorales, para continuar, de manera lasciva, el recorrido hasta mi corazón. Una, dos, tres, cuatro veces clavó ese objeto de brillo extraño en mi órgano palpitante. a cada chillido que yo emitía, el dolor parecía acrecentarse, ¿En que momento pararía esta tortura? ¿Por qué le gustaría tanto oírme chillar mientras mi cuerpo volvía a su estado inicial tras cada apuñalada?
Lágrimas de un tono rojizo despedían mis ojos cuando ese objeto, que parecía empuñado por un diablo, se decidió por experimentar con mis pupilas i el iris para acabar rasgando el tejido ciliar, haciendo de aquella tortura una situación eterna, y más dolorosa de lo que cabría imaginar.
Sin motivo aparente, y yo ya exhausto, dejó clavado su querido artefacto de tortura experimental en mi zona pancreática así marchándose temporalmente, expresando enérgicamente las siguiente palabras: -hasta mañana querida aberración, el führer agradece tu “colaboración”-. Luego de que se fuera, intenté forzar inútilmente las ataduras que aún me sostenían observando de nuevo el mismo techo carcomido por la moho, la misma iluminación tenue de la sala, y el mismo reloj agrietado que ahora marcaba las 22:49 dándome a entender que el tiempo es muy subjetivo, y que quizás lo que para mí fueron horas de sufrimiento, para aquel nazi psicópata, vestido de doctor, solamente transcurrieron leves segundos de diversión.

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Historias
Cerita PendekAquí irán diferentes historias cortas, las cuales no tendran que ver la una con la otra. Es decir, que aquí iré añadiendo cada tanto más historias que vaya haciendo.