25 ━ abuelo

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Jude




Me desperté lentamente, sintiendo la suavidad de las sábanas del hotel acariciar mi piel. Con los ojos aún cerrados, extendí mi brazo instintivamente hacia el lado, esperando encontrar a Emma, a mi lado. Sin embargo, solo sentí la frescura del aire. Abrí los ojos lentamente, dejando que la luz tenue de la habitación penetrara en mi conciencia adormecida.

Allí, en el sofá individual frente al gran ventanal que ofrecía una vista impresionante de Madrid, estaba Emma. La observé en silencio, maravillado por la imagen que tenía ante mí. La luz del día iluminaba su cabello rubio aún húmedo, revelando destellos dorados. Vestía solo mi camisa, y la visión le pareció sexy y adorable al mismo tiempo.

La madrileña estaba absorta en su mundo, sosteniendo su móvil con los labios haciendo un pequeño puchero, una expresión que encontraba encantadora. Me preguntaba que la tendría tan concentrada. Sin apartar la mirada de ella, me acomodé en la almohada, quedándome allí un momento, disfrutando de la escena.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Emma, como si sintiera mi mirada intensa, se giró hacia mí.

—¿Por qué me miras así? — preguntó curiosa

Sonreí, divertido por la costumbre de Emma de hacer esa pregunta, como si no supiera que estoy completamente enamorado de ella.

—Porque mojaste mi única camisa con tu pelo húmedo — frunció el ceño, sintiéndose culpable, pero rápidamente agregué: — Solo bromeaba, cariño. Puedes hacer lo que quieras

Sonrió tímidamente, ligeramente sonrojada, y se levantó del sofá. Caminó hacia mí con una gracia natural y se dejó caer sobre mí, haciendo que soltara una carcajada. Disfruté de su aroma fresco, mezcla del champú y la esencia única que ella llevaba consigo. 

Me acomodé en la cama, quedando con la espalda apoyada en el respaldo. Y Emma se sentó en mi regazo. La rodeé con los brazos, disfrutando de la cercanía y la comodidad que me proporcionaba tenerla cerca.

—¿Qué te tenía tan concentrada?

—Laura, mi jefa, me mandó un correo. Quiere una reunión a las 3 — dijo con el ceño levemente fruncido

—¿Una reunión en día festivo? — arqueé una ceja, interesado —¿Acaso se enteró de tu carta de renuncia?

—Quién sabe — se encogió de hombros — Pero es extraño, ¿verdad? Citarme un día festivo."

—Bueno, yo también tengo que entrenar en días festivos.

Emma rodó los ojos mientras acariciaba mi pecho desnudo.

—Pero mi trabajo es diferente al tuyo. — murmuro mientras seguía trazando pequeños círculos en mi piel

—Podríamos quedarnos así para siempre, ¿no crees? — susurre cerca de su oído

Emma se rió y negó con la cabeza.

—No se puede, amor

« Amor »

Cómo disfrutaba cuando la escuchaba llamarme así. No sé si era por la dulzura con la que lo pronunciaba o el hecho de que lo expresara en español, pero cada vez que lo hacía, me hacía sentir verdaderamente especial. 

—Deberíamos irnos. Ya son las 11 y aún tengo que pasar por mi casa — me recordó Emma.

La rodeé con mis brazos, como si quisiera retenerla allí para siempre. Emma rió y negó con la cabeza.

Delicate | Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora