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"Recuerdos que desbordan historias sin fin"

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"Recuerdos que desbordan historias sin fin"

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Pensar hasta no dormir o dormir para no pensar. 

Dormir equivalía a una muerte temporal, una tregua sin lágrimas, sin tristeza ni preocupaciones que asolaran un corazón perpetuamente en busca de una paz invariable.

El inicio de cada día era un misterio, y anticipar el mañana aún más. Cada nuevo amanecer traía consigo una carga de incertidumbre, una batalla constante entre el deseo de avanzar y el miedo a lo desconocido. 

El sonido de la alarma, por ejemplo, era un eco cotidiano, un sonido de libertad que marcaba el comienzo de la rutina. Pero más que eso, era una pequeña prueba, una afirmación de que, después de la oscuridad, siempre había vida. La alarma simbolizaba la perseverancia, la promesa de un nuevo comienzo.

La alarma que, infaliblemente, sonaba todos los días a las 7:00 a.m., era para él un claro recordatorio de que aún estaba vivo y de que la esperanza persistía. 

Cada repique era un mensaje silencioso, un llamado a la acción, un recordatorio de su propia existencia y del potencial de cada día. Pero esa mañana, deseó ser egoísta, aunque solo un poco, y decidió ignorar esa señal.

En su interior, una voz le suplicaba unos minutos más de escape, un breve respiro antes de enfrentar las demandas del día. ¿Lo tenía permitido? Quería creer que sí, aunque un rotundo «no» resonaba en su mente. Deseaba ignorar esa señal al menos por hoy, convencido de que tenía derecho a dormir un poco más.

Se revolvió en la cama, indiferente al sonido exasperante que tarde o temprano lo obligaría a levantarse, hasta que quedó boca abajo con la mitad del rostro hundido en el colchón. 

—No, definitivamente no voy a poder seguir durmiendo —murmuró, mientras estiraba los brazos. 

Para aminorar el estruendo de la alarma, tanteó la suave superficie en busca de una de las muchas almohadas dispersas sobre la cama y cubrió sus oídos. 

Sabía que debía levantarse, consciente más que nadie de las numerosas tareas pendientes tanto dentro como fuera de la casa. Sin embargo, aquel día era particularmente desafiante debido a las inclemencias del clima. 

Parecía casi un delito intentar moverse de la cama. Además, ¿qué culpa tenía él? Su inclinación natural a dormir profundamente solo complicaba aún más las cosas.

Sumido en su adormecimiento, había olvidado por completo la presencia de la criatura que todas las noches se deslizaba sigilosamente hasta su habitación. Como era costumbre, inició un ladrido persistente, cumpliendo así con su rutina diaria de despertarlo a toda costa. 

Estaré Para Ti || «Binsan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora