Capítulo 5: Adaptar

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Veía la ciudad asombrada, tantas luces, tantos vehículos distintos, tantas personas que caminaban con normalidad por las aceras, edificios altos, comercios con letreros llamativos. A penas iba amaneciendo y las calles estaban llenas de personas, llevando su día con cotidianidad; trabajar, relacionarse y limitarse a existir. Se había perdido muchas cosas, tantas que por primera vez entendió que los libros no eran suficiente para describirle el mundo que por tantos años vivía y no conocía, su imaginación no haría justicia a lo asombroso que era. Sintió miedo en su interior, sintió que nunca sería parte de aquello, que siempre sería una extraña entre los demás, estaba marcada y la libertad empezaba a consumirla. Henry descansaba en sus piernas, pues había perdido muchas sangre y le espantaba el pensamiento de que en cualquier momento este podía morir, el señor amable debía enseñarle el mundo, tenía que ser su maestro en esta nueva etapa de su vida ya que Marcos no estaría para educarla ¿Cómo debía comportarse? ¿Cómo evitar parecer una inadaptada en la sociedad? Al final había escapado pero aún no estaba a salvó, sabía que seguiría huyendo por un largo tiempo y no quería flaquear ante aquella idea de ser una sedentaria, ya que había pasado 18 años en el mismo lugar, viendo a las mismas personas, aprendiendo día tras día lo mismo y ahora debía aprender a convivir con personas normales que no son capaces de imaginar lo cruel y dañino que puede llegar a ser el mundo. Tras culminar aquella larga trayectoria, Caesar a parco el vehículo en una pequeña casa sombría, estaba pintada de azul y tenía un pequeño jardín con flores marchitas, su fachada era tradicional con un aspecto sólido y simétrico, lo único que le hacía ver cómo una vivienda normal era aquel ventanal el cual no dejaba ver su interior ya que estaba cubierto por cortinas azules y negras. Caesar entro al lugar con el doctor en brazos, se dirigió al segundo nivel mientras había dejado de lado a Juliet, cómo si la existencia de esta fuera insignificante. Juliet exploró el lugar, en el primer piso tenía una sala de visitas pequeña decorada con un sofá de colo negro, una gran alfombra de igual color y grandes libreros, un pequeño pasillo que le dirigía a una cocina moderna con una mesa de cuatro sillas en ella le gustó el hecho que en la misma cocina se pudiera comer, una habitación de servicio y una habitación de baño, subió con precaución al segundo nivel, se encontró con dos habitaciones las cuales daban puerta con puerta, un estudio oscuro y tétrico como todo en aquel lugar, un baño al fondo y al lado de este una particular puerta roja que sobresalía entre todas las cosas, al notar que estaba entre abierta y cerrada se asomó a esta. Vió con curiosidad como Caesar ya había canalizado al doctor, cómo estaba con el dorso descubierto y vendado, aquel hombre del cual solo conocía su nombre era tan hábil como el doctor a la hora de curar a una persona.

Se lamentó en voz baja al sentir aquella puerta darle de frente, Caesar la observó de forma insípida limitándose a suspirar con molestia. Era intimidante, con una mirada profunda, labios gruesos y una barba de una semana llamativa, su cabello era fino y negro, tan negro como el de ella, su rostro estaba golpeado y sus ojeras pronunciadas, tenía pequeños cortes en los brazos y los nudillos aún le sangraban, se veía destrozado. Juliet sintió preocupación pero no sabía cómo ayudarlo, pues ya había visto lo capaz que era para curar heridas y ella apenas sabía poner un vendaje, en ese momento se sintió inútil ya que el doctor y él habían dado todo por sacarla de aquel lugar.

-No deberías expiar a las personas- Aconsejó en voz baja con aquel acento particular- Voy a preparar algo de comer mientras tanto tú échale un ojo- Indico señalando el cuerpo débil de Henry-

-Se cocinar, si me permites podría preparar algo, imagino que debes estar cansado- Sugirió intentado ser útil - Solo indícame dónde están los utensilios y yo me encargo de lo demás-

- Ya te di una orden niña, así que solo debes acatarla- Rugió molesto- Encárgate del viejo y yo me preocupo por lo demás-

-Esta bien señor- Respondió apenada - Gracias por sacarme de aquel lugar junto al doctor, eres muy valiente- Agradeció buscando apelar la parte buena del extranjero -

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