Describir la vida como un prado es una buena metáfora. Podría estar repleta de diversas flores, y con un pastizal esmeralda que revista todo el espacio, o, por el contrario, podría mirarse descuidado, sin vida, con la tierra infértil. Aunque, Choi Yeonjun ignoraba que, tener una vida como un jardín hermoso, sano, y extenso, podía no durar para siempre. El universo era muy capaz de imponerse de mil maneras diversas para demostrar que no siempre se puede estar rodeado de flores.
Yeonjun quería de vuelta su felicidad, no le interesaba si se trataba de una ilusión creada desde su niñez, pero había llegado a una etapa de desesperanza.
Se sumió en un profundo dolor cuando supo que jamás encontraría a su alma gemela.
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Cuando obtuvo la habilidad de hablar, caminar, y correr, el pequeño Yeonjun tomó como rutina inquebrantable, el tener una sesión nocturna de cuentos junto a su madre. Ella era una narradora entusiasta, lo que hacía que el niño se sumergiera apasionadamente. Pasando los años, se reveló, a pesar de su corta edad, que era todo un romántico; su temática favorita era la de las almas gemelas. En ocasiones la mujer trataba de animarlo para explorar otro tipo de historias, pero de vez en cuando el pequeño hacía una rabieta dado a su deseo de escuchar su relato más querido: "el encuentro entre mamá y papá".
Ella dulcemente aceptaba la propuesta, aunque le causaba ternura que su hijo fuera un terco amante de escuchar una y otra vez lo mismo.
—En este mundo, mi niño, el amor es el sentimiento más complejo que puede surgir de la mente humana. Es una emoción inmensa como el cielo, como el océano, o como el universo, eso quiere decir que no solo existe una forma de amar. Cada uno de nosotros lo hace de una forma única e irrepetible —Yeonjun abría la boca, emocionado por lo maravilloso que sonaba aquello. Sus orbes expresaban el brillo propio de un alma pura—. Entonces, el destino quiso ayudarnos un poco.
—¡Existen las almas gemelas! —gritó animado, anticipando las próximas palabras de su madre.
—Así es. Hay una persona destinada a ser tu otra mitad —la mujer se acercó un poco más para que Yeonjun tuviera una buena vista de su cuello—. Esta es la señal, una pequeña marca con la inicial del nombre de quién es tu alma gemela.
El niño miró aquella letra, y bien sabía que su papá la tenía en su nombre. Sonrío ampliamente al saber que sus padres estaban ligados por lo que él catalogaba como magia.
—Pero hay algo que debes recordar bien —ella frunció el ceño, fingiendo una cara seria que al final acabó en una mueca. El espectador de esa juguetona escena se echó a reír fuertemente—. Las almas gemelas no es solo lo que papá y mamá tenemos. Puede ser, por ejemplo, alguien que sea tu mejor amigo para siempre.
—¡Si, porque el amor es una emoción tan grande como el universo! —levantó ampliamente sus brazos, y, ante tal afirmación, la madre rodeó a su hijo en un abrazo, muy orgullosa de que comprendiera algo que probablemente podía ser complejo de percibir—. ¿Papá y mamá decidieron casarse porque ese es su tipo de amor, verdad?
—Así es. Cuando cumplas veinte años, en alguna parte de tu piel aparecerá la inicial de tu persona. ¡Pum! —le picó la naricita al tiempo que hacía la onomatopeya con voz chillona—. ¿Dónde será que se muestre? ¿Aquí, o aquí? —con el dedo índice comenzó a señalar varias partes de la cara del niño, pero luego llegó a su abdomen para una ronda de cosquillas.
Ambos rieron sin parar durante un prolongado tiempo, hasta que el infante ya pestañeaba lentamente, demostrando lo cansado que estaba. Su madre lo arropó, le dejó un tierno beso en la frente, y lo dejó dormir. En esa noche, y en muchísimas más por delante, Yeonjun soñaría en cómo sería el encuentro anhelado con su alma gemela.
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Loss |YeonKai|
FanfictionAl cumplir los veinte años aparece una marca en el cuerpo: la inicial del nombre de tu alma gemela. Yeonjun descubrió que jamás encontraría a su alma gemela.