Capítulo 50

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Mis pies caminaban solos hacia la puerta, cuando estuve delante mi mano se posó encima de la manija. Baje mi cabeza y respire entrecortadamente. No podía entrar ahí dentro así como así, como si nada.

Ok, sí tenía miedo. Lo admito, tengo miedo de que... Ni yo lo sé, no sé porque tengo miedo. Pero tengo.

Gire un poco la manija, y cerré los ojos.
Rápidamente, la puerta se abrió fuertemente tanto que estaba a punto de tocar el suelo con la espalda si no hubieran sido por unos fuertes brazos, que me tenían agarrada por la cintura.

- Gracias -susurre.

- Lo siento _____.

Me dio un escalofrío y alce mi mirada. Ahí se encontraba él, sujetándome a mí. Lentamente, me puso recta pero sin soltarme ni tampoco dejándome de mirar. Yo tampoco.

- Estas más hermosa, _____.

Me sonroje.

- Gracias, tú también.

Sus labios se separaron, los había mojado. ¡Dios!, que no hiciera eso porque moría. Me daba un infarto ahí mismo. Casi sin darme cuenta, mis manos se fueron hasta las suyas para que me dejara libre, pero todo lo que conseguí fue todo lo contrario.

Quedaban unos milímetros de distancia entre nosotros, podía notar los latidos de su corazón. Baje la cabeza y fue cuando, perdí mi cabeza, no podía luchar contra lo que deseaba. Lo necesitaba conmigo, para toda la vida.

Gruñí, y lo abrace dejando mi cabeza en su hombro. Al parecer, lo tome por sorpresa porque no se movió durante unos segundos para después estrecharme fuertemente contra su cuerpo.

- Te extrañé, hermosa -me susurro en la oreja. Suspire.

- Yo también. -le conteste.

- Lamento lo que te dije ese día, no quería... -se paró.- no quería que te fueras realmente, quiera tenerte conmigo.

- No, fue culpa mía, teníamos que haber luchado esa vez por estar juntos por encima de todo y de todos.

- Te amo, _____. No sabes cuánto.

- Yo también te amo, James. Siempre te he amado.

Él sonrió y se acercó a mí lentamente, para luego hacer una pequeña presión. Sus labios estaban contra los míos, su sabor particular, su suavidad, su cariño. ¡Dios! Me había enamorado tanto de él, nuevamente.

Me hacía perder la cabeza, cada vez que me besaba, que me miraba y que me sonreía. Era mío, solo mío. Y me amaba, con eso me bastaba.

Stay With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora