f o u r t e e n

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"El pánico se aferra, temiendo la verdad que las respuestas revelan"

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"El pánico se aferra, temiendo la verdad que las respuestas revelan"

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—Vaya, llegaste temprano hoy. 

Bin cruzó la puerta de la sala de espera con una sonrisa ligera en los labios. Su mirada buscó naturalmente a Sanha, quien ya lo esperaba con una ceja ligeramente arqueada. 

—¿Estás de mejor humor de lo normal? —preguntó, en un tono entre divertido y curioso. 

—Oh, claro —respondió Sanha, a la vez que su voz desprendía una ironía delicada—. ¿Cómo no lo estaría? Te eché tanto de menos todo el día. 

Bin soltó una risa suave, relajándose al instante en ese ambiente. 

—¿Sarcasmo? Me parece que sí —dijo entre risas—. ¿Ha sido un día largo?

—Oh, no, para nada. Esa sería mi respuesta para ambas cosas —dijo Sanha con una sonrisa. Luego sus ojos se desviaron para encontrarse con los de la pequeña que los acompañaba—. ¡Hola, Hanny!

—¡Hola, Sanha! —contestó Ha-neul, en lo que estiraba un brazo en su dirección con un gesto invitador—. Sentimos llegar tarde. Mi papi tuvo que quedarse trabajando más tiempo. 

—Eso escuché —le susurró Sanha en un tono de complicidad, inclinándose para corresponderle el abrazo—. ¿Lista para apoyar a papá hoy?

—¡Siempre! —exclamó—. Estaré por allá. 

Ha-neul soltó la mano de su padre para irse hacia la mesa de juegos en el rincón de la sala, un lugar que parecía haber conquistado en tan poco tiempo. Bin la observó caminar con una mezcla de ternura y asombro en sus ojos. 

—Parece que ella se acostumbra a la rutina más rápido que yo. 

Sanha asintió lentamente con expresión suave y contemplativa. 

—A veces, es increíble todo lo que podemos aprender de los niños, ¿no crees? —murmuró, casi para sí mismo—. Ven, te preparé un poco de té. 

—No deberías mal acostumbrarme. 

Colocándose detrás de la silla de Bin, Sanha lo empujó con calma hacia la pequeña área donde solían intercambiar algunas palabras antes de la sesión, un espacio que ambos habían transformado, sin darse cuenta, en un santuario para la honestidad. 

Mientras avanzaban, el leve perfume del té recién preparado llenaba el ambiente, invitando a la calma y a una paz inusual. Cada gesto, cada palabra, era un susurro entre el bullicio de la vida cotidiana. Allí, el tiempo parecía detenerse un poco, permitiéndoles, aunque fuera solo un momento, encontrarse y respirar. 

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⏰ Última actualización: a day ago ⏰

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