7: Día tres.

276 23 8
                                    

Permítanme restarle importancia a la existencia de los chicos: Al final llegaron medio tarde porque se les pinchó una rueda del auto.

Cuando llegaron a casa, nos re putearon a Mau y a mí por habernos llevado el auto sin consultar, pero a nosotros nos re chupó un huevo.

Cuestión, pasamos al siguiente día. Lo malo de esto, fue que no me desperté con un beso de Mauro, en cambio, desperté con gritos de Dogo diciéndome que lo acompañe a la carnicería.

—Daaale, dale que al mediodía se llena y después nadie se banca hacer la fila.— Decía apurandome y sacándome las frazadas de encima.

—Fua gato pero ni pude despertarme todavía…— Me quejé estirando mi cuerpo. —¿Por qué no le decís a alguno de los otros?

—Mirá, yo te digo porqué: Eze está con la wacha. Julián está dormido y no pude despertarlo. El Gio está estudiando con Cami y Mauro está cogiendo con la novia, asique espero poder contar con vos, gil.

Fruncí el ceño sintiendo una molestia en el pecho. 

—¿Mauro… Cómo sabés que…?

—Pasé por la puerta de su cuarto y escuché unos gritos… menos delicadeza tienen…— Río. —Bueno, dale, te doy cinco minutos para que te prepares. Si no, te agarro a upa y te llevo.

Suspiré desencantado. —¿Por qué no vas solo?

—¡Ni en pedo! Vivo con cinco monos, ¿te parece ir solo a comprar comida? Ni loco, dale dejá de hablar porque te llevo por las malas.— Amenazó y salió de mi cuarto.

Suspiré molesto y apoyé mi cabeza en el respaldo.

—Era obvio que no le iba a durar mucho.— Dije en voz alta.

Obviamente me había recontra molestado enterarme de lo que hacía Mauro. Yo me sentía tan ilusionado por lo que hicimos… todo eso simplemente se arruinó.
Aunque yo mismo soy el culpable de eso. Era sabido que su vida iba a seguir… yo soy el que se hace la cabeza al pedo.

Me levanté, fui al baño y después me vestí así no más para salir de mi cuarto e ir al living.

Esperé a Dogo mientras veía mi celular, pero no aparecía. Fui a la cocina donde tampoco estaba. Aproveché para tomar un poco de agua y comer una galletita.
Volví al living a esperarlo, cuando apareció Mauro.

—Hermosa mañana, ¿verdad?— Dijo con una sonrisa estirando su cuerpo.

Al verlo, sonreí por dentro viendo lo lindo que se ve al comienzo del día y SIEMPRE. Pero, al recordar lo que me dijo Diego, le hice cara de asco aunque sutil.

—¿Qué?— Dijo.

—Nada, ¿lo viste a Dogo?— Pregunté evitando su mirada.

—No…— Se acercó a mí. —¿No me vas a saludar? ¿dormimos juntos?

—No.— No lo miré.

—¿No qué?

—No dormimos juntos. ¿Te olvidas que te me hiciste el buenito abrazándome para después irte de la nada?

Frunció levemente el ceño, con una sonrisa juguetona.

—¿Esto es un planteo? ¿acaso vos querías que duerma con vos?

Reí burlón y me crucé de brazos.

—No, no quiero ahora que sé lo que estuviste haciendo hasta recién.— Expliqué medio enojado.

—Mmm…— Siguió acercándose. —Me gusta verte celoso.

—Celoso las bolas, alejate.— Retrocedí.

"Clandestinidad" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora