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Monotonía.

Esa sin duda era la palabra que más describía la vida de Wilbur.

Tal vez tocar de las cuerdas de su guitarra y hacer pronunciar las suyas al coro de sus amigos, le hacía sentir un poco de lluvia dentro de tanta sequía.

Sin embargo con el pasar del tiempo, la rutina comenzó a ser una carga de pesadez en la espalda del chico.

"- Wil, tal vez te haría bien salir con tus amigos -. Le recomendó su padre cuando fue a visitarlo a él y a su hermano.

- ¿Amigos? No hay que recomendarle que coma pan, al que se que muere de sed. Lo que a Wil le hace falta, es pareja -. Comento con desinterés Tommy mientras comía una manzana."

Esa conversación había ocurrido ya hace un mes, y aunque al británico no le dio importancia, una noche que el insomnio retenía sus parpados, la idea cruzo vagamente por su mente.

¿Salir con alguien? No sonaba mal.

Hace mucho no tenía pareja. Su última novia había sido hace ya un año.

Sin embargo nunca fue fanático de la idea de buscar pareja, y puesto a que Wilbur siempre fue abiertamente bisexual, también era muy cerrado y prefería que un romance se diera solo sin necesidad de buscarlo, por lo que nunca se planteo descargar una App de citas o algo parecido.

Así que sin más opciones que dejarse llevar por el destino, Wilbur se dedico a sobrevivir en su vida monótona, preso de sus horarios y deudas.

Y cuando la renta de su departamento comenzó a susurrarle al oído, tomó la desesperada decisión de trabajar en aquella biblioteca que mayormente recurría con su banda.

Estar tanto tiempo ahí era tedioso, pero las cosas se volvieron entretenidas desde que aquel pelinegro cruzo la puerta por primera vez.

No dijo nada, pero su mirada gritaba más de mil palabras.

Le emocionaba descifrar cada uno de los sentimientos que gritaban sus ojos.

Sorpresa.

Alegría.

Tristeza.

Siempre una emoción nueva.

Ni la pesadez que lo cubría podía tapar la luz que su alma desprendecía.

Wilbur se había acostumbrado a perderse en la mirada del otro.

Y era por eso misma razón, que ahora sus pupilas no sabían en donde posarse.

Sus ojos se habían vuelto un aleteo de mariposa, y al no encontrar a su flor, no tenía una idea de donde recostarse.

Quackity no había ido desde hace una semana a la biblioteca.

A mitad de la semana no le dio importancia, cuando está acabo comenzó a preocuparse.
El pelinegro siempre iba mínimo un día a la semana a leer.

Tuvo esperanzas de verlo la semana siguiente, sin embrago mientras pasaban las horas un pequeño vacío crecía en su interior.

Ugh. Tal vez debió haberle pedido su número.

- Will, si gustas yo me encargo de la recepción, ve a acomodar los libros del carrito que esta en el segundo piso -. Mencionó Tubbo preocupado por la pérdida actitud del británico.

El castaño asintió mientras se alejaba de su compañero de trabajo.

En otras circunstancias se hubiera negado con la excusa de que le gusta el puesto, sin embargo la realidad era que le gustaba observar a cierto pelinegro ausente.

Wilbur camino planta arriba mientras acomodaba los libros que no estaban en su sitio.

Vio a lejos a Roier y Cellbit. Al no haber mucha gente, los chicos estaban sentados en una mesa, en la que Cellbit recostaba su cabeza mientras Roier leía un libro.

Sonrió con ternura.

Y tal vez hasta un poco de envidia.

El recuerdo de cuando llevo al de gorro a su casa paso como un escalofrío por su cabeza.

¿Por qué no había venido?

Suspiro mientras negaba.

No era de su incumbencia.

Y con eso en mente siguió con su labor.

Al parecer la ausencia del pelinegro le afectaba más de lo que debería.

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