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Pov carta

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Pov carta

Querida Ofelia,

Mi corazón arde de dolor al no estar junto a ti. Estas últimas semanas me he cuestionado mi existencia y mi deber. A pesar de ello, me mantengo firme. Quiero ser una persona honorable para ti, que te traiga orgullo y no desgracias, para que puedas mantener tu mirada siempre elevada. No le pongas cuidado a lo que digan las muchachas del pueblo; ellas desconocen el placer que existe en leer y en mantener la curiosidad y la imaginación siempre despiertas. Sueño con cruzar el océano a nado para que, en una noche, podamos recorrer todos aquellos sitios que amas y que puedas ver.

Mañana, la compañía se desplazará en tren. Dicen que irán a un país del este. Estoy un poco ansioso pero emocionado. Quizás sea uno de los países a los que has deseado ir, y te prometo que te llevaré todas las cosas que me recuerden a ti.

Y ahora que lo mencioné, por la plaza de la ciudad en la que me encuentro, había una señorita que vendía diademas que, según ella, eran mágicas de "elfo y ninfas". Al principio pasé de largo, pero me tuve que regresar porque mi mente me empezó a dibujarte con aquella hermosa prenda sobre tu cabeza, y que seas la envidia de todas en el lugar. Sin duda, seguirás siendo la más bella, porque radiante ya eres, y no se compara ni una piedra preciosa contigo.

Atentamente, A.N

POV fin carta

—Elizabeth, ¿ya terminaste de tender tu ropa? —interrogó una mujer que salía por la puerta corrediza. Continuó—, pero qué niña más linda. Aún no terminas por andar leyendo esas hojas viejas. Mañana te quiero ver temprano porque tienes clases.

La chica la miró y guardó con sumo cuidado la carta en su bolsillo. Sabía que era mejor aceptar las palabras de su madre. El sol se mantenía oculto por unas densas nubes, lo que le permitió tender la ropa. Y se ocupó en otros quehaceres para tener la noche libre y continuar leyendo las cartas de amor del señor A.N. Para Elizabeth, era tan apasionado y emocionante ver con cuánto amor escribía esa persona, porque no era para menos. En ese guardarropa, había una caja llena de cartas, algunas con hermosas postales de África, Asia o Europa. También, algunos solo eran pequeños retazos de tela o pelo, como fue el caso de que con la postal de Egipto envió un mechón de pelo de camello. Algo que le pareció increíble a la joven, y se admiró por todos esos objetos que enviaba con las postales o cartas, como en una que fue a Kioto, pegó a la carta varios pétalos de flores.

Para ella, eso era la definición perfecta de romanticismo, y era algo que jamás se había planteado. ¿Existirán personas tan románticas en la actualidad? A su curiosidad se asomó el deseo de encajar sentimental y físicamente con alguien igual al Sr. A.N.

Por la mañana, tarde o noche, divagaba en sus pensamientos y cartas. Quería saber el final de esas cartas, conocer el paradero de esa hermosa relación, pero leer cinco cartas por día no le estaba funcionando. Sin embargo, su paciencia la llevó a cumplir con su cometido. Además, había mucho más que descubrir en ese ropero. Había postales y quería averiguar sobre todos esos lugares y años.

24 horas para enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora