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10 de Julio
ೃEmma
La habitación estaba hecha un caos, con ropa tirada por doquier, mientras Alba y yo nos preparábamos para salir de marcha. De fondo, sonaba el reguetón de Bad Bunny a todo volumen.
Alba, con su melena castaña ondulada cayendo con gracia sobre sus hombros, se encontraba sentada frente al tocador, dándole el toque final a sus labios con un brillo coqueto.
Era mi mejor amiga desde hace años, y no había secreto que pudiera ocultarse entre nosotras. Mientras yo ajustaba mi vestido de fiesta, Alba me lanzó una mirada juguetona.
—Sabes, ahora que tienes ese nuevo contrato, quizás al final podrías llevarme a Valdebebas —comentó, con chispa en sus ojos.
Me detuve en seco, reflejando mi sorpresa en el espejo.
—No quiero líos. Ya sabes lo estrictos que son con eso, si quiero seguir conservando mi puesto ahí, es mejor evitar llevar a mi mejor amiga para conocer a los futbolistas.
Mi amiga soltó un resoplido y me miró con diversión.
—Siempre tan cuadriculada. Pero, vamos, solo sería una presentación. No te estoy pidiendo que hagas nada turbio.
Negué con la cabeza, manteniendo mi postura.
—Lo siento, no puedo. Soy la única tía menor de 25 que trabaja allí, y eso tiene su razón de ser.
La expresión de Alba se tornó falsamente triste mientras miraba al suelo.
—Siempre tan centrada en el trabajo... ¿alguna vez te tomas un respiro?
Me encogí de hombros, sintiendo la necesidad de defender mi posición.
—Sabes que esto es vital para mí. No puedo arriesgarlo.
La morena suspiró y se levantó de su silla. Se acercó a mí y puso una mano en mi hombro.
—Te entiendo, pero ¿qué tal conseguirme entradas para el partido? Solo para tener una pequeña oportunidad de toparme con Fran García.
Esa idea era mucho más tentadora y no implicaba ningún riesgo. Sonreí y asentí con entusiasmo.
