Acababa de empezar su turno y había pasado los últimos veinte minutos revisando los historiales del equipo del día. Lamentablemente, siempre dedicaba más tiempo del deseado al papeleo que a ver pacientes, y le esperaban otras dos horas de trabajo administrativo antes de empezar sus rondas. Sin embargo, podía confiar en los miembros de su equipo, ya que eran buenos en lo que hacían. No tenía que preocuparse de comprobar inmediatamente nada, no le molestaban por cada cosa y, en general, confiaba en ellos y en su criterio.
Ikkaku le había dado una pequeña lista de prioridades y señalado papeles importantes para que les diera seguimiento, y él estaba muy agradecido por ello. Era impresionante en todos los frentes y, a veces, se olvidaba de la cantidad de poder que tenía a la hora de ascender como empleado hasta que llegaban las prácticas. Momentos en los que se veía obligado a buscar nuevas residencias y posibles empleados.
Habría montones de currículos, expedientes académicos, pruebas de cualificaciones, cartas de recomendación... odiaba revisarlo todo, pero Ikkaku sólo tenía un paquete grapado a su nombre. Buenas notas, pero sin padrinos ni apellidos que la impulsaran. Era una solicitud sencilla, y quizá lo que le atrajo de ella fue la falta de palabrería.
Con su nombre escalando hacia la fama, había recibido ofertas y sobornos para aceptar sólo a los mejores, y al parecer los "mejores" procedían de una escuela de prestigio con expedientes limpios y padres ricos que los respaldaban.
Había sentido la suficiente curiosidad como para conocer a Ikkaku en persona, yendo a un acto en el campus donde se sabía que ella trabajaba.
Ella era lo bastante sarcástica como para haberle reprochado sus conocimientos sobre hematología antes de saber quién era. Su madre era hematóloga, y él sabía algo más que lo básico, pero ese tipo de trabajo de laboratorio era la pasión de Ikkaku. Corrigió su suposición errónea con gusto, no con arrogancia sino con certeza. Si no estuviera tan impresionado, se habría enfadado.
Su cara cuando se presentó todavía le hacía reír de pensarlo, pero había aceptado su solicitud al día siguiente.
También la de Uni, que era un caso especial. Era sordo, pero eso no tenía nada que envidiar a su brillantez; un hombre que parecía saber más de ordenadores y tecnología que de interacción humana. Con lo quisquillosos que eran todos los equipos médicos hoy en día, Law no tuvo problemas para traerlo a bordo, aprender varias formas de comunicarse con él no fue ningún problema. Había aprendido algunos signos, conocía el alfabeto y las señales básicas, pero Uni estaba encantado de enviarle mensajes para cualquier conversación más profunda que fuera necesaria.
Eran un grupo ecléctico, y no un equipo normal comparado con otros, pero Law estaba orgulloso de todos ellos. Congeniaban muy bien, y los dos nuevos miembros estaban prosperando, a pesar de las dudas de su colega.
Aunque se negaba a tener un despacho propio, aprovechaba las salas de consulta y los espacios de colaboración. Había muchas zonas privadas donde podía acceder a notas, registrar información, material de investigación y referencia, etc. Justo en el centro de la sala, lo suficientemente cerca como para estar disponible en caso de que se le necesitara. La mayoría de las veces, cuando se trataba de asuntos como éste, Law era quien acudía a ellos en busca de ayuda.
"Entonces, ¿esta chica estuvo aquí dos días por un sarpullido?"
"Se pensó que era una reacción alérgica."
"Entiendo eso... ¿Pero dos días?"
Bepo se disculpó. "Ella insistió. Y pudo pagarlo". Law suspiró y firmó con un garabato ilegible.
Hojeó más hojas, apoyado en el mostrador de la enfermería, y juró que pronto iba a necesitar gafas. El nombre Portgas, D. Ace le llamó la atención y leyó la información que allí figuraba. Era un grueso paquete de detalles sobre el procedimiento, la lista de suministros utilizados, las horas empleadas... y así sucesivamente, sumando los costes y el valor estimado de los cuidados que había recibido.
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Al Final Del Día - Lawlu
FanfictionModern AU. Trama lenta Era una cosa tan simple por la que alterarse, lo sabía, y quizá era porque está tan alejado de la interacción social normal que la idea de que nuevos amigos entraran en su vida sólo le molestaba. Sólo necesitaba a los tres, ¡y...