★Te quiero Eddie

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El cambio siempre es constante. Decían que la secundaria sería magnífica, que habría cosas de las que nos sentiríamos atraídos de inmediato, que sería el primer incentivo para saber quienes éramos y qué queríamos ser en un futuro, pero las personas siempre se han caracterizado por mentir ¿no es así?, y, claro, esta no sería para nada la excepción; la secundaria es horrible, está llena de bravucones e idiotas, o idiotas bravucones, es lo mismo, solo aprovechan tus debilidades para sentirse superior a ti.

Después de todo, supongo que las personas realmente leales son las que se quedan contigo a pesar de todos y cada uno de tus cambios.

Esos, éramos Eddie y yo. Pese a todo el tiempo que ha pasado las cosas siguen siendo como en un principio, la comunicación mejora y poco a poco se más de él.

—Eddie —camino por el pasillo que va de la cocina hasta llegar a mi habitación —¿quieres un poco de tarta?

El pelinegro está sentado en la orilla de mi cama con la vista a la ventana; el rojizo anochecer se cuela por el vidrio iluminando la mayoría de mi habitación dándole un aspecto... curioso, incluso el ambiente se siente diferente, tanto que tengo la sensación de querer cuidar cada palabra antes de decirla. 

Si bien, Eddie no me contestó pero se que pudo escucharme, se que él está consciente de que estoy a su espalda observando y detallando el movimiento de su torso, que sube y baja por la forma pausada en la que respiraba.

—¿Fue un día como hoy? —dudosa me atreví a preguntarle.

Aun con la mirada en la ventana Eddie lentamente asiente. Está perdido en sus pensamientos, suele hacerlo cuando las palabras son insuficientes para expresar a detalle lo que siente.
Me aferro al marco de la puerta apretando mis manos y aferrando mis pies al suelo. Muero de ganas por abrazarlo y decirle que todo está bien, decirle que a veces está bien dejarse derrumbar solo para volver a levantarse más fuerte y preparado para las próximas recaídas.

—¿Crees que fue mi culpa? —agacha la cabeza, su cuerpo sube y baja lentamente al compás de su respiración.

Suspiro notoriamente y suelto el marco de la puerta, me acerco con pasos precavidos, me siento a su lado, nuestros cuerpos están juntos, a nada de rozar, el aroma que Eddie desprende es reconfortante, es como lo que buscas en una noche fría y solitaria, donde quieres correr cada vez que te sientes débil y no quieres caer en un agujero profundo lleno de insectos y telarañas, el es toda la tranquilidad que alguien desea en su interior, solo que en el aun hay cosas que le atormentan, esta es una de ellas, el constante pensamiento de ser culpable de una muerte de alguien que no conoce. Que nunca supo de su verdadera existencia.

¿Por qué pienso ese tipo de cosas? No soy el tipo de persona que se detiene a pensar eso.

Me quedo callada un minuto tratando de buscar las palabras adecuadas, mantengo la vista en la ventana como lo hacía él hace unos segundos.

—Jamás te culpes de algo así —levanta la cabeza y conozco su mirada triste, quiere reprimirla pero es inútil, sus ojos desbordan todas las cosas que desea decir, pero no lo hace—, ni siquiera sabes lo que pasó —gira la cabeza hacia mi y la mirada seria que me da me produce un escalofrío.

—Claro que lo se Lilian, ella murió por mi culpa —en segundos sus ojos están rojos y brillosos por las lágrimas que niega liberar— si... si yo... si yo no...

Mi mente de inmediato analiza lo que trata de decir y me niego a escucharlo, alguien como él jamás tendría por qué pensar eso. Dejo de lado las barreras que siempre menciona del contacto físico y le tomo las mejillas con ambas manos impidiendo que siga hablando. Nos miramos un par de segundos a los ojos, trato de transmitirle mi calma pero no puedo hacerlo, sus ojos confundidos y lagrimosos recorren mi rostro, rápidamente le envuelvo el cuello entre mis brazos.

You Belong With Me // Eddie Munson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora