Cobarde

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La tarde transcurrió rápidamente en las calles de Rompongi hasta que al fin cayó la noche.

Los bares rápidamente comenzaron a llenarse, las bebidas en las mesas rápidamente eran cambiadas por otras y las meseras corrían de un lugar a otro.

Rai se encontraba agotada, sentía que tenía los pies hinchados, nunca había visto tanto movimiento en el bar, mientras pasaba entre el tumulto de personas en el bar sentía una mirada que caía pesadamente sobre ella, sin prestarle importancia siguió su camino.

Al pasar las horas la gente había disminuido un poco, sin embargo; ella sentía esa mirada nuevamente. Giró la cabeza levemente para encontrarse con un hombre de lentes negros y que llevaba una gorra.

— ¿Conoces a ese hombre? —preguntó Minako al ver que Rai se quedo estática en ese lugar— Me he dado cuenta que lleva un rato mirándote.

— También lo noté, no lo conozco—dijo Rai extrañada.

— ¿Te parece si yo lo atiendo y tú te vas a ver otras mesas? —dijo Minako con una sonrisa, Rai asintió aliviada.

Rai rápidamente se metió a la bodega en busca de ceniceros, cuando de pronto una mano se posó en su hombro haciéndola sobresaltar.

— ¡Rai, conque aquí estabas! —era la jefa del bar— Deja todo lo que estás haciendo y ven a mi oficina —demandó.

Rai la siguió a pasó lento por las alfombras rojas aterciopeladas, tenía un mal presentimiento. La mujer sacó una llave de su busto regordete para abrir la puerta de la oficina y luego adentrarse en ella. Rápidamente tomó asiento, luego invitó a la joven a sentarse.

El ambiente se sentía tensó y el aire frío, la jefa se encontraba más seria de lo normal, al parecer algo malo había pasado.

— ¿Ha pasado algo, Kanamori-san? —preguntó Rai al ver que la mujer estaba callada.

— Seré directa. Un cliente me ha ofrecido una buena cantidad de dinero por solo tener tu compañía esta noche.

— Creo que ya hablamos de esto, Kanamori-san. Yo no vine aquí para ser una chica minato. —Rai se puso de pie.

— La cantidad es mayor a lo que han ofrecido por cualquier chica aquí, incluso por Minako.— Rai sabía las cifras qué ofrecían por beber con su compañera, pasaba de las 4 cifras— Es un empresario adinerado, enviudo recientemente y solo quiere la compañía de una joven hermosa como tú.

— Entonces el hombre que estaba afuera... ¡ME NIEGO HACER ESTO! —dijo Rai.

— Fui paciente todos estos meses, te lo pedí de buena forma. Pero si te sigues rehusando hacer esto a la buena, no me dejas opción de despedirte. —dijo la mujer sacando un cigarrillo de su cajón.

— ¿Despedirme...? ¿Acaso mi trabajo no ha sido suficiente para usted?

— Haz tenido un buen desempeño, no lo voy a negar, ¿pero acaso crees que para mantenerte en este trabajo sólo tienes que tener una cara bonita y un buen desempeño? Hay muchas jóvenes más bonitas que tú que morirían por el puesto que tu tienes, y son más audaces qué tú. —dijo la mujer botando el humo del cigarro en la cara de la joven.— Aquí en Rompongi Hills le llamamos pagar derecho de piso, si quieres ascender y ganar más dinero tendrás que escalar por el fango para llegar cada vez más alto. Mirame a mí, tengo tanto poder, y muchas influencias, y el hecho que tan sólo salgas de aquí con una carta de despido, ninguna persona querrá darte un empleo. Es por eso que vuelvo a proponerte, aceptas mis términos y pagas tu derecho de piso como cualquier chica aquí a las buenas, o te vas de aquí arruinada.

Rai guardo silencio hasta que por fin había tomado una decisión.

— Acepto —dijo con la cara desencajada. Nunca creyó que pasaría por eso, caer por algo tan bajo. En que momento había caído en ese oscuro mundo.

Divergencia / Satoru Gojo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora