Antecedentes Pasados

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¿podemos ser felices cuando actúas en contra de tu propia moral, y tu ética ha de ser modificada por obligación?

Era una tarde lluviosa de otoño. A causa de la contaminación ejercida en mayor parte por los seres humanos, el clima mostrava anomalías extremas, y en mi ciudad, Barcelona, eso no iva a ser excepción. Esta era la tercera semana consecutiva de tormenta, la cual arreciava con fuerza junto a los vientos huracanados que la acompañaban, inseparables, como el padre que lleva a su hija cogida de la mano en el primer día de guardería.
A mi siempre me había gustado escuchar el agua caer en las noches lluviosas, porqué me transportaban a un mundo donde no existía ningún ser humano que deseara el mal, no había contaminación, y la naturaleza, había seguido su curso sin modificaciones artificiales, la pureza era el carácter más destacado de ese mundo imaginario, el cual me hacía sumergirme en mis más profundos, y reparadores sueños. Pero como es sabido, nunca llueve a gusto de todo el mundo, y este dicho se confirmava en el mundo real, pues en una ciudad, tantas lluvias, son el perfecto desencadenante de grosos problemas, como las inundaciones, la saturación del sistema de alcantarillado, de entre tantas arduas situaciones que complican la supervivencia, en en un apocalipsis climático como el que vivíamos por aquel entonces.
Mi trabajo en aquella ciudad que parecía sacada de la bohemia negra, era de cartero. No me podía quejar, porque pagaban bien para lo que tenía que hacer, pero con ese repentino cambio climático, a la empresa a la qual pertenecía, se le complicaron mucho las cosas, además que veníamos de una mala racha económica porqué otras empresas de la competencia sabían gestionar mejor la clientela, y atraer a más clientes que nosotros. La situación, no hacia mas que degenerar, hasta el punto de tratar de llevar a cabo soluciones desesperadas como la reducción de la plantilla, o más horas de trabajo, pero eso no nos salvó de entrar en la quiebra, con lo que mis superiores, se vieron obligados a cerrarla.
Estava esperando una llamada, sentado en mi butaca heredada de mi abuelo por parte materna. Tenso. Con la mirada fijada en ese teléfono negro, sustentado en una mesita de madera de roble, tallada a mano por el carpintero de la Vía Augusta.
<<¡Riiiiing! , ¡Riiiiing! >> <<¿D-diga? >> <<si volverla a ver deseas, la question elemental resolver debes, el animal que a dos piernas camina en su adultez, en cuatro se sustenta en su infantez, para con su madurez caminar tan solo con tres>> <<pip pip pip, pip pip pip>>.
Me quedé callado razonando a lo largo de dos horas, el motivo de esa adivinanza. ¿que sería lo que, esa voz misteriosa sacada de una novela mediocre de asesinatos, había tratado de decirme?. Luego de dos paracetamoles, y media botella de ron me acordé de una adivinanza muy similar, cuya respuesta me llevaría a encaminarme en la de esta. El ser humano es el único animal (pese a ser el único  capaz de aplicar el raciocinio) que en su adultez camina a dos patas, en su vejez a tres si va en bastón, y a cuatro en su infantez cuando gatea.
Una vez llegué a la conclusión, que la respuesta literal de esa adivinanza era esa, era de esperar que la respuesta correcta, fuera el título de un rétulo de algún local de las extensas áreas de Barcelona el cual reuniera la pista dada por la adivinanza.
En Google maps, inicié una búsqueda para ver si podía encotrar algo, y hallé nombres bastante extravagantes, pero solo tres parecían tener bastante lógica y similitud a lo que buscava: Homo Sapiens Sapiens, Humano en el edén, Asilo de generaciones humanas.
El asilo fué el primero que descarté, porqué no creía que allí pudiera encotrar aquello que antaño me habían robado.
Viajé, con cuidado por el clima apocalíptico, hasta el local del rétulo; Humano en el edén, el cual te adentraba a una tienda con artículos de jardinería. Hablé unos minutos con una dependienta llamada Sara, era pelirroja, y tenía la piel morena, era bajita, y un tanto obesa, pero tenía una voz que parecía la de Montserrat Caballer en uno de sus cantos angelicales. No saqué nada en claro, pese a la paciencia de la pobre dependienta, así que frustrado a la par que asustado me fuí al lugar del rétulo; Homo Sapiens Sapiens.
La puerta estava cerrada, y la fachada del lugar muy deteriorada. Parecía el típico lugar donde el protagonista de las series de suspense muere para darle dramatismo al asunto.
Con el móvil a modo de linterna, entré en el sitio, explorando en búsqueda de una pista, o algo que me conduciera, a mi anhelado final, donde me reencontraría con lo que creía perdido quinze años atrás.
El silencio, que resultava más profundo que la oscurdiad que adornaba el lugar antes de ser invadida por un filo de luz tenue del exterior, fué desmoronado, por mi chillido previo, al oír una voz entre las sombras que se dirijia a mí.
<<Podrías haver sido un buen detective>> <<..., y-ya estoy aquí, ¿tienes lo que me prometiste devolver? >> <<¿lo? Menuda manera de hablar sobre tu hija perdida... ¿Hm? Quizás no debiste soltarla de la mano el primer dia de guarderia, porqué quizás no la hubieras perdido>> <<no me recuerdes mis errores, llevo mucho tiempo torturandome por ello. Mi mujer me dejó, y mi vida entró en decadència, hasta la primera llamada tuya que recibí. ¿Y bien, sabes donde está? >>. Al sujeto cuya voz resonaba por toda la sala le bastó con dar dos pasos para que la luz filtrada por las rendijas de la persiana medio rota, sobre el cristal de la puerta de entrada, desvelara su rostro, uno cuya belleza femenina me resultava muy familiar.
<<no puede ser... Eres tú>> a punto de ponerme a llorar e ir a abrazar-la, me paré en seco ante el perturbador sonido de un arma siendo cargada <<tú me vendiste a los traficantes, y te llevaste el dinero, tú decidiste venderme como a un simple objeto, ¿y tienes el valor de decir que te supo mal? >> <<No es lo que tu crees... Yo solo... Tube que entregarte a esos hombres, porqué antaño tuve un estanque económico, y ellos me aportaron el dinero necesario, y a cambio se cobrarían el favor en el futuro, no sabia que me costaría tan caro...>> traté de acercarme nuevamente, pero ella alzó su arma a modo de señal <<¡Mentiroso!>> <<me hicieron decidir, entre tu o tu madre... Yo la amaba... Y también te amaba a ti, no podia decidir y de hecho fué muy difícil... Yo... Yo lo siento mucho hija, por favor perdóname>> <<¿Que te perdone?¿Hija? Durante toda mi vida, he sido entrenada como asesina, siendo arrastrada a esta vida pordiosera y maldita, pero si algo bueno he sacado de esto, es que podré vengarme del hombre que otorgó a una mujer sus genes, y me vendió para saldar su deuda...>>.
En ese momento solo quería llorar. Me arrodillé cuando mis mejillas empezaron a humedecerse por el paso de mis frías lágrimas <<si este es mi destino, lo afrontaré, pero solo déjame decir unas última palabras hija mía>> <<está bien, pero rápido, y no intentes nada, será inútil>> entonces, me limpié las lágrimas, y con un posado serioso la miré a esos ojos verdes llenos de ira. <<Kiare, te amo hija mía, tenlo siempre presente... Lo siento mucho por esto...>> entonces, fué cuando una iluminación leve, seguida de un gran ruido en forma de golpe, similar al efecto del trueno y un rayo, sonó en otro lateral de la sala. Como precedente a esto, sus ojos verde esmeralda, se tornaron de un tono claro como el cristal, a la par que caía rendida al suelo.
Me acerqué a su cuerpo, ahora inerte, que no paraba de expulsar sangre por un orificio circular del pecho, y por la tristeza que ese escenario acontecía en mi, solo pude llorar al cadáver de mi, ahora, difunta hija. <<señor Izaac, lo siento por la perdida de su hija... Es una pena que haya tenido que acabar así...>> <<lo sé cazarecompensas... Un detective normal me hubiera dejado morir... Supongo... Supongo que debo agradecerte por cobrarme a cambio de asesinar a mi hija...>> <<¿sabe? tengo nom... Da igual... Mi misión era seguirle en las sombras, mantenerle en vida, y matar a quien se interpusiera en su búsqueda, y lamentablemente su motivo de búsqueda, era su único, y más mortal, obstáculo>>. Luego de esas palabras, el cazarecompensas de nombre Quim, salió por la puerta trasera, la misma que había usado minutos antes para entrar sin ser detectado, dejándome a mi, tendido en el suelo bañando de lágrimas, al cada vez más frío, cuerpo de mi hija.

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