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Pasaron unas horas, Eze ya se había ido de mi cuarto, yo me quedé tirado en la cama toda la tarde viendo Tik Tok.

Decidí dar la cara más o menos a las 8 de la noche. Fui al baño y después caminé en dirección a la cocina.

Para llegar ahí, primero tenía que pasar por el living, dónde seguramente esté este pibe que me tiene hecho un pelotudo hace rato.

Y sí, estaba ahí, pero de una forma
que ODIE verlo.

Él sentado en un sillón individual, con Eme sobre sus piernas mientras lo abraza y le acaricia la cara.

No detuve mis pasos, pero sí lo miré mal y serio. Él también me miró, pero preocupado al darse cuenta de la situación.

Entré a la cocina y lleno de bronca abrí la heladera y saqué una botella de agua. Desenrosqué la tapa y quise tomar, pero alguien vino y me frenó.

—¡No, no, no! ¡del pico no!— Era Camila.— Agarre un vaso, hombre.— Me sacó la botella y buscó un vaso.

Suspiré.

—No rompas con eso, Camila, quiero tomar agua.

—Perfecto, tomas del vasito, rey.— Sirvió y me lo dió.

Bufé y tomé un trago.

—¿Estás bien?

—Sí.

—¿Te pasa algo?

Enojado, apoyé el vaso en la mesada.

—Nada.

Me fui de ahí.

Estaba enojado, tenía bronca.

Me encerré en mi cuarto pegando un portazo.

—Mauro y la puta madre que te parió.

Estuve unos minutos intentando olvidar la situación.

Un "toc toc toc" me distrajo.

Abrí la puerta encontrándome con Dogo.

—¡Gato! vení, vamos a jugar unos truquitos en grupos.

Suspiré. —No tengo muchas ganas, gracias igual amigo.— Estuve por cerrar la puerta, pero él me lo impidió.

—Jajaja me chupa un huevo si no tenés ganas, te estoy dando una orden.— Me agarró del brazo y me llevó.

—¡Sos re gil, ni ganas tengo te dije!— Intenté soltarme.

—Será por las malas.— Me llevó hacia el patio de la casa, dónde estaban los pibes esperando para jugar.

Julián y Giovanni.

—¡Eeeeh al fin apareces gatoo!— Dijo Juli al verme.

Sonreí con ganas de irme.

—No tengo ni ganas de jugar, Diego me trajo a la fuerza.

—Pero no sea' ortiva gato de mierda.— Dijo Gio. — Te necesitamos amigo, Eze está intentando levantarse a su minita, como siempre, y Mauro está pollereando y no sabemos en dónde. Asique, si o sí te necesitamos.

Suspiré y rodé los ojos.

—Bueno, pero solo porque me están rompiendo los huevos.— Me senté en mi asiento.

—¿Qué pasa? estás más amargado que de costumbre.— Me dijo Julián.

Lo miré mal.

—No me pasa nada.

—¿Estás indispuesta?— Molestó dogo.

—Cerra la cola estúpido.—Dije y le pegué en el hombro. —Dale repartí de una vez.

"Clandestinidad" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora