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CON TIAGO:

Decidimos salir a caminar todos juntos.

Las miradas que nos pegamos con Mauro son tan AAAAAAAA. Me hacen morir. Claramente no sé explicarlo con palabras. Me genera algo tan AAAAA en la panza, en el corazón, en todas partes.

Me encanta Mauro, y juro que trato de convencerme de superar un poco eso, pero se me hace tan difícil. Estuve enamorado de él desde que lo conocí, por lo tanto olvidar algo así es prácticamente imposible. Y más si a ese alguien me lo estoy comiendo a cada rato.
Pero bueno, decidí olvidar y dejar de cuestionar cada cosa. Disfrutar de lo que pasó y de lo que tengo. La vida se encargaría de demostrarme si me estoy equivocando o no.

Preferí pensar que lo que hacía era lo correcto.

Estábamos paseando en un shopping.

—Voy al baño con Cami amor, ahora vengo.— Escuché que le dijo Emma a Mauro.

—Bueno mi vida.— Le respondió él. Que asco. Le dió un beso en los labios y dejó que ella se vaya. Enseguida buscó algo con la mirada, y cuando me miró a mí, sonrió y comenzó a acercarse.

Intenté disimular que los estaba mirando y también que me ponía nervioso que se me acerque.

—Vamos.— Me dijo agarrando mi muñeca con suavidad.

—¿A dónde?— Fruncí el ceño.

—Al baño.

Que.

Me llevó al baño de hombres y antes de cualquier cosa, revisó que no haya nadie.

—Mau…

Cuando corroboró que éramos los únicos, se acercó a mí y me estampó suavemente contra una pared.

—Mau no sé si este es el mejor lugar…

—Me da igual si no es el mejor lugar, Tiago, pasa que cuando nos miramos me pasan tantas cosas que necesito acercarme, agarrarte y besarte… o sea que no puedo aguantar más.— Con una mano en la pared y otra en mi mejilla, se acercó y unió nuestros labios.

Se la seguí medio desesperado ya que me ponía muy nervioso que entre alguien.

—N-no pará…— Intenté frenar el beso. —M-mau… pará…

Dejó de besarme pero no se alejó.

—Me encantas tanto hijo de puta…

Sonreí levemente.

—¿Serías capaz de hacerme un pete acá?

Abrió los ojos y levantó las cejas sonriendo. Separó los labios sorprendido y soltó una carcajada.

—¿¡Qué!?

Empecé a reír.

—¿¡En serio me lo preguntas!?— Dijo anonadado. —¡Obvio que soy capaz!

—JAJAJA nooo, no, no, acá nooo— Dije entre risas.

—Entonces no me tientes ni tampoco me provoques, porque sabés que soy capaz.

—¿En serio?— Pregunté sonriendo, tentado. (de risa)

—Obvio Tiago.

—Pero nunca hiciste, ¿no?

Negó. —No, pero puedo aprender.— Se encogió de hombros. —¿Vos sí hiciste?

—Sí.

Frunció el ceño e hizo cara de enojado.

—¿Cuántas veces? ¿a quién? ¿lo conozco? ¿es bueno? ¿te cuidó? ¿fue bueno?

Reí y me mordí el labio.

"Clandestinidad" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora