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"Cuando la fe respira, la esperanza florece y la persistencia camina"

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"Cuando la fe respira, la esperanza florece y la persistencia camina"

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Le había tomado un largo y arduo tiempo comprender por qué, cuando todos sus conocidos se enteraron de que sería padre, su madre fue la única que, sin vacilación, le aseguró que haría un trabajo admirable. Que tenía en su interior todo lo necesario para ser alguien ejemplar, porque poseía una virtud que cualquiera consideraría envidiable. 

Era una cualidad distintiva, casi innata: la capacidad de conservar la serenidad y el temple ante cualquier adversidad, incomodidad o provocación, sin ceder nunca al caos o la desesperanza. 

—Una mente paciente es una mente en calma, capaz de mantenerse imperturbable frente a cualquier circunstancia —le había dicho su madre un año atrás, mientras contemplaba a su nieta durmiendo en su diminuta cama con una paz tan pura que casi se podía palpar. 

En aquel entonces, ella parecía percibir el miedo al futuro que se anidaba en el corazón de su hijo, pero siempre encontraba las palabras idóneas para disipar cualquier sombra de incertidumbre. 

—Y tú eres muy paciente, Binnie —había finalizado con un tono de certeza antes de abandonar la habitación aquella noche, tras envolverlo en un cálido abrazo y dejar un beso en su frente, tal como solía hacerlo desde que él era apenas un niño. 

Pero, ¿podía él realmente considerarse a sí mismo una persona paciente? Sin duda. No había ningún titubeo en su mente. La vida se había encargado de someter su paciencia a una prueba tras otra, en tantas ocasiones que incluso había perdido la cuenta. 

Recuerdos de su niñez desfilaron por su mente, como fotogramas de una película proyectada en la oscuridad de su consciencia. Aunque siempre fue un chico sociable y extrovertido, nunca le entusiasmó estar rodeado de grandes multitudes. Sin embargo, el destino le presentó a un niño que pronto se convertiría en su mejor amigo. 

«Tenía... ¿qué? aproximadamente siete años».

Ese niño, a quien Bin cuidó con una devoción casi fraternal, ocupaba un lugar central en su vida en aquel entonces. ¿Había sido sobreprotector? Tal vez un poco, pero su única intención era preservarlo de cualquier peligro, y ese compromiso exigía un nivel de paciencia que no cualquiera poseía. 

También estaban esos días en los que su madre solía enviarlo a hacer alguna compra, y luego lo reprendía por llegar tarde, aun cuando él no lo hacía con intención. La verdad era que a menudo se quedaba esperando su turno o, con la habitual amabilidad que lo caracterizaba, cedía su lugar a alguien más apurado o necesitado. 

¿No eran esas claras muestras de paciencia?

Pese a todas las situaciones rutinarias que habían configurado su carácter a lo largo de los años, nunca había conocido a alguien tan insistente, inquisitivo y, solo un poco, exasperante como su amigo actual. Lo supo desde el instante en que se encontraron por primera vez. 

Estaré Para Ti || «Binsan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora