t h i r t e e n

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"Cuando el tacto roza el alma y la paz revela batallas ocultas"

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"Cuando el tacto roza el alma y la paz revela batallas ocultas"

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Sanha entrecerró los ojos una vez más, tratando desesperadamente de aferrarse a los últimos hilos del sueño, aunque sabía que era un esfuerzo inútil. No se sentía ni remotamente descansado, a pesar de haberse acostado temprano la noche anterior. Su cuerpo, generalmente disciplinado, parecía hoy reacio a colaborar. 

Habían pasado ya quince minutos desde que despertó por primera vez, tiempo que, extrañamente, había dedicado a analizar minuciosamente las finas irregularidades del techo de su habitación, como si de alguna manera ese examen meticuloso pudiera devolverle el sueño perdido. 

Calculaba haber dormido alrededor de ocho horas y media, suficientes según cualquier estándar, pero la ligereza de su sueño hacía que despertar antes de lo previsto no fuera algo inusual. Y aunque sabía que tarde o temprano el molesto sonido de su alarma irrumpiría en la quietud, no le molestaba estar despierto. 

Era el tipo de persona que rara vez se rendía al lujo de dormir más allá de lo estrictamente necesario.

Giró la cabeza hacia su izquierda, buscando el familiar resplandor del reloj digital. 6:50 a.m. Los números rojos brillaban con la precisión implacable de un recordatorio de que su breve tregua con la mañana estaba a punto de terminar. 

Diez minutos...

Ese era todo el tiempo que le quedaba antes de que la alarma interrumpiera oficialmente su día. Cerró los ojos una vez más, sabiendo que cualquier intento de volver a dormir ya era en vano. 

«Es mejor que ni lo intente de nuevo».

Su rutina laboral no era particularmente demandante. El flexible horario de la clínica permitía cierto margen para mañanas más relajadas, salvo alguna ocasión en que algún paciente solicitara una cita temprana debido a otros compromisos. Pero esos casos eran raros. 

Sin embargo, la férrea necesidad de mantener su mente clara y enfocada lo impulsaba a levantarse temprano de todos modos. Era parte de un ritual personal, una disciplina autoimpuesta que le garantizaba un día productivo. El ejercicio, la ducha, el desayuno; todo debía seguir su curso si pretendía enfrentar el día con la energía adecuada. 

«Pero hoy...»

Por supuesto, había excepciones. Kim MyungJun, con su caótica presencia, solía ser una de esas interrupciones en su rutina cuidadosamente estructurada, aunque lo hacía de una manera que, en el fondo, apreciaba. 

Estaré Para Ti || «Binsan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora