XXXII

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Amor cobarde, amor fugaz y amor antojo.
Te escribí tantas despedidas que escribir otra es de necedad.
No recuerdo el sin fin de bienvenidas que te daba mi corazón y que aún no se acostumbra a tus "tal vez".
Amor fugaz, te entregué mi cuerpo y un poco más que eso, me desnude completa para ti y me llamabas antojo.
Mi cuerpo que no sintió la tibieza de otras manos , lo llamaste deseo.
Y mi boca que se ocupó de besar cada lunar y un poco más , los llamaste fugaces.
Mi amor y mi necedad hacen un baile , giran y giran tratando de ganarle a la razón, cierran los ojos y aún así no consiguen concentrarse; se detienen, caen y al levantar la cabeza estás tú.

Por si me lees Donde viven las historias. Descúbrelo ahora