Delicate | Jude Bellingham

15 ━ in-seguridad

ೃEmma

El auditorio resonaba con el murmullo de estudiantes mientras me sumergía en mi propio mundo, absorta en la pantalla de mi teléfono. Con la cabeza inclinada, mis ojos recorrían las imágenes de Instagram, ajena al bullicio a mi alrededor.

Me deslizaba por las publicaciones cuando, de repente, la silla a mi lado cedió bajo el peso de alguien más. Era Pablo, un compañero de clase. Se acomodó, miró hacia mí y, rompiendo el silencio, preguntó con curiosidad.

—¿Crees que el profesor entre las calificaciones del ensayo? No las he visto en el sistema.

Suspiré, desviando la mirada de mi teléfono para responderle.

—Ojalá. Aún no las ha subido, y estoy nerviosa por eso.

Justo frente a nosotros, Francisca y Lucía, dos compañeras de curso con las que tampoco tenía mucha cercanía, ocuparon sus asientos. Comenzaron a hablar en voz alta, por lo que alcance a escuchar cuando nombraron a Jude.

Las palabras de Francisca y Lucía se filtraron en el espacio, atrayendo la atención de Pablo.

—¿De qué hablan? —preguntó el pelinegro—. Si es de Bellingham, seguro que Emma sabe algo, trabaja con ellos.

Las chicas se giraron hacia él, y Francisca, con una sonrisa maliciosa, nos soltó:

—Hay una chavala en TikTok que dice hablar con él. Hasta lo agregó en Tinder para famosos.

Forzando una risa, les solté con incredulidad:

—¿Están seguras de eso? Seguro son puros cuentos.

Francisca me pasó su móvil, enseñándome un vídeo. Lo observé con atención, mi corazón latiendo más rápido a medida que la verdad se develaba. La captura de pantalla mostraba a Jude proponiendo una quedada en Madrid, fechada en julio, cuando nosotros aún no éramos nada. A pesar de ello, una puñalada de dolor recorrió mi pecho.

—¿Qué piensas? ¿Crees que sea cierto? —preguntó Lucía, mientras me debatía entre la realidad y el dolor que la verdad me estaba dando.

—Seguro que está todo editado. Estas cosas son fáciles de manipular —dije, intentando convencerme a mí misma mientras observaba el contenido del móvil.

Lucía, inclinándose hacia Francisca, comentó con un tono más cauteloso:

—Puede ser, pero ¿notaste que Jude la sigue en Instagram? ¿No crees que es un poco raro?

Sentí un nudo en el estómago, pero traté de no mostrar demasiado. Lucía me pasó el móvil, y eché un ojo a la pantalla. En los seguidores de la chica misteriosa, brillaba el nombre del británico, confirmando todo.

Justo en ese momento, el profe entró en el aula, cortando cualquier discusión o comentario adicional. Los estudiantes se apuraron a guardar silencio, y yo, aliviada por el rescate del profe, le entregué el móvil a Lucía.

Mientras empezaba la clase, me quedé mirando al infinito. Me preguntaba cómo Jude se había fijado en mí, una chica tan distinta a las que él solía seguir en redes sociales. Mis inseguridades del pasado, que había intentado dejar atrás, resurgieron en mi mente.

Después de un rato, disimuladamente, agarré mi móvil y me puse a curiosear los perfiles seguidos por el centrocampista. Cada imagen confirmaba mis miedos. Chicas de pelo oscuro, piel bronceada, tez morena, ojos intensos y curvas voluptuosas. Siendo rubia, de tez blanca, ojos azules y una figura más delicada, me sentí como un bicho raro en ese mundo.