Capítulo 1.

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*Beep beep, beep beep*. Sonó la alarma a las 7:30, indicando que era hora de ponerme de pie a visitar mi nueva escuela, claro, era la típica niña nueva en una escuelita cara de gente engreída y rica. Pero fui amenazada con ir a otra escuela militarizada, "otra vez" y sinceramente no tengo ganas de recibir órdenes de viejas estrictas.

Apagué la alarma de un fuerte golpe y me levanté de mi cama desordenada al igual que mi cabello y mi mente.

Solté un bostezo estirándome y hechando a un lado el cabello color morado recién teñido que caía por mi rostro.

Con mala gana entré a la ducha, abrí la llave y ¡Sorpresa! Agua helada, juro que moriría de pulmonía, otra vez olvidé pagar algunas cosas, y era constante ya que no había nada de sencillo con vivir sola en un departamento increíblemente pequeño.

Al salir solo con una toalla en mi cuerpo de manera rápida me vestí tomando lo primero que se encontrara en mi armario una camisa negra de un concierto de rock, le corté las mangas y tenía más estilo, eso hice con toda mi ropa y unos shorts gastados descolorados y rotos, calcetas impar, y tenis negros de tela.
Con flojera notable me pasé unas cuantas veces el cepillo sobre mi cabello, con un poco de máscara para pestañas y delineador estaba bien.
Tomando un "desayuno" que consistía en solamente una sopa instantánea y una lata de refresco, salí de el departamento con la mochila que contenía un cuaderno solamente, la lata de refresco en una malo, un mechero en la otra y un cigarrillo en la boca.

Prendí mi cigarro, y saqué el humo por la nariz.

Caminando por la fría calle directo a la escuela mientras el cielo estaba en un tono grisáceo, tomaba mi refresco y fumaba mi cigarrillo.

Al acabar mi refresco, tiré la lata en un cesto de basura y continué con mi cigarro.

Hasta que vi una gran reja cerrada con las letras. "Academy Oxford", "Es aquí" murmuré, tirando la colilla del cigarro y apagándolo con la punta de mi pie, soltando la última calada de humo que había absorbido.

- Usted no puede entrar, ya es tarde. - Mencionó por una tercera vez la señora que vigilaba la puerta.

- ¿Esos 50 pesos son suyos? Míos no. -Tiré "accidentalmente" un billete para lograr aunque sea sobornarla, eso servía en otras escuelas.

Ya vi que aquí no, tomó mi billete y lo rompió a la mitad, "Adiós, caja de cigarrillos".

Y aquí estoy, saltando la barda de la escuela.

~•~

- Señor Canterbury, ya llegó la señorita Klein.

- ¿Por qué la de seguridad la dejó entrar tan tarde? - Masculló el director, negando reiteradamente. - Déjela pasar.

- Buenas noches, director. - Mencioné, con una sonrisa de lado al entrar a la oficina.

- Señorita ______ Klein, su padre le ha dado la oportunidad de volver a estudiar en una escuela con alto prestigio, una vez más. - Comenzó el director, juntando ambas de sus manos. - Mencionó algo de una escuela militar, no sé.
- ¿Y? - Rodé los ojos, chasqueando la lengua. - Solo necesito el horario y me voy, no quiero perder mi clase. - Mentí, no quería escuchar los sermones de ese señor.

Al salir de la oficina con el horario y el reglamento, di una ojeada al horario, tengo memoria fotogénica. Y seguido de esto, lo rompí junto con el reglamento, tirándolo en el cesto de basura que estaba por el pasillo.
- 1 era hora, química salón 133. ¿Por qué mierda hay tantos salones? - Me quejé, mirando los números de las aulas. - 131, 132, ¡ajá!

Abrí la puerta sin tocar, haciendo que de inmediato las miradas se posaran en mi, menos la de el profesor. Algunos estaban callados, y bien ordenados en sus asientos y otros murmuraban "¿Ya viste su cabello?" "Que pesada chica" y más mierdas.

- Voy a entrar. - Hablé, cerrando la puerta tras de mi, tomando de lugar el primero que vi libre.

- Señorita, yo no le di permiso de que entrara. - Mencionó, ahora mirándome con cara de desagrado, seguro por mi cabello y las perforaciones en mi oreja, parecía como si nunca nadie hubiera visto alguna.

- Como sea, yo ya estoy adentro.

El maestro de inmediato iba a regañarme, hasta que suspiró y dijo "Preséntese con sus compañeros".

Me puse de pie y de manera rápida mencioné.

- Mi nombre es _____ Klein, mi edad al igual que de donde vengo les interesa una mierda.

Me volví a sentar, y varias chicas me miraban con el ceño fruncido, otras con la boca abierta, unos chicos me guiñaron el ojo y otros solo se dedicaban a mirarme. "Menuda escuela".

~•~

Las horas pasaban, hasta que llegó la hora del taller de debate, con toda la calma del mundo, mientras mordía una manzana fui al salón, y reía internamente de todos esos que corrían a sus clases, eran patéticos.

Al llegar al salón, abrí la puerta y entré, nuevamente todos yacían sentados excepto una rubia que estaba al frente con una cartulina en el pizarrón, diciendo de todo, menos algo coherente.

- Entonces el aborto debe ser aceptado, porque una criatura no debe arruinarnos la vida que tenemos por delante.

Todos aplaudieron, excepto un chico del cual no logré divisar el rostro gracias a que tenía el rostro en el pupitre.

- ¿Y tú de donde has sacado menuda mierda? - Repliqué en el marco de la puerta, todos me miraron otra vez, incluso el chico que tenía la cara pegada al pupitre, sus ojos eran rasgados y negros, al igual que su desordenado cabello. Su piel era blanca y labios rosas, era un chico bastante atractivo.

- ¿Disculpa? - Musitó la oxigenada indignada.

- ¿Entonces es culpa de una nueva vida que su zorra madre haya abierto las piernas?

- En caso de violaciones...

- Existe adopción. - La imterrumpí, incluso el maestro miraba.divertido el pequeño debate.

- Pero no podemos cargar con eso, es mucha responsabilidad. - Chilló la chica, mirando al maestro en busca de auxilio.

- ¿Y si tú mamá te dijera que estuvo apunto de abortarte qué? ¿sentirías bonito? Creo que si alguien va a bajarse los pantalones para engendrar un niño, debe tener los mismos para mantenerlo, en esta vida hay dos opciones. O te hechas para atrás como un imbécil de mente débil o le hechas un poco cojones a tus actos.

Todos agrandaron sus ojos, e incluso aplaudieron solamente dos personas, el profesor y el chico que hace unos momentos dormía mientras la rubia daba su tema.

- Kookie, ¿le aplaudes a esta? - Chilló la chica a el muchacho.

- Lo siento preciosa, se lo merece más que tú. - Respondió a lo que la chica indignada se fue a su lugar.

- Excelente, señorita Klein ha ganado el derecho de no realizar exámen. - Rió el profesor, mirando ahora más serio a la otra-. Usted, Señorita Blackford, olvide su excelente 10, tiene 8 esta vez.

Y ahora, los chillidos de perro Chihuahua de aquella chica sonaban en todo el aula.

De nada servía su nariz perfecta, ojos claramente azules, cabello rubio, raíces negras y piel bronceada, si su cerebro tenía telarañas.

Y yo, al contrario de ella, mi cabello era morado y desordenado, ella traía una perfecta coleta.
Mis ojos negros como la noche y los de ella azules como el cielo.
Mi piel pálida y la de ella bronceada.
Su uniforme bien arreglado, olía a perfume, cabello limpio y crema, como debía oler una chica bonita.

Y yo ni siquiera uniforme llevaba, oliendo a tabaco.

Ella era señorita perfección.

Y notablemente tenía algo que ver con ese tal "Kookie" que apodo tan estúpido.

Y se nota que la tiene como su perrita, en un chasquido el tipo puede hacer que la arrastrada se ponga en cuatro.

~•~

Bad girl. - Jung kook y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora