Dicen que las promesas son lazos que atan irremediablemente, ¿verdad?
Ellos descubrieron un significado distinto, único...
Un golpe de mala fortuna fue suficiente para que los recuerdos más queridos se desvanecieran como neblina al amanecer, como ag...
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"En el inicio, florece el amor por una nueva historia"
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Las múltiples e inusitadas formas de resguardar una memoria...
Todo ser habitante de la esfera conocida como «mundo» tiende a acumular objetos, a menudo en exceso, que eventualmente se convierten en símbolos o tesoros, una extensión de sí mismos. Estos representan una prolongación de su forma de vivir y pensar o simplemente, son parte de los recuerdos vívidos que evocan tanto momentos de felicidad como de nostalgia.
Al establecer un vínculo con estos objetos, las personas encuentran en ellos una manera de preservar sus experiencias y emociones, como si estuvieran resguardadas en un frágil recipiente de cristal. Cada uno se convierte en un reflejo de su identidad, encapsulando momentos significativos que añaden sentido y valor a sus vidas.
Un vínculo indestructible...
Así, lo que para algunos puede parecer simple utilería, para otros se transforma en auténticos símbolos de su existencia.
Muchos establecen estos vínculos de manera consciente, comprendiendo desde el principio hasta el final el momento en que se forman y luego se desvanecen. Para otros, el proceso ocurre de forma inadvertida... como un suave susurro en el viento que solo se percibe cuando roza la piel.
De igual manera sucede con las casas: pasan de ser simples espacios sin vida a convertirse en verdaderos hogares, refugios donde reina la paz y la armonía, y donde todo adquiere un nuevo significado. En estos, la tranquilidad perdura, tejiendo un ambiente propio e íntimo, compartido con seres especiales. Son rincones de ensueño, apartados del tumulto del mundo, donde el tiempo parece detenerse y cada detalle cobra un valor singular.
Al crearlos, las personas les infunden un sentido de pertenencia y seguridad, convirtiéndolos en santuarios personales. Cada rincón y objeto en su interior contribuye a forjar un entorno único que refleja la esencia de quienes lo habitan, proporcionando un refugio constante en medio de un mundo en perpetuo cambio.
Así, estos se construyen como sitios de tranquilidad y amor, donde cada sombra y rayo de luz cuentan historias de vida y afecto; como un poema grabado en la mente y corazón. Cada experiencia vivida, cada momento compartido, se impregna en las paredes de la casa dándole una sensación de vida propia, como si el lugar mismo respirara y se alimentara de esos recuerdos.
O al menos, eso pensaba él; alguien que solía encontrar un significado en cada detalle de lo que sucedía a su alrededor.
Bin formaba parte de ese grupo de personas que atribuían un valor especial a cada objeto. Un claro ejemplo de esos tesoros en su vida era la vieja computadora que aún guardaba en una de las cajas sin desempacar, marcada con la etiqueta "Frágil". Para él, cada rasguño y cada detalle de la máquina contaba una historia, convirtiéndola en un recuerdo valioso de tiempos pasados.
