cap. 2

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—¿Van a poder venir tus papás a cenar el sábado?— pregunto el rubio mensajeando en su teléfono.

—Ya me confirmaron— le dije guardando un par de cosas en mi bolso —Hoy las chicas me invitaron a un baile, ya sabes como me insistieron ¿no queres venir conmigo?

Le pedí haciendo un puchero, me acerque a él y Mateo me miro con ternura.

—Perdón amor, tengo cena con mis viejos— dijo agarrando mis manos.

—Pero las chicas van a estar con otros pibes, no quiero estar sola.

El rubio solo sonrió y dejo un beso en mis labios.

—Hoy no amor, voy a recompensartelo ¿si?— yo asenti —me tengo que ir, te amo.

—Chau— dije viendo como se iba por la puerta.

Hacia varios meses que estaba en relación con Mateo, la verdad es que creo que es la mejor decisión que pude haber tomado.

Decir que el rubio me trata como una princesa es poco a mi parecer.

Hice una mueca y saque mi celular, le envie un mensaje a mi amiga, la cual ya me estaba viniendo a buscar.

—Hola Oru— sonrió la morocha, una vez me subí a su auto —¿Nos vamos?

—Si— asentí —¿Todo bien?

—Por ahora— me contestó ella —¿Tu marido?— pregunto sonriéndome y yo rode los ojos —¿que? Son prácticamente eso, no me sorprendería que para fin de año ya te proponga matrimonio.

—No, no, apenas empezamos a salir nosotros.

—¿Pero te gustaría?

¿Me gustaría?

La verdad es que si, desde chiquita que siempre imagino como seria mi boda, mi marido.

Y la verdad, es que Mateo es lo más cercano al prototipo de marido que tenía de chiquita, tanto en apariencia y en su forma de ser.

—¿Te gustaría Ori? Casarte con Mateo.

—Supongo que si me gustaría casarme— dije finalmente.

—¿Pero con Mateo?

—Eso creo.

Dije dudativa, si, me imaginaba casada, pero no me imaginaba casada con Mateo.

Llegamos finalmente al boliche y con mi amiga entramos directamente, caminamos hasta llegar a la mesa donde estaba el resto del grupo.

—¡Ahora si! Ya estamos todas— dijo una contenta —que empieze la joda.

Que empieze la noche.

—————

Media hora, cuarenta minutos habrán pasado desde que llegue.

Ya me quiero ir.

No la estoy pasando bien, vi una por una como mis amigas se fueron con un pibe distinto.

Primero se fue Kati, la chica con la que vine, ella se fue con un pibe alto y creo que, por lo que escuche, jugaba rugby.

Osea que era re tincho el pibe, ya me caía mal.

Luego se fue una de las chicas de la mesa, More. Ella se había quedado chamuyandose con el barman, según ella para 'conseguir' tragos gratis.

Allá en la despensa te están consiguiendo tragos gratis.

Ya lo odio al pibe.

Por último quedaba mi último recurso, Emma, la rubia que siempre me bancaba en todo

Ella estaba en pareja, por eso no se fue con ningún chongo, así que me las arreglaba con ella.

Se había ido al baño, luego de unos cinco minutos volvió.

—Ori, amor me más a matar.

Ya me lo veía venir.

—¿que paso?— le pregunte a la rubia.

—¡No sabes! Mati al final si vino a la joda, me voy un rato con el ¿te molesta?— dijo señalando a Mati, su novio.

Yo solo negué tomando mi trago, ella sonrió contenta y me dio un beso en el cachete, luego se fue.

Como me caes mal Matias.

Le caían todos mal a la mina, ¿que le pasaba?

Bueno, ya fue.

Me quedé otros veinte minutos tomando, sola, miraba a mi alrededor, todos en la suya, bailando, chapando.

Todos hacían algo menos yo.

Fije mi vista al 'escenario' que habían armado en el boliche, ya que había mucho escándalo.

Había una persona subida arriba, un chico, pelinegro, blanco, tenia alto atuendo.

Gire mi cuerpo en dirección al barullo, mientras tomaba de mi copa, miraba al pibe.

Era un cantante, de acá, y por lo que entendí se llamaba algo así como 'c.r.o'.

Vaya nombre artístico, pensé.

El chico empezó a cantar, las personas presentes se volvían locas.

Bueno, algunas.

Las que aparentemente lo conocían y le gustaba su música si disfrutaban. Otros en cambio solo grababan y bailaban algo que nada que ver, solo aparentaban.

Problemas de gente con plata, que se yo.

Movía mi cabeza al ritmo de la canción, verdaderamente este pibe era bueno, no era la música que solía escuchar.

Pero tendría que probar.

Me levante de la silla, acomode mi vestido y agarre la copa de champaña que estaba tomando, me acerque al escenario.

Con un par de movimientos logre llegar al frente de todo, el escenario era de la altura del resto del boliche, era solo un escalón más arriba.

El tatuado, mientras sostenía su micrófono, volteo la vista hacia mi, conectando nuestras miradas.

Que hombre.

Era la única palabra que paso por mi mente al verlo, su ropa, su cara llena de esos tatuajes que, no se, eran preciosos.

Yo no era una amante de los tatuajes, de hecho yo no tengo, ya no nunca me gustaron.

Pero a este chico, le quedaban muy bien.

—Gracias por venir— dijo aun mirándome, luego corrio su vista hacia el resto del público —a todos, gracias a todos por este momento.

Pase saliva y solte un suspiro luego de eso, llevé la copa a mis labios y bebí un poco.

Volví a mi mesa y me senté nuevamente.

—¿Venis seguido acá?

𝐕𝐈𝐕𝐀 | Tomás Campos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora