Capítulo 8

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Fue un instante eterno, en el que Harry sintió como si el mundo se hubiera ralentizado a su alrededor. Su figura, alta y esbelta en la penumbra, se interponía entre él y la aurora. Miró la varita de Snape, y el temor se hizo presente en su rostro. Supo que, a partir de ese momento, tenían las horas contadas.

-...Bingo.- Musitó Victoria al ver a su presa delante de él. Lo miró de arriba a abajo, como si estuviera analizándolo. Tenía claro que, si atacaba directamente a Harry, Severus no se quedaría de brazos cruzados. Su propósito había salido con éxito. -Así que, finalmente, has decidido mostrarte, Profesor.-

-¡Retrocede, Victoria!- exclamó Severus con voz firme.

-Se que enfrentarme a ti supone un riesgo para mi, no por algo te llaman "el Príncipe mestizo", ¿verdad? Pero me gustaría quedarme para jugar un rato más...si no es molestia...¡Expeliarmus!-

Protego!-  Severus lanzó un hechizo de protección. La magia chisporroteó en el aire y el hechizo de la aurora se desvió, impactando contra la barrera antes de desvanecerse en chispas brillantes.

La aurora gruñó y continuó lanzando ataques a diestro y siniestro. Harry salió corriendo y se ocultó detrás de un árbol. No podía interponerse ahora entre la pelea, y sería solo un estorbo. No tener la varita consigo había sido un error garrafal por su parte, y se lamentaba más que nunca. Necesitaba que Victoria se distrajera un momento, para que él pudiera entrar en la casa y cogerla.

Mientras, las luces y los destellos iluminaban la espesa noche. Severus solo se protegía, no tenía intención de atacarla directamente, pero la mujer no reculaba en ningún momento.

-¡Vamos, profesor Snape, se que lo puede hacer mejor! - El tono desquiciante de aquella frase hacía entrever que se lo estaba pasando en grande. 

Severus se mantenía firme. Cada hechizo que lanzaba era preciso y eficiente. Los destellos de luz iluminaban su rostro, revelando su expresión concentrada. Tenía que hacer algo pronto, o sino, esto acabaría muy mal.

Victoria, por su parte, se movía con una agilidad felina. Sus ojos brillaban con diversión, disfrutando del momento. Cada vez que su varita se movía, un rayo de magia cortaba el aire.

Harry observaba, con el corazón en la boca. La tensión en el aire era palpable, y la adrenalina corría por sus venas mientras veía a Severus luchar para mantener a raya a Victoria.

En un momento de descuido de la mujer, en la que, por el momento, solo tenía ojos para Snape, Harry aprovechó para moverse sigilosamente y correr hacia la casa.

La puerta de la casa estaba entreabierta, y Harry entró con cautela. La sala de estar estaba en penumbra, pero él conocía el camino de memoria. Sabía dónde tenía su varita guardada y se dirigió directamente hacia allí. Sus dedos se cerraron alrededor del mango de madera, con fuerza.

Inmobilus!- Conjuró Victoria. Severus, en un descuido por ver a Harry entrar en la casa, no pudo contrarrestar el hechizo, y le impactó de lleno. Sintió como sus piernas de juntaban, cayendo al suelo estrepitosamente, sin poder moverse un centímetro.

La aurora se posicionó lo suficientemente cerca como para mirarlo detenidamente, con una sonrisa triunfal.

El rostro de Severus estaba cubierto por mechones rebeldes que caían de su frente. Su respiración era entrecortada, producto de la pelea. Intentaba moverse, pero era inútil.

Victoria puso la suela de su tacón en el hombro de Snape, haciéndole girar hasta que estuvo completamente boca arriba. -Mmmm...Decepcionante. Me esperaba un baile más... frenético con usted.- Volvió a apuntar a Severus con la varita. - Espero que se lo pase bien en Azkaban...-

Bajo la Sombra de los Errores. (Snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora