10: Día seis.

147 13 9
                                    

AÚN EN EL DÍA CINCO, CON MAURO:

Quise arreglar las cosas con Eme, pero ella me pidió un tiempo para pensar. Me sentía tan mal, ella estaba destrozada, y eso me hacía mierda a mí.

Me pidió que la deje ir de una amiga a dormir, yo le insistí un poco pero finalmente accedí.
Esta noche dormiría solo.

Mientras me dirigía a mi habitación después de cenar, me crucé a Tiago con una enorme sonrisa.

—Tiaguito…

—Ey.— Dijo en forma de saludo. —¿Todo bien?

—Más o menos, ¿querés dormir conmigo hoy? Ella… se va esta noche.— Di un paso más cerca.

Sonrió.

—Bueno.— Asintió.

Caminamos a mi cuarto.

—¿Está enojada, o qué onda?— Me preguntó.

—Sí… o sea estaba más tranquila pero quería pensar las cosas…— Entramos a mi pieza. Cerré la puerta.

—Ah, bueno.— Lo noté medio incómodo.

Yo sabía que no le gustaba estar en mi habitación.

—Casquito…— Hice que me mire. —No vamos a hacer nada, ¿okay? es solo para dormir. Podemos mirar alguna peli… o algo… ¿querés?— Tomé una de sus manos.

Me miró a los ojos y en sus labios se formó una media sonrisa.

—Sí.

Después de un ratito, estábamos acostados en mi cama, mirando una película en la tele.

Me sentía muy bien en ese momento.

Compartir un momento con él era algo de lo cual disfrutaba mucho, y más últimamente.

Aunque todo ese bienestar se esfumó cuando noté que Tiago estaba mucho con el celular. Parecía estar chateando con alguien. Además sonreía y reía bajito a cada rato.

Entonces quise resolver mi duda.

—¿Con quién hablás?

Él paró de escribir en la pantalla y me miró.

—Con alguien…

Fruncí el ceño.

—¿Con quién?

—Con un amigo.— Respondió y dejó de mirarme. —Che, Mau.— Volvió a hablar sentándose en la cama. —Me… me tengo que ir.

—¿Qué? ¿por qué? ¿a dónde?

Sonrió pícaramente y se acercó a mí.

—¿Me estás controlando, rey?

—No, pero… quiero saber…

Hizo una pausa, miró mis ojos y después mis labios. Me dió un beso.

—Después te cuento, ahora me tengo que ir.

—Pero Tiago, ¿y la peli? ¿no vamos a dormir juntos?

Hizo un gesto triste MUY FALSO y me dió otro beso.

—Otro día, Maurito, perdoname. Después nos vemos, te amo, ¿sí?— Otro beso.

Un poco triste, puse mi mano en su mejilla y le di otro beso.

—¿Me amas?

—Mucho.— Me dió un pico sonriendo.

—¿Solo a mí?— Pregunté con un leve puchero. Que se vaya me la había bajado mal.

"Clandestinidad" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora