XXVI

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— ¿No quieres ir a comer algo? Puedes invitar a tu amigo.
—Novio, papá, él es mi novio.

El hombre no hacía contacto visual con su hijo, limpiaba sus manos sobre la tela y parecía realmente incómodo por todo lo que ocurría a su alrededor. New les dio su espacio, le esperaría en una de las clases vacías a pesar de haberse querido ir a casa, pero Tay le rogó que le esperase. No sabía que quería su padre y no quería irse lejos de su pareja, se encontraban sentados a la mesa de piedra cercana a la facultad a la que pertenecía. Su corazón palpitaba tan erráticamente que casi le provocaba dolor físico. No iba a esperar a que la noche cayese sobre ellos.

— ¿Qué sucede?

El hombre parecía realmente conflictuado, ¿Por dónde debía comenzar? ¿Cómo abordar la charla que ambos sabían que estaba por comenzar? Tay podía comprenderlo, pero estaba tan asustado que su única postura era verse hostil ante todo lo que pudiese salir de la boca de su progenitor. Su padre parecía cansado, sus ojeras profundas, parecía haber envejecido tanto en poco tiempo.

— ¿Lo has estado haciendo bien?
Asintió lentamente.
— ¿Tienes comida todos los días?
Asintió una vez más.
Su padre asintió en respuesta.

Otro silencio largo, realmente su padre era diferente del padre de New y no pudo evitar notarlo inmediatamente. El padre de su novio hubiese abordado el tema rápido y valientemente, pero su padre parecía sobrevolar por ello tratando de no aterrizar.

— ¿Es ese joven tu novio?
—Lo es.

Y se enfrascó en sus pensamientos una vez más, su padre parecía inseguro de como comenzar lo que venía a hacer. Su mirada seguía viajando de su hijo a la facultad y de regreso. Tay no tenía tiempo para esto y si era totalmente honesto, no estaba listo para encarar a su padre. Su padre fue su héroe junto a su abuelo y no quería que esa opinión se cayese junto con la de su madre.

—Papá, tengo cosas que hacer.
Asintió y su mirada por fin lo vio. — Tú madre ha llorado todos los días desde que decidiste dejar la casa.
Y eso lo sorprendió. — ¿Qué?
—Hay algo que no comprendo, ¿Por qué te fuiste?
—Espera…— se sentía atónito—. ¿Qué fue lo que te dijo mamá?
Se removió incómodo. — Que dejaste la casa para vivir con un hombre que lavó tu cerebro, que no has contestado sus llamas y que dijiste que no querías volver a vernos.
— ¿Qué?
—Vine aquí para llevarte a casa pensando que debía salvarte de esa persona. — señaló con la cabeza hacia la facultado—. Pero ese niño no parece mucho mayor que tú, por lo que estoy tratando de comprender que ocurre.

Estaba mortificado, se sentó a escuchar la forma en que su madre había mentido sobre todo lo ocurrido. Lo que escuchó quebrarse era un frutero que pintó cuando estaba en el jardín de niños y ella le culpó de eso diciendo que lo arrojó en un ataque de ira. Tay no encontraba las palabras para describir la traición que esa mujer le había hecho sin siquiera pestañear sobre el asunto. Cuando su padre mencionó que ella temía ser golpeada por lo que permitió su salida de casa, perdió la cabeza.

—Si hubiese venido antes sin duda te hubiese golpeado por amenazar a tu madre. — Y Tay estaba seguro de que su padre lo haría, amenazar a una mujer era un punto de inflexión para su padre y más si se trataba de su madre—. Pero luego de que ella cambiara tres veces la historia puse en duda todo lo que me dijo, quiero saberlo por ti, lo que ocurrió esa noche.

Estaba triste, herido y muy enojado. Contó palabra por palabra lo que sucedió esa noche, al menos su parte de la verdad ya que no sabía lo que ocurría por la mente de su madre. Reprimió las lágrimas, no lloraría frente a su padre. El hombre escuchó con tranquilidad a su hijo, asintiendo de vez en cuando hasta que terminó de despotricar.

1.3 - Pool - TayNewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora