Un día más esperando el amanecer con ansias, debía vivir por todos aquellos que no podían, sentía una bruma cubrirle el alma. A pesar de tener aquella ansiada libertad en el fondo se sentía vacía y se castigaba así misma por aquel retorcido sentimiento que nacía en su pecho, tenia a su apreciado hijo, la promesa de un mejor mañana y la valentía de vencer las adversidades pero ¿Por qué no podía tener a Caesar? Era egoísta desear tener todo, no obstante sentía que lo merecía; tener su familia completa y unida. Se sentía dichosa de saber que Caesar había llegado con bien hasta ellos y no debía pedir nada más pero el ser humano es ambicioso por naturaleza. Tomo una larga ducha y lavo su cabello con un shampoo de lavanda, su vida había cambiado al igual que su nombre y como tal debía comportarse como la adulta que ahora era, tenia a su pequeño Sora y era socia de su suegra y aquel pequeño restaurante que entre las dos habían levantado, tenia salud, vida y plenitud ¿Qué más podría desear? Sonrió animada a su reflejo en el espejo, tejió su cabello húmedo en una trenza suelta, lavo sus dientes y pinto sus labios de color durazno, se vistió con un vestido verde limón que iba suelto en su cuerpo. Suspiro aliviada y cómo cada día luego de tomar un baño se sintió renovada. Alistó a su pequeño hijo y lo dejó al cuidado de su padre, de esa forma Caesar y Sora crearían lazos fuertes. Se encaminó hasta el restaurante, organizo las mesas, barrio, sacudió el polvo de las cortinas y los asientos, encendió los abanicos de techo y abrió las puertas del local. Sintió nostalgia tras un vago recuerdo de Marcos que invadió su mente ¿Qué sería de el ahora? ¿La estaría buscando? ¿La extrañaba? Sacudió su cabeza alejando aquellas absurdas preguntas de su cabeza, era lo mejor, no pensar más en quien había sido su primer amor. Organizaba la barra donde algunas personas que iban sin compañía tenían de preferencia para comer sus alimentos, escucho la campanilla de la puerta tras ser abierta, dirigió la vista hasta ella viendo en el portal aquella figura familiar que iba todas las mañanas a tomar café junto a ella, lo siguió con la vista hasta que este tomó asiento frente a ella.
-Buenos días Yuna- Saludo con amabilidad- ¿Serías tan gentil de darme...?-
-Un café amargo, con una taza de leche tibia y tostadas de miel- Lo interrumpe con una gran sonrisa- Eres muy ordenado, todas las mañanas llegas a primera hora, con tu saco de vestir siempre impecable y pides lo mismo. No pierdo las esperanzas de que algún día pidas algo diferente-
-Me gusta tener el control de las cosas que están en mis manos- Explico con una amplia sonrisa- Las cosas están bien de la forma en que siempre están y de no estarlo se que me ayudaras a acomodar las, tu memoria muy pocas veces falla- Se acomoda los anteojos- Aunque en ese punto no somos tan diferentes. Todos los días siempre adornas el ambiente con tu hermosa sonrisa y aquel relajante aroma de lavanda y según el día de la semana es el color de labial y atuendo que llevas ¿ Me equivoco? - Explico con seguridad-
-Eres muy observador y siempre tienes la razón. - Respondió rendida- Y dígame señor perfeccionista ¿Qué trabajo tiene para el día de hoy? -
-Muchos pacientes por atender ¿O no señor Hyuga? - La voz amable de Beatriz interrumpe la charla- Buenos días- Saluda con agrado- Por cierto Yuna estás radiante, por favor deseo un té sakurabancha y una tostada con mermelada de fresas-
-Enseguida preparó su orden- Respondió con amabilidad-
El señor Hyuga y Beatríz eran compañeros en el hospital, el se había encargado de ayudar a Beatriz a poder trabajar en el mismo, desde entonces todas las mañanas tomaban el desayuno juntos charlando uno que otro tema trivial. Era obvio el interés del doctor en la joven pero aun Yuna veía el mundo de su alrededor con un tinte color rosa y no se percata de ese tipo de cosas.
-Por cierto, en la tarde casi al caer la noche habrá un festival me gustaría ir junto contigo y el pequeño Sora si no es un problema para ti Yuna. Se que no sueles salir mucho y los festivales son bastantes entretenidos y con una buena diversidad de comidas- Propuso en un tono amistoso-
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Resiliencia
RandomJuliet había nacido con la marca de la desgracia, debía persistir y resistir para lograr florecer. Saber manejar los escasos recursos que sus efímeros aliados le brindan como ayuda ¿Podrá Juliet atravesar la guerra conservando la calma? ¿Podrá algui...