Se miraba al espejo y veía con atención cada detalle en su cuerpo, estaba más alta, su cabello no había dejado de crecer ya le llegaba más abajo de las caderas, su busto había crecido al igual que sus caderas y se sentía diferente, un sentimiento desconocido crecía en ella, y no sabía adivinar que era. Acarició con un suspiro aquella cicatriz que no quería desaparecer, tenía una marca permanente en su pierna, una marca que le haría recordar toda su vida las cosas que había pasado hasta ese momento. Caminó con pasos lentos y se dejó caer en la cama, lloro en silencio, debía desahogarse y sacar toda esa confusión de su ser, en una semana cumpliría 18 años y aún estaba en aquel lugar, dedicándose a los quehaceres, recibiendo de vez en cuando una llamada de atención y leyendo nuevamente todos aquellos libros que había repetido una y otra vez desde los cinco años, quería salir, conocer el mundo, ver lo que estaba en su alrededor, tener amigos, salir a pasear, tener un celular, el imaginar socializar con otra persona que no fuera un integrante de aquel lugar le causaba ansiedad, no sabía cómo debía comportarse con alguien de su edad. Al final sólo tenía pensamientos que para ella eran estúpidos pues pensaba que si final sería una mercancía más de las que el capitán alardeaba hablando y de las cuales le llenaban de dinero, era como un pavo de esos que Marcos le lleva para que ella cocine, una carne que en cualquier momento sería vendida para ofrecerse a los cerdos. Se levantó de forma perezosa y se dispuso a vestirse con aquel fastidioso vestido negro y el estúpido delantal blanco los cuales les tenían astiada ya que siempre era la ropa que debía llevar. Por una última vez volvió a mirarse en el espejo y sonrió ¿Alguna vez se llegaría a enamorar? Había leído muchos cuentos de hadas y siempre las princesas tenían un final feliz ¿Encontraría ella alguna vez un príncipe azul? Se llevó ambas manos a sus mejillas y agitó su cabeza de forma avergonzada al pensar en esas cosas al final ¿De quién se enamoraría? El único hombre que estaba allí era Marcos y este siempre había sido una especie de verdugo para ella, aunque no podía negar que era atractivo, tenía los ojos tan azules como el cielo, largos rizos dorados que caían hasta sus hombros, su cara era perfectamente cuadrada y su rostro siempre se veía intimidante, su voz era profunda y sus manos ásperas, era alto, mucho más alto que ella y todos los días se ejercitaba, pensándolo de una perspectiva diferente, Marcos es un hombre bastante atractivo. Sacudió la cabeza una vez más y salió disparada de su habitación deseaba eliminar todos aquellos pensamientos indecentes que se habían empezado a formar en su mente, desde que había cumplido 15 años era lo mismo, su cuerpo reaccionaba de manera diferente a sus pensamientos.
Tropezó de frente con la escultura que era el cuerpo de Marcos provocando que cayera al suelo ya que este iba caminando en su dirección. Alzó su vista para ver la molestia en su rostro, este se colocó en cuclillas frente a ella y la tomó del mentón, Juliet contuvo la respiración al tenerlo cerca suyo, sus pensamientos se desbordaron de forma despiadada mientras contenía el aliento. Quizás debía verlo como un padre ya que él era la única figura que había formado parte en su crecimiento, sin embargo nunca sintió aquella familiaridad con él y más que él le había disparado. Su mente se había enredado y su corazón estaba a punto de estallar.
-¿Debo venir a buscarte para que cumplas con tus obligaciones?- Pregunto molesto sin soltar su agarre- Y andas como una anormal sin mirar tus propios pasos ¿Qué te pasa niña? Desde que eres una adolescente te has convertido en un ser completamente estúpido- Fijo su vista en sus ojos sin apartarse- ¿Te sientes mal? Tienes la cara roja- Gruñe- ¿Acaso eres muda Juliet?-
No sabía qué decir o cómo actuar, Marcos le había convertido en un lío total, quería huir y escapar de todo aquello que era su vida, dónde solo sabía lo que él le había mostrado. Su mente colapsó y su cuerpo actuó por impulso, tomó el cuello de la chamarra que este llevaba, siempre vestía elegante, lo atrajo más a su rostro hasta unir sus labios. Nunca había besado pero tenía una idea de cómo hacerlo, tras unir sus labios, los saboreo y mordisqueo, su corazón estalló de tanto latir y su cerebro dejó de funcionar. Se sintió fantástico, sus labios suaves, aquel sabor a café amargo, su fuerte olor masculino, la boca se le hizo agua pero aquello no duró lo suficiente pues Marcos decidió terminar en un movimiento suave, la sostuvo de los hombros y la soltó con gentileza, algo que nunca había hecho antes. Vió los ojos llorosos y Juliet, su boca semiabierta, su carita enrojecida y algo dentro suyo se estrujó, se mordió los labios y se maldijo así mismo todas las veces que fueron necesarias. Estaba confundido.
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Resiliencia
De TodoJuliet había nacido con la marca de la desgracia, debía persistir y resistir para lograr florecer. Saber manejar los escasos recursos que sus efímeros aliados le brindan como ayuda ¿Podrá Juliet atravesar la guerra conservando la calma? ¿Podrá algui...